tragamonedasPor Alejandro Sánchez-Aizcorbe

Así que usted apuesta contra monedas, ¿no? Contra naciones.  

¿Cuántas muertes causa en Gran Bretaña la austeridad que enriquece a la microminoría? ¿En España? ¿Alguien las cuenta o ya lo despidieron? ¿Cuántas muertes y atraso planetario causa el incendio del Medio Oriente?

 

¿Quieren causar el incendio de Venezuela?

Los países bajo su tutela son México, Colombia, Perú y Chile, agrupados en la Alianza del Pacífico, propiciada por los Estados Unidos para servir de contrapeso a los imprescindibles bloques formados en el resto de América Latina.  

Perú, Colombia, México y Chile tienen que proseguir intensamente su proceso de integración con Brasil (potencia mundial), Cuba (potencia médica, tecnológica y profesional), Venezuela (la reserva petrolera más grande del mundo, que a pesar del intervencionismo extranjero ha logrado avances importantes en la reducción de la pobreza), Argentina (uno de los graneros del mundo, cuyo destino está integrado con el de Brasil), Uruguay, Ecuador (otro mundo respecto al que conocí de niño), Bolivia (La Paz con teleférico), Paraguay, Colombia (¿derrotada la guerra?), las tres guayanas, el Caribe. En fin, América Latina entera.

No vale la pena reiterar que el Perú juega un papel protagónico en la integración americana. Se sitúa en el ombligo de Sudamérica, es cuna del Amazonas, goza de salida al Pacífico y al Atlántico, produce superalimentos, posee una parte grande y vital de la Amazonía, es potencia pesquera mundial, posee una biodiverisidad y diversidad climátiva envidiables, y está estrechamente asociado con China, Brasil, Ecuador, Colombia, los Estados Unidos, Rusia, Chile, México, ecétera.

De hecho, el mundo invierte en América Latina. Lo malo es que nos quieren cargar en peso como lo han hecho desde 1492.

Los Estados Unidos tienen que aliarse con todos los países de América Latina en vez de intentar desestabilizar a aquellos que optan por un sistema distinto o con marcadas diferencias respecto al sistema que no ha solucionado los problemas esenciales de los Estados Unidos y de la humanidad. Los problemas son comunes e interrelacioinados y por ende las soluciones. La guerra no es parte de las soluciones. Los latinoamericanos no van a a echar bombas en sus tierras. Van por lo general a trabajar duro bajo un sistema de sobreexplotación que nos acerca a la época de Dickens: cinco días útiles de vacaciones al cabo del primer año de trabajo y una enorme porción de trabajadores sin seguro médico. Por eso, entre otras delicias de la vida, la fuerza de trabajo estadounidense es la más productiva del mundo o una de las más productivas. No sé si la más triste pero el New York state of mind es bello, depresivo, solitario, valiente.

¿Por qué, me pregunto yo, los profesores latinoamericanos y los latinoamericanos en general que viven y trabajan en los Estados Unidos no relatan pormenorizadamente el sufrimiento y la discriminación que sus paisanos sufren en los Estados Unidos? Podrían comenzar con más descripciones, novelas, películas, poemas y canciones sobre la Bestia. ¿Sabe usted lo que es la Bestia?

El fantasma de la pobreza acecha en Europa y Norteamérica. La Cruz Roja ayuda a alimentar a millones de alemanes, ex miembros de la clase media. Los invito a visitar New