Recordando el “Día de la Planta”siembra_arbol.jpg

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)


El 27 de enero de 1922, el joven estudiante trujillano Víctor Raúl Haya de la Torre —con los trabajadores de Vitarte— institucionalizó el “Día de la Planta”. Una  fiesta creada por esa generación influenciada por el pensamiento de Manuel González Prada, por la creación literaria de Abraham Valdelomar y César Vallejo y, fundamentalmente, por los importantes cambios sociales y políticos suscitados —en el contexto internacional y nacional— en las primeras décadas del siglo XX.

Se trataba de una conmemoración en donde universitarios como Raúl Porras Barrenechea, Manuel Seoane Corrales y otros,  promovían sembrar árboles en el distrito de Vitarte —que carecía de especies botánicas y áreas verdes— y se rendía homenaje a los luchadores de la conquista de las ocho horas de trabajo (1919). Además, se recordaba las demandas de los obreros con los se identificaba esta que sería la última promoción de políticos cultos e ilustrados de nuestra patria.

El “Día de la Planta” es uno interesante antecedente histórico para comprender las raíces del Partido Aprista Peruano, creado una década más tarde por gran parte de los jóvenes que se integraron a las luchas de comienzos del siglo XX. Pero, además esta actividad expresa el sentimiento de una juventud comprometida con los trabajadores, influenciada por la revolución mexicana (1910) y la Reforma Universitaria de Córdova (Argentina, 1918).

En la obra “Haya de la Torre y las universidades populares - El surgimiento de una cultura de productores” de Raúl Chanamé Orbe, dice: “….En un intermedio de las celebraciones de la fiesta de la planta se institucionalizó una ceremonia de siembra de arboles variados: fresnos, casuarinas y pinos debían  ser sembrados alrededor del poblado por trabajadores distintos, que tenían que comprometerse a cuidarlos hasta su total crecimiento. Aquí está el principio pedagógico de cuidar la naturaleza para conservarnos a nosotros mismos, la armonía hombre-naturaleza. Aquí están los principios difundidos  actualmente como son el naturismo  y la conservación del equilibrio ecológico”.

Recordar el contenido solidario del “Día de la Planta”, demuestra la visión de esta generación y su contribución humanista. Estos peruanos entendieron que la política es el arte de vincularse con los asuntos del Estado, atender las expectativas de la población y las demandas sociales de los desvalidos. Así lo concibieron los jóvenes que se enrolaron en la política y que permanecieron en la primera línea para luchar y defender principios.

Es admirable la conducta de ese contingente de peruanos que creyeron en la justicia social y lucharon, con fervor religioso, sin aguardar nada a cambio. Sus vidas fueron aventuras quijotescas no secundadas por quienes han hecho de la política una inmoral forma de subsistencia. Su “semilla”, sembrada con amor y desprendimiento, se ha podrido por la conducta de quienes distorsionaron la senda que ellos forjaron.

Cuando analizamos a esta “generación heroica y de peruanos fuera de serie”, como la denominará el distinguido líder aprista Carlos Roca Cáceres, sentimos admiración por un grupo cualitativo y diferente, moralmente imitable, intelectualmente de avanzada y con una incuestionable nobleza que los llevaron a formar el Partido del Pueblo. Su ejemplo nos recuerda que debemos transformar las organizaciones políticas en instancias participativas que atiendan las reivindicaciones populares, espacios para servir a la sociedad, tribunas permeables capaces de escuchar los reclamos de los pobladores e instituciones transparentes, honestas y representativas de la composición social del país.

Nuestro homenaje a los que hicieron posible este esfuerzo conjunto. Fueron artífices de esta festividad que vinculó entusiasmos, hermanó inquietudes cívicas, afirmó ideales, generó movimientos populares, despertó conciencias y contribuyó a la consolidación de una disciplina interrelacionada con los anhelos de los desvalidos: “...el derecho de habitar en ambiente saludable, ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida y la preservación del paisaje y la naturaleza”.

(*) Docente, conservacionista, consultor,  miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas - Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/ - http://www.facebook.com/wilfredoperezruiz