Julio Velarde |
Por Humberto Campodónico
Los economistas neoliberales que creen que el mercado soluciona todos los problemas dicen que el tipo de cambio debe flotar libremente y que si su valor se va a S/. 2.50 por dólar (o menos), que así sea. Por tanto, se oponen a toda medida "intervencionista".
Pero si salimos del campo de la "teoría pura" y vamos a los mercados realmente existentes, vemos que existen centenas de miles de millones de dólares que andan dando vueltas por el mundo para hacer ganancias "rápidas", no importándoles las consecuencias económicas que sufren los países. Eso lo dice el magnate George Soros, quien ha ganado miles de millones de dólares con los capitales "golondrinos" (La peor crisis del mercado en 60 años, 22/1/08).
Por eso, es imperativo diferenciar los movimientos de capitales ligados al sector real (balanza comercial, inversión extranjera, remesas de migrantes) de los capitales especulativos. Los primeros producen empleos; los segundos enriquecen a unos pocos y generan un perjuicio para la economía porque derrumban el precio del dólar y, con ello, a los sectores productivos.
Hace poco, este diario dio a conocer que el Deutsche Bank, desde Nueva York, recomendaba a los especuladores traer dólares al Perú, cambiarlos a soles y adquirir Certificados de Depósitos del BCR (CD) que pagan una atractiva tasa de interés. Como esto provoca que la moneda nacional se aprecie, a los pocos días o semanas, se produce la operación inversa: con los soles se vuelven a comprar dólares (ahora más baratos). Así, los especuladores ganan a "dos cachetes": ganan la tasa de interés de los CD y ganan al comprar dólares más baratos.
Como es lógico, los países tienen que defenderse de estos ataques especulativos. Según Julio Velarde, presidente del BCR, esto es lo que ha hecho el BCR: "Se reemplazó a los CD por los depósitos a plazo, los que no pueden ser vendidos a los inversionistas extranjeros especulativos, al igual que los CD de Negociación Restringida, puestos en vigencia a partir de esta semana. Además, el aumento del encaje en moneda nacional y extranjera sirvió para reducir la liquidez en el mercado, lo que tiene la ventaja de no atraer capitales golondrinos y equivale a un incremento de la tasa de interés de 0.5% lo que sustituye la necesidad de elevar la tasa de referencia del BCRP. Además, se ha introducido una comisión a la transferencia de propiedad de los Certificados del BCRP" (Nota 013-2008-BCRP, 5/2/08).
Estas medidas son "intervencionistas" y se alejan del dogma del libre mercado, que ya señalamos, algo que caracterizaba al BCR. Lo cual no está mal. Además, y esto es lo importante, las medidas han funcionado, hasta cierto punto, porque ha disminuido la volatilidad cambiaria.
Pero han puesto en riesgo el sistema de metas de inflación. Como dice Félix Jiménez: "Bajo el actual régimen monetario, el instrumento esencial para propósitos antiinflacionarios es la tasa de interés. Por ello, el 10 de enero el BCR subió la tasa de referencia. Pero las medidas tomadas (contra los capitales especulativos) hicieron innecesario el carácter de referencia que tiene la tasa que administra el BCRP. Todas las tasas de interés de corto plazo en soles se redujeron, cuando debieran haber subido" (La República, 3/2/08).
Por eso se hace necesario implementar medidas que frenen la entrada de capitales especulativos y se detenga la apreciación del sol, pero que no atenten contra el sistema de metas de inflación. La regulación a la entrada de capitales de corto plazo, como en Chile y Malasia, dio resultados positivos (lo que comentaremos en otro artículo).
Lo que sí es cierto es que las medidas del BCR no le gustaron al Ministro Carranza ("en un mundo con libre movilidad de capitales no es prudente ningún tipo de control de capitales de corto plazo, lo que rechazamos totalmente"). Claro, los intereses de los capitales "golondrinos" (de los cuales forma parte la banca privada internacional, como el Deutsche Bank o el BBVA, donde trabajaba Carranza) propugnan la irrestricta "libertad del mercado" para continuar especulando, aunque el país y su sector productivo (industriales, exportadores y micro empresarios) sufran las consecuencias.
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