El descontento en el sur no se ha apaciguado. Las protestas mantienen la intensidad registrada en sus inicios, y en algunos lugares, como Puno, han recrudecido. La juramentación de Dina Boluarte a la presidencia del país en diciembre de 2022, “hasta el año 2026”, sin sonrojarse, fue el detonante de un volcán que está hace mucho en actividad en esta parte del país, formado por un cúmulo de demandas no resueltas por el gobierno nacional, como las eternas mesas de diálogo que no solucionan los problemas socioambientales, la burla de la masificación del gas con el sistema de gas virtual, la irresuelta desnutrición infantil, la falta de servicios básicos, y un largo etc., combinada con la reivindicación que hacen sus habitantes de su ciudadanía, es decir la exigencia de su inclusión en la política.

 

Conflictos sociales en el Per

 

Denilson Huaraca Vílchez, natural de Huancabamba (Andahuaylas - Apurímac) de 22 años, es el último de una lista larga de personas que la Policía y el Ejército han victimado en el sur, sin que se identifiquen responsables hasta el momento, sin un mea culpa honesto de parte del Ejecutivo. Toda la violencia ejercida desde el Estado, se lee aquí como desprecio, que no está haciendo más que afianzar la identificación de la población con su cultura secular, provocando que la organización de ciudadanos y ciudadanas, en diferentes lugares, se fortalezca.

El luto en el altiplano, por la masacre en Juliaca, se ha hecho visible en la cancelación de la Fiesta de la Candelaria y del Carnaval de Juliaca. No hay nada que festejar. La triste y ya célebre frase de Boluarte, “Puno no es el Perú”, ha calado tanto, que Puno permanece cerrado. El pase vehicular es restringido para circular en cualquier tipo de unidad motorizada, obligando a que muchos estén atentos a las treguas para trasladarse, mientras las zonas céntricas en varias provincias están tomadas por movilizaciones continuas. Sus autoridades tomaron una posición clara respaldando a los protestantes, pidiendo el esclarecimiento y sanción de las muertes, respaldando el pedido de renuncia de la Presidenta. En varias de sus provincias continúan las actividades para recaudar fondos, tanto para ayudar a los familiares de los asesinados en Juliaca como para hacer bolsa para las delegaciones que relevarán a las que participan en las marchas en la capital.

En Arequipa, si bien parece que la protesta se desvanece, hay una marcada posición política por el adelanto de elecciones ya, sostenida por el nuevo gobernador regional Rohel Sánchez. En la última convocatoria de paro nacional, los mercados, colectiveros locales, estudiantes universitarios y gremios agrupados en la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa apoyaron la protesta.

En Cusco, pese a los anuncios de reactivación del turismo, las carreteras también continúan bloqueadas en algunos puntos, como Sicuani, por lo que las empresas de transporte se han visto obligadas a suspender la venta de pasajes, recientemente.

A raíz de las protestas, en casi todo el sur hay desabastecimiento de GLP y el abastecimiento de alimentos es irregular, aunque en comparación con el mes de enero, está situación ha mejorado. En Puno, las autoridades han pedido a dirigentes y líderes regionales flexibilizar la medida para el ingreso de cisternas con gas. En Madre de Dios, el gobierno llevó alimentos y balones para abastecer algunas zonas. Aún así, bajar las manos no es una posibilidad. 

En el sur no hay tregua con el gobierno de turno, tampoco espacio para el diálogo, pues las condiciones no están dadas mientras desde el Gobierno se sigan ensañando con los manifestantes, gaseándolos, apaleándolos, acusándolos de terrorismo para justificar la excesiva violencia de las fuerzas del orden con el aplauso del Ejecutivo que no pone límites y los premia con un bono, o asesinándolos directamente, como lo hicieron en Ayacucho.

La reciente encuesta de DATUM señala que 71% de la población exige la renuncia de Dina Boluarte y el cierre del Congreso. Las únicas vías posibles son esas, pero ninguno de estos dos caminos parece estar en la agenda de Palacio, ni del Congreso. Sin gestos políticos, la fractura del sur con la capital se hará más grande. El resto del país tampoco soportará indefinidamente esta actuación del Congreso y el Gobierno. Esa mascarada no resistirá mucho tiempo.

desco Opina – Regional / 17 de febrero del 2022