Herbert Mujica Rojas

La cerrazón que por décadas nunca encontró investigación ni razón con respecto a la abusiva detención de que fuera objeto el artista plástico, Jaime Romero Vásquez, empezó a diluirse.

 

Jaime Romero Vasquez



Son puertas que deben abrirse en respeto de la dignidad humana.

Y el periodismo directo, puntual, veraz de Diario Uno, encontró eco político en un legislador y la esperanza que muchos otros casos, iguales de infames e injustos, hallen una respuesta eficaz, digna y respetuosa del Estado vía el MINJUSDH.

La primicia que publicamos en sendas ediciones del Diario Uno (23-1 y 20 de febrero del año en curso), sobre el caso del artista Jaime Romero, desatendido por largas décadas, pese a que se trata de un tema urgente de derechos humanos, empieza a recibir atención de las autoridades del Estado.

El congresista Guido Bellido, a diferencia de cientos de legisladores y decenas de bancadas parlamentarias de los últimos 30 años, tomó atención y acción y procedió a iniciar una fiscalización al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, habida cuenta que el caso Romero, hasta hoy, carece de opinión, análisis o informe por parte del Director General de Derechos Humanos, hecho que podría contemplar una omisión de funciones.

Se trataría de una omisión mil veces censurable porque el funcionario es un viejo habitante en este portafolio y carece de razones valederas para negarse a cumplir con el deber por el que le paga el pueblo. Volveremos más adelante sobre este caso.

Oportunamente, para conocimiento de la opinión pública, informaremos desde esta columna una investigación completa sobre el pésimo servicio recibido por la familia de Jaime Romero en la Dirección General de Derechos Humanos del Minjusdh, hecho que no se debe repetir con ningún ciudadano más.

De otro lado, queda en manos del Consejo de Reparaciones un caso emblemático, invisibilizado primero por la burocracia fujimorista y, después, por la adninistración pública de un Estado prácticamente colapsado.

Muy alertas al caso Jaime Romero como a otros de derechos humanos, affaires que también deben ser de conocimiento de los organismos pertinentes de Naciones Unidas, OEA y la UE que hoy le piden cuentas al gobierno autoritario de Dina Boluarte en materia de garantía y promoción de los DDHH.

El punto es reparar el daño causado a un ciudadano como Jaime Romero, detenido arbitrariamente durante el período de la violencia política y preso en la carceleta del Palacio de Justicia (junio de 1993), siendo postrado a ratos con delincuentes comunes y con acusados por el delito de terrorismo.

Esta transgresión contra los derechos humanos de un artista plástico, que para el momento de su detención ya tenía numerosos premios en su haber profesional, otorgados por instituciones públicas y privadas, jamás quiso ser abordado por el fujimorato, pues el Poder Judicial y la Policía Nacional capturados por el delincuencial gobierno de turno, no quisieron explicar, menos investigar, el porqué de la detención de un inocente.

Según últimas investigaciones, no se descarta que algún soplo de parte de algunos agentes de Seguridad del Estado haya generado las condiciones para la detención de Jaime. ¿Acaso fue víctima de un plan motivado por un prurito de venganza o por algún fallido reglaje realizado a algunos estudiantes de la Universidad Católica?

Recordemos el contexto, pues un agente de inteligencia del Ejército, después de visitar su sede central en el fundo Pando, fue asesinado llegando al Parque de la Bandera (Pueblo Libre) o porque era la casa de estudios por donde pululaban Mónica Feria y el sobrino del director del Diario Marka.

Para mala suerte de Jaime, su situación resultó vulnerable cuando estuvo de regreso del norte del Perú, quien ya había pasado por dos retenes policiales antiterroristas y donde el tercer retén ocurriría en la garita de Ancón, quedando ahí arbitrariamente detenido.

Fue sumamente extraño que la Policía lo confundiese con una persona 25 años mayor, con otro nombre (Artemio) y residente a 10 kilómetros del domicilio del artista.

Por lo mismo ¿acaso el haber sido un pintor que atendió invitaciones de una ONG de derechos humanos para realizar exposiciones de arte, lo puso como un objetivo de reglaje?

La intervención del congresista Guido Bellido es importante a fin de devolver la dignidad a un ciudadano inocente y cuya detención pudo ser un error de la administración pública o un acto perverso propiciado, inducido o sembrado por agentes del Estado.

 

13.03.2023
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas