familiar muertos Malaysia AirlinesPor Yoichi Shimatsu*

Hong Kong. La pregunta que atormenta a millones de ciberdetectives es “¿por qué?” ¿Cuál podría ser el motivo detrás del refinado plan de la captura en el aire del vuelo 370 de Malaysian Airlines?

Entre los más de 200 pasajeros con destino a Beijing, el grupo blanco del secuestro se redujo hasta llegar a 20 empleados de Freescale Semiconductors, con sede en Austin, Texas. Entre estos programadores y diseñadores de sistemas doce son malasios, y ocho son ciudadanos de la República Popular China.

La compañía no es ninguna recién llegada pero tiene conexiones de largo data en Asia Oriental, como exfilial de diseño de Motorola, que alguna vez dominó el mercado de las comunicaciones de Asia en la posguerra. Freescale cuenta con centros de diseño en Kuala Lumpur y en China, incluyendo Beijing, Tianjin, Shanghai, Chengdu y Suzhou.

Además de su lucrativa producción de microchips para componentes de automotores, Freescale tiene amplios contratos con la fuerza armada de Estados Unidos, y produce circuitos impresos para navegación, periscopios, sistemas de ubicación electrónica de blancos, misiles guiados y otros sistemas de armas que requieren controles inteligentes.

Cualquier empresa relacionada con la defensa en el centro neurálgico del hardware del Pentágono atrae la atención de los diseñadores de armas, tanto de naciones hostiles como de aliadas que buscan mejorar su capacidad militar. Japón, Francia y el Reino Unido, junto con Rusia, China e Irán, todos ellos desean la tecnología de vanguardia que proporcionan contratistas como Freescale.

¿Qué innovación tecnológica impulsaría a organismos de inteligencia militar del Pentágono para interceptar electrónicamente un avión civil en pleno vuelo, arrojando a los pasajeros no utilizables como carne para los tiburones?

Microcontrolador ultrapequeño

En febrero de 2013, Freescale presentó Kinesis KL02, el microcontrolador más pequeño del mundo, que mide 1,9 mm por 2 mm y que contiene memoria RAM, ROM y un reloj. La compañía se jacta de que el dispositivo es tan pequeño que es posible tragarlo para usos médicos, tales como difusión en el organismo de medicamentos según el horario de prescripción, o para dirigir microcirugía.

Aunque sea pequeño, el microcontrolador es la clave en la guerra de última generación basada en autodirección, versatilidad táctica y jerarquía de comandos, en resumen, un arma pensante adaptable que puede ser más astuta que sus adversarios. Las aplicaciones potenciales incluyen:

—Drones más pequeños que una mosca, controlados a distancia o de funcionamiento autónomo, para misiones de vigilancia o para soltar componentes de guerra biológica, por ejemplo virus de laboratorio clonados o medicamentos tóxicos. Su peso ligero significa períodos de vuelo más prolongados o incluso por tiempo indefinido si se alimentan de energía solar.

—Implantes inyectables para insertar una interfaz persona-máquina, por ejemplo, un sistema de puntería conectado al nervio óptico, lo que volvería obsoletas las gafas de Google. Podrían insertarse implantes biónicos en los nervios de las extremidades para controlar las prótesis con pilas, lo que haría realidad el sueño del Pentágono de un guerrero robótico de base humana, que los amantes del anime conocen como meka.

—Microsatélites maniobrables y minisubmarinos que pueden funcionar como drones o actuar independientemente para rastrear y cazar sistemas de armas más grandes, satélites espías tan pequeños que los telescopios de tierra no puedan detectar; también servirían para ojivas en órbita que contengan material químico, biológico o nuclear.

Interés estratégico frente a interés comercial

El código de serie de Kinesis KL02 significa que es la versión 2, hecha en Kuala Lumpur, que es la capital de Malasia. Este núcleo de sistemas de armas de nueva generación de los Estados Unidos se desarrolló en el extranjero, en un país preponderantemente musulmán aliado económicamente con China, Rusia y Japón, y que a menudo está en desacuerdo con la política exterior de los EE. UU. Por tanto, una próxima ronda de la prueba en China y la posible fabricación de versión 3 en Beijing era una posibilidad que las agencias del Pentágono, especialmente la NSA, el Comando Espacial de la Fuerza Aérea y el DARPA1, tenían que detener a como diera lugar.

Cuando Freescale Malasia se preparaba para probar Kinesis en sus laboratorios filiales de investigación de Beijing y Tianjin, sonaron las campanas de alarma en el laboratorio Charles Stark Draper, financiado por DARPA, con sede en Cambridge, Massachusetts. Este centro de investigación de armas de avanzada fue creado durante la Segunda Guerra Mundial para construir sistemas de navegación y miras ópticas —para soltar bombas— estabilizadas para compensar giros y vibraciones por inercia. Desde entonces este laboratorio ha pasado a la fabricación de microchips para cualquier aplicación militar, incluyendo la dirección inercial de misiles balísticos, comunicaciones, GPS, sistemas inteligentes de puntería, pilotaje orbital de la Estación Espacial Internacional y, al amparo de la etiqueta “biomédica”, el programa del supersoldado transhumano.

La presentación de Kinesis pone al descubierto el dilema del Pentágono sobre la tecnología de doble uso, que puede obtener grandes ganancias con las aplicaciones de uso civil, como se ve por el GPS para coches y los teléfonos inteligentes, pero que amenazan con poner fin a la posición de vanguardia de la tecnología de Estados Unidos en aplicaciones militares. La elección de restringir la difusión de una nueva tecnología no se limita a los jefes y generales del Pentágono, puesto que también están involucrados contratistas de defensa y ejecutivos corporativos de elite.

Trabajo sucio en beneficio de Israel

En el caso de Freescale, la dirección ejecutiva y varios miembros veteranos del directorio están conectados con el Grupo Carlyle, que favorece la comercialización civil de tecnologías relacionadas con la defensa en beneficio de sus socios de inversión, incluyendo a George Bush padre y varios Secretarios de Defensa jubilados.

Por otro lado, Freescale es controlada financieramente por el grupo de capital privado Blackstone, con grandes inversionistas, entre otros la familia bancaria Rothschild y varios de sus socios comerciales. Habiendo en esto poderosos financistas identificados con el movimiento sionista, el interés proisraelí es impedir que las armas robot en miniatura caigan en manos de Irán y sus aliados Hezbolláh y Hamas. Para las fuerzas de defensa de Israel sería una pesadilla ver microvehículos autodirigidos y con flexibilidad táctica atacando en enjambre aeropuertos, puertos y ciudades israelíes.

Por tanto, los defensores del estado judío tuvieron que intervenir. Mejor matar a 200 enemigos malasios y donnadies chinos que dejar que se dañe un solo cabello de cualquiera del “pueblo elegido”. Y así, la orden vino del escudo rojo2, la casa de Rothschild, a sus subordinados neoconservadores que están dentro del Pentágono: detener el vuelo 370, cualquiera sea el costo que esto cause a la reputación de Estados Unidos.

El nuevo jefe

Así, en noviembre, sólo unos meses antes del secuestro MH370, en Freescale había entrado un nuevo miembro de su Junta Directiva. Joanne Maguire es una ejecutiva con tres décadas de experiencia en la división espacial de Lockheed Martin. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad de Michigan y en la UCLA, donde obtuvo su licenciatura. Fue invitada al programa de Harvard para altos ejecutivos en Seguridad Nacional e Internacional. Caltech la distinguió con el premio Alas Karmann, y de la Asociación Industrial de Defensa Nacional recibió el premio Peter Teets.

Como la encarnación misma de la esencia del nombre de DARPA, Maguire era la opción ideal para servir como celosa guardiana frente a los especuladores corporativos de Freescale.

Secuestro de la verdad

No tiene ya sentido desprestigiar al piloto y copiloto del desafortunado vuelo, por sus conexiones políticas con una oposición comprometida en deuda con el pasado colonial. La práctica en el simulador de vuelo del piloto de un aterrizaje en Diego García indica un marcado trasfondo con los servicios de inteligencia occidentales y probablemente con el espionaje israelí que actúa en Singapur.

Cualquiera haya sido el papel de la tripulación del avión, la NSA y el Comando Espacial de la Fuerza Aérea no necesitaban [en este caso] pilotaje humano, excepto para mantener la apariencia de normalidad en el despegue desde el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur. Según lo analizado en mi artículo anterior, un muy potente pulso de radar de abertura estrecha utilizado en la guerra electromagnética habría desactivado la comunicación de voz y las señales de navegación. A partir de aquí, se podría reprogramar el equipo de cabina, usando el sistema de pilotaje de emergencia de Boeing, mejorado con el software del Pentágono y de los israelíes.

Desde el mar de China meridional a Diego García en el océano Índico, el avión habría volado por control remoto a cargo de un operador de avión sin piloto (drone). Su trayectoria de vuelo no programada sería rastreada y luego captada remotamente desde los puestos de escucha de la NSA en Sri Lanka y la instalación de escucha Jindalee del noroeste de Australia. Estaciones de radar en las Maldivas, instaladas según cláusulas de un acuerdo marítimo de Estados Unidos, sirvieron para guiar el avión hacia el atolón más meridional del archipiélago, hacia Diego García, que está inmediatamente al sur.

El descenso del avión en las Maldivas, según los testigos, salió bien, con un aterrizaje seguro en la larga pista de la base aérea en la isla de Diego García, un centro de concentración temporal de prisioneros de la CIA, con hangares subterráneos y celdas, usado durante las guerras de Irak y Afganistán.

A su llegada, se habría conducido a los pasajeros hacia áreas de espera separadas, y los cautivos especiales de Freespace pasaron a un ambiente de interrogatorios, donde se confiscaron sus discos duros, ordenadores portátiles y teléfonos inteligentes y se descargaron los datos, mientras se interrogaba a los agentes de inteligencia. Los interrogadores tenían una tarea bastante fácil, diciendo a los indefensos programadores: “Únete a nosotros o muere con el resto”.

A los prisioneros que cooperaban se daría una nueva identidad y se los reintroduciría a la vida civil en una remota comunidad de los EE. UU., después de inyectarles sustancias que borran la memoria, similares a las que inicialmente se desarrollaron en el programa MK-ULTRA.

Tras la investigación de antecedentes de todos los pasajeros, podrían haber ahogado a los sospechosos que no cooperaron y a los de alto riesgo, y se arrojaron sus cuerpos cerca de un falso lugar de “accidente”, frente a la costa de Australia Occidental, mientras submarinos de los EE. UU. descargaban otros fragmentos de “pruebas” en las frías aguas del mar. La tripulación del avión probablemente fue “recompensada” con un corto paseo que terminó en las fauces de los tiburones. Quien pone su confianza en el poder imperial no merece menos.

Una vez que la operación se ha completado y los medios de comunicación comienzan los rituales de luto, llorosos diplomáticos estadounidenses asistirán a los ceremonias en recuerdo de las víctimas desaparecidas en un trágico accidente. Mientras tanto, una camarilla de oficiales de la fuerza aérea y contratistas de defensa estarán en un tintineo de jarras de cerveza con su antiguo jefe y gurú, el general Michael Hayden, el burócrata que militarizó el espacio y amplió la NSA hasta convertirla en la monstruosidad mundial que ha llegado a ser.

El History Channel recordará el vuelo MH370 como un enigma sin resolver, envuelto en el misterio, pero ningún canal de televisión mencionará el otro código pertinente en este terrible asunto, el KL02, que fue causa de la muerte prematura y de las violentadas memorias de los supervivientes.

Traducción por Con nuestro Perú de

Rense.com, 25-03-2014

http://rense.com/general96/tinymicro.html

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* Periodista japonés independiente que reside en Hong Kong.

1 Siglas de Defense Advanced Research Projects Agency (‘Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa’). [Nota de Con nuestro Perú.]

2 El apellido Rothschild es alemán y en esa lengua significa ‘escudo rojo’. [Nota de Con nuestro Perú.]

 

 

 

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