Los cinco dedos del poder

Escribe: Néstor Roque Solís (*)

No sólo políticos y autoridades se corrompen, sino también medios de comunicación  y ciertos fabricadores de opinión a sueldo que han llevado a la degradación del periodismo y las ciencias de la comunicación. La corrupción denota a algo podrido, a mal olor repugnante, y descomposición pestífera que algunos medios y papanatas tarifados quieren pasar por alto.

El que manipula la información es un corrupto o corrupta El manipulador es el que utiliza el poder y las palabras para generar miedo y convertir a los lectores en marionetas del patrón. La corrupción es mentira, deslealtad, destrucción y utilización inadecuada de los recursos del Estado.

Con una metáfora de los dedos de la mano, podríamos explicar la debilidad  de los medios de comunicación y la actitud de los trabajadores de la información en el ejercicio de su oficio. El primero de ellos es el dedo prensil, concentrador de los medios masivos de comunicación alrededor de los grupos de poder, tendencia que no favorece el afianzamiento de la democracia en el Perú. Los signos más notable de este fenómeno son la existencia de diarios chichas de circulación nacional  y la omnipresencia de algunos diarios regionales en sus zonas de influencia y circulación, las mismas de predominio al poder político regional.

El segundo es el presuntuoso meñique o dedo parado del conformismo que se respira por doquier. Bien por efecto defensivo frente a la corrupción, bien como resultado de los intereses y dineros que los sustentan, telenoticiarios, radio periódico y diarios parecen hechos en una misma sala de redacción y por unos mismos periodistas.  Es tal la similitud de formatos, lenguajes, imágenes, ritmos y tiempos, que resulta indiferente la lectura de uno o de otro medio.

Si retomáramos los debates en torno a la comunicación y la información, aquello de que la fuerza de la democracia descansa en la libertad de expresión, el derecho de la comunicación y la existencia de una adecuada diversidad de estos medios, nada garantiza en el país esta pluralidad. Lo que tenemos, por el contrario, son muchos nombres de empresas y un solo medio de comunicación, para el caso con diferentes formatos. Y esto es delicado porque el ciudadano no tiene posibilidad alguna de comparación ni el derecho de la constatación de una información que se le ofrece, por unicidad, como principio de verdad.

Esta unanimidad en el manejo de la información, afianzada por el poder y la presión política pesa sobre muchos periodistas. Es notable cómo, por ejemplo, las principales noticias de orden público proceden de una sola fuente del poder, que se da por indiscutible y con la cual, para colmo, no se mantienen las debidas distancias. Se olvida que toda noticia, del tipo que sea, tiene por origen causas políticas y económicas, y que a ellas hay que volver si de verdad se desea entregar una información fidedigna a la ciudadanía, que por demás –si no se la quiere manipular– tiene todo el derecho a conocer los contextos en que se desenvuelve el hecho mismo.

El tercero es el dedo del corazón, ausente por la amputación ética que evidenciamos durante estos meses de oficio, defenestración crítica que se manifiesta por la conversión de la noticia en propaganda, aspecto más notable desde la llegada del actual Presidente del Gobierno Regional de Lima y su sala de prensa para hacer uso abusivo de los recursos del Estado para su negocio político personal. Convencido de que el posible triunfo de su gestión descansa en la adquisición de un apoyo abierto de la población para el cual requiere más periodistas sobones a su lado, los papanatas y los  enanos de la comunicación se han convertido en propagandista diario de su administración, para lo cual toma a los medios de comunicación como vehículos expeditos. Cada día pocas voces de disonancia  se  escuchan en su primer año que lleva de gobierno. Escasos periodistas se han negado a ser utilizados como parlantes de sus propósitos políticos por estos días que recordamos 28 años de la inmolación de los Mártires de Uchuraccay, algunos de ellos, amigos nuestros de la política y de la pluma sin tarifa para defender la vida y los derechos humanos.

