Castañeda para dummies

luis_castaneda_lossio_30.jpgO cómo la perversión política pretende apoderarse del Estado peruano

Por Alexandro Saco


La carrera política de Castañeda se ha esmerado en construir ciertos mitos, con el único objetivo de llegar a la presidencia. Pero si uno analiza la secuencia de las declaraciones o propuestas del candidato solidario, resulta imposible encontrar un eje que permita observar una visión de país. Su repertorio es una acumulación de lugares comunes y loas a la supuesta eficiencia que sus gestiones habrían demostrado; además de estar teñido de homofobia y de un autoritarismo latente que se expresa en sus críticas (como las de todo autócrata) frente a las denuncias como hechos producto de la burocracia, la envidia o persecuciones políticas.

El gran gestor

Se le atribuye a Castañeda ser un excelente gestor, es decir que hace bien las obras; se trata de una media verdad, como todas peligrosa y que además encierra un chantaje hacia quienes pretendan criticarlo. Lo primero que hay considerar es que un gestor realmente eficiente, por lo último que se preocuparía sería por estampar su nombre en cada escalera, puente o pista que construye. Un gestor es aquel que proyecta y desarrolla una obra, pero sobre todo la termina de manera óptima.
 
Como se ha visto en la etapa final de su gestión en la alcaldía, el excelente gestor no ha tenido mejor idea que entregar obras inconclusas con el sólo ánimo de hacernos creer que estaban listas. Varias de ellas como el puente Iquitos, han debido ser cerradas, y su obra cumbre, El Metropolitano, a todas luces presenta una serie de defectos producto del apuro. El cemento nunca será suficiente para sellar las grietas sociales que el país mantiene, pero Castañeda cree que una pista atravesando los andes cambiará el país.

La calaña solidaria

Pero algo más grave, y que demuestra sin atenuante la calaña política de Castañeda y su núcleo, es el caso de los Hospitales de la Solidaridad. Lo que en un primer acercamiento parece ser una salida a las demandas por atenciones de salud, encierra una intrínseca perversión. Castañeda luego de dirigir EsSalud, se percata de las enormes necesidades de acceso a servicios de salud; cuando llega a la alcaldía de Lima, lo primero que hace es montar un sistema paralelo, desconectado adrede del MINSA. No es casual que Lima haya sido la única región en todo el Perú que se negó sistemáticamente a aceptar la transferencia de funciones de salud. Para qué Castañeda necesitaba asumir su responsabilidad cuando pudo crear un operador sanitario absolutamente precario que enriquece a ciertas empresas que firman convenios con el municipio.

Si bien la sensación para aquellos que pueden pagar una consulta y procedimientos que generan unos 160 millones de soles al año, es que acceden a servicios de salud, el hecho de fondo es que ello se ha construido sobre la base de la ineficiencia y exclusiones del sistema de salud. En esa lógica, como el MINSA y EsSalud funcionan mal, entonces pongamos Hospitales de la Solidaridad en todo el país y así el MINSA quedará cada vez más relegado para atender a los pobres extremos. En buena medida el proyecto de Castañeda se basa en la destrucción de la salud pública para ponerla en manos de los mercaderes de la salud. No debemos olvidar que la solidaridad funciona como agente captador de pacientes, inducidos por los propios médicos para ir a otros establecimientos y así extirpares sin anestesia más dinero.

Palo que nace doblado

Sumado a estos dos mitos, aparece la evidencia mayor de la conducción que Castañeda ejerció en el municipio. COMUNICORE es una apología al arte de la corrupción, un manual para dummies sobre cómo llevarse decenas de millones de soles y salir librado hasta ahora de ser juzgado, mientras más de una decena de altos funcionarios de su entorno son procesados por el hecho. Las juntas que ha logrado acumular Castañeda en su equipo de gobierno y en su lista al Congreso, expresan un grado de desintegración moral sin precedente electoral, ya que todos sus acompañantes en aras de llegar al poder obvian que su candidatura es un palo que nace doblado y que tarde o temprano se quebrará. Lo de Keiko y la mafia fujimontesinista es esperable; lo de Belaúnde, Benitez, Cuba, Waisman y otros, simplemente un asco.

Sirena varada

En toda esa maraña el caso de la sirenita usada por Rubio como Jefe de la Solidaridad y Castañeda alcalde, negándole la posibilidad de que sea intervenida para buscar solucionar el problema mayor en relación a su insuficiencia renal, es la coronación de un sujeto y un grupo que no tienen autoridad de ningún tipo para pretender conducir el país. Lo de los 700 mil soles de la anodina candidata a la vice presidencia es parte del paisaje aberrante al que el ex alcalde nos pretende llevar, como si sus escaleras (de hecho positivas para miles) justificaran toda la corrupción y desprecio por los peruanos que se ha ejercido con un discurso eficientista.

Seguramente logrará introducir al Congreso una bancada numéricamente importante, que dada la naturaleza de su origen y destino político, será una expresa opositora a cualquier política que pretenda universalizar los derechos y las libertades entre peruanos, ya que ante determinada necesidad que el Estado no cumple siendo su obligación, siempre habrá la posibilidad de crear hospitales, colegios, cárceles, parques, puertos, carreteras, avenidas, todas solidarias, que serán un espejismo que se ve como una salida a la crisis, pero que en el fondo sólo es poner precio a todas las cosas, a la sirenita, a la deuda de Relima, al parque de las aguas o a la vicepresidencia, para que algunos se la lleven fácil.