ninos muertos amontonadosPor Alejandro Sánchez-Aizcorbe

En respuesta a

"El sionismo (judío), criminal, asesina y señala a otros de las culpas de sus malditas actitudes" de Javier del Valle Monagas Maita.

El odio absoluto que expresa Javier del Valle Monagas Maita lleva a mentiras absolutas. Falsea la historia como el peor propagandista neoliberal.

Luchar por la supervivencia de los palestinos y su establecimiento como estado nacional con plenos derechos ya no pasa por el enfrentamiento armado. Ni menos aún por las acciones terroristas que engendran represalias monstruosas contra aquellos indefensos cuya defensa se arrogan los terroristas.

La resistencia pacífica es la única salida racional para los palestinos y las gentes oprimidas del mundo entero. Las armas de destrucción masiva y los sistemas de represión y control masivos han alcanzado tal grado de horrenda perfección, que el llamado a la lucha armada no lleva sino a la alianza con inaceptables enemigos de mis enemigos que a la postre terminan derrotados por su propia inefectividad, arrastrando consigo a la muerte a millones de seres humanos.

La inteligencia, la educación, la paciencia y el sacrificio cotidianos no constituyen una receta muy atractiva para los jóvenes que han perdido toda esperanza y ven la muerte en la guerra no como una posibilidad de triunfo colectivo sino como la satisfacción de sus deseos individuales frustrados.

El mártir que anhela su propia muerte como atajo al paraíso es en verdad un suicida egoísta, pues se niega a reconocer la superioridad material de su adversario en este mundo y la consecuente necesidad de conquistarlo por otros medios: las migraciones masivas, el acceso a la educación y a los sistemas de salud de los migrantes en las metrópolis, la igualdad ante la ley, la igualdad de la mujer, el derecho al aborto, el respeto irrestricto a las preferencias sexuales de cada uno de nosotros, el cuidado comunal de niños, ancianos y enfermos desamparados, el derecho a la paz, a la felicidad, y a vivir sin temor de ser asaltado, raptado o morir asesinado por obra de individuos o como resultado de guerras como las actuales, o de morir por abandono por parte de sistemas socioeconómicos como los actuales que dan signos de obsolescencia ante el crecimiento de la población mundial en medio del calentamiento global y el agotamiento inevitable de los recursos energéticos tradicionales.

Aunque parezca contradictorio, en las actuales circunstancias, sobrevivir como comunidad resulta mucho más difícil que suicidarse como individuo, arrastrando a la muerte a quienes no eligieron morir. Deponer dignamente las armas sin impunidad de ninguno de los bandos es una alternativa realista y heroica, si por heroicidad se entiende la entrega del individuo a la comuna.