La crítica, el cuestionamiento, la interrogante que inquiere por otras explicaciones, es el más notable de los ausentes en los medios de comunicación de hoy. Al periodista critico, cuestionador e interrogante se le denuncia, se le mancilla y se le censura porque no concuerda con el formato del poder. Los diarios simplemente reproducen, lejos de todo juego de escenarios y posibilidades que dejen abierto el espacio para que el lector opte y decida. Todo está dicho, la verdad es una sola, como sucede actualmente en la mayoría de los medios de comunicación de la región, está ratificada y fortalecida por orden del poder de turno. Como se sabe por la experiencia internacional, la prensa, la radio y la televisión pueden decir lo mismo sin que necesariamente sea verdad.

El caso de las compras de  laptop y las narices puestas de Javier Alvarado en la frustrada toma de la empresa Andahuasi, y el más reciente el frustrado examen de docentes, son tres casos que ilustran la base de lo que afirmamos. En el primero, nunca el proceso fue transparente. En el segundo, tampoco se investigó ni se cuestionó como debe ser la relación de Javier Alvarado con los Hermanos Wong. Solamente un par de diarios regionales mostró otra información diferente. Y a pesar de que pasados unos días las contradicciones y vacíos que el gobierno tenía en este caso eran evidentes de poca transparencia y signos de corrupción administrativa y funcional.

El cuarto es el mezquino dedo anular del poder, que funciona con dos características simultáneas. Como propaganda disfrazada de noticia, con la cual se atrae la atención de quien ve, escucha o lee los sucesos de cada día, convencido de estar recibiendo información seria y ponderada. Lo que le están brindando sus periodistas preferidos –sin que éste muchas veces se percate– es la noticia mercantilizada; la noticia utilizada como vehículo para proyectar imagen de éxito cuando el fracaso es latente.

La función periodista se reduce cada día en la región, y está vencido como agente comercial que funciona al ritmo del dinero. En la otra característica, es la noticia y el análisis controlado por la autocensura. Este "formato", que se ha hecho cotidiano y "normal", permite comprender por qué los medios de comunicación actúan como lo hacen. La autocensura nace de la clara relación que mantiene el poder económico con la radio, la televisión y los diarios, y, de suyo, de la connivencia que éstos tienen con el gobierno de turno, al ser –en un doble juego– sus protectores y sus protegidos. Como lo había anotado hace poco tiempo la Federación Nacional de Prensa Francesa, "la prensa es libre cuando no depende ni de la potencia gubernamental ni de la potencia del dinero sino exclusivamente de la conciencia de los periodistas y los lectores”.

El quinto y último es el dedo índice, inquisidor, dedo de la culpa que la mano invisible levanta como estigma y rechazo a las voces críticas. En un comportamiento que no tiene parangón en la historia regional, todo aquel que cuestiona es señalado de trasnochado y fracasado y, por analogía, de contaminado o subversivo, para luego aislarlo, anularlo, estigmatizarlo e incluso silenciarlo –en sus múltiples acepciones. Tal vez con el recuerdo de Alemania de los años 40 del siglo XX, hay que llamar la atención ante un comportamiento que propicia excesos y pone en peligro el trabajo, la vida y la supervivencia de los periodistas que todavía se atreven a disentir, y de los medios que cuestionan el comportamiento de la oficialidad y del poder regional y nacional.

El Perú y nuestra América está lleno de periodistas perseguidos y asesinados por dictadores y corruptos, ejemplos de algunos: Pinochet en Chile, Gonzales Sánchez Lozada en Bolivia, Bucaraman en Ecuador, Collor de Melo en Brasil, Menen en Argentina, y Fujimori en el Perú: el maestro siniestro para convertir en cenizas a maestros, estudiantes y muchos periodistas como Pedro Yauri Bustamante, por no pensar igual, que el ex dictador y reo por delitos de lesa humanidad.

(*) Escritor, Periodista y Coordinador de Capacitación y Difusión de la Mesa por la Transparencia y Lucha Anticorrupción del ODECMA del Distrito Judicial de Huaura-Huacho.