Un pitorreo, una burla

Castillo Lichtenstein
Xavier Caño Tamayo (*)

Liechtenstein, con 35.000 habitantes, es un paraíso fiscal; un ‘estado soberano’ sin legislación fiscal, que defiende el secreto bancario a ultranza y con laxa normativa para establecer empresas y sociedades financieras opacas sobre las que no ejerce control. En nombre de la sacrosanta libertad financiera y de mercado.


El diminuto Liechtenstein se ha convertido en refugio financiero de terroristas de ETA, Al Qaeda y similares. Como los también paraísos fiscales Gibraltar, Andorra, Suiza o Mónaco. Todos en la vieja Europa, por cierto.

Gracias a una instrucción de la Audiencia Nacional de España (jurisdicción que afronta delitos de terrorismo), sabemos que la organización terrorista ETA tiene cuentas corrientes e inversiones en Liechtenstein. Dinero que los terroristas consiguen extorsionando a empresarios españoles. Si alguno se niega a pagar, lo asesinan.

Ese carácter cómplice del tinglado financiero de Liechtenstein aparece en informes del Fondo Monetario Internacional (FMI), de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y de investigaciones de la citada Audiencia Nacional. Cómplice es quien, sin ser autor de delito, coopera a su perpetración con actos u omisiones no indispensables.

El FMI informa que Liechtenstein “es un territorio propicio para el lavado de dinero”. Debe ser cierto cuando “el 90% de compañías registradas en Liechtenstein no tiene actividad comercial”. Esa negrura financiera es evidente al conocer resultados de operaciones policiales españolas. En la denominada ‘operación David’ se descubrió un maridaje de narcotraficantes colombianos de Medellín y gallegos que utilizaban bancos de Liechtenstein para financiar el flete de barcos y transportar cocaína de Colombia a España. En otra, denominada ‘Hidalgo’, se descubrió una red de bufetes de abogados especialistas en ‘ingeniería financiera’ que blanqueaban dinero procedente de diversos delitos con Liechtenstein como eje. ‘Papagayo’ blanqueaba dinero del narcotráfico colombiano a través de sociedades de Liechtenstein.

Lo dicho para Liechtenstein sirve para otros paraísos fiscales, coma más, coma menos.

Bill Clinton encargó a la OCDE identificar, acusar y sancionar con medidas duras a esos territorios ‘dañinos’ sin impuestos y financieramente oscuros que son los paraísos fiscales. La OCDE identificó 37 más 15 países que facilitaban el lavado de dinero negro, como Israel y Austria. Pero llegó Bush junior y se acabó.

Para conocer lo que significan los paraísos fiscales como lugares nefandos, cuya más que dudosa actividad perjudica al mundo, sepa que EE. UU. ha dejado de ingresar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares anuales por evasión fiscal, gracias a esos paraísos. Por su parte, la OCDE asevera que los paraísos fiscales acumulan hoy un monto de 5 a 7 billones de dólares. Y que ese patrimonio ilícito, sucio o negro, es cinco veces mayor que el de hace veinte años. El 13% del producto interior bruto mundial. Para rematar el conocimiento de esa monstruosidad que son los paraísos fiscales, según la organización Tax Justice cada año se depositan sospechosamente en ellos 600.000 millones de dólares, es decir, doce veces lo que necesita la ONU para alcanzar los Objetivos del Milenio de reducir la pobreza y sus más severas consecuencias a la mitad para el 2.015. Con menos de la mitad del dinero negro se acababa con la pobreza.

En el filme ‘A bridge too far’, del británico Richard Attenborough, un sargento interpretado por James Caan, amenaza con disparar a un coronel médico para forzarle a reconocer a su capitán con una bala en la cabeza, aunque el médico asegura que está muerto. Ante la amenaza, el cirujano lo reconoce, comprueba que está incomprensiblemente vivo, lo opera y lo salva. Luego, el sargento se entrega y el coronel médico llama a un policía militar, denuncia que el sargento lo ha amenazado y que debe ser castigado. El coronel hace contar al policía militar hasta diez, tiempo en el que mantiene detenido al sargento, pero tras esos diez segundos, queda libre.

Perdonen la distracción cinematográfica, pero me ha venido a la cabeza. Tal vez porque lo que hacen los estados poderosos y las grandes organizaciones internacionales con los peligrosos paraísos fiscales sea lo mismo. Nada, un pitorreo, una burla.

Para dar un golpe mortal al terrorismo y al crimen organizado, así como frenar las crisis financieras, hay que acabar con los paraísos fiscales. Así de sencillo. Que no significa que sea fácil.

(*) Escritor y periodista
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