En el diario Perú21 del 31 de octubre de este año se lee en el editorial “Yo quiero ser tribuno”:

 

La Comisión tendrá pues que andarse con serenidad y extremo cuidado desde la primera hasta la última selección de candidatos, pues la opinión pública y los medios estarán atentos al proceso, ya que de la integridad y profesionalismo de los tribunos que reemplazarán a los actuales en esta Corte dependerá que ninguno de los poderes del Estado cometa abusos en el ejercicio de sus funciones.

 

Comentario


El diario incurre en impropiedad léxica al decir “tribunos”. El hecho de ser magistrados del Tribunal Constitucional (TC) no otorga a dichas personas la cualidad de “tribunos”.

El término proviene del latín tribūnus, 'magistrado romano'. Eran los magistrados elegidos por el pueblo romano reunido en tribus y podían vetar las resoluciones de Senado y proponer plebiscitos. Entre los más famosos se cuenta a Cicerón, los hermanos Tiberio y Cayo Graco.

La definición de tribuno, incluso señalada por el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), precisa que el tribuno es el “orador político que mueve a la multitud con elocuencia fogosa y apasionada.”

Un magistrado del TC en el Perú no necesariamente debe ser un gran orador y no debe ser político.

Para el título del editorial sería mejor decir no sólo magistrado, sino magistrado del TC, según lo que quisieron expresar los autores, que buscaron diferenciarlos de magistrados de otras instituciones, pues creen que los del TC son tribunos.

 

Podemos decir por ejemplo:

 

“Yo quiero ser magistrado del TC”

La Comisión tendrá pues que andarse con serenidad y extremo cuidado desde la primera hasta la última selección de candidatos, pues la opinión pública y los medios estarán atentos al proceso, ya que de la integridad y profesionalismo de los magistrados que reemplazarán a los actuales en esta Corte dependerá que ninguno de los poderes del Estado cometa abusos en el ejercicio de sus funciones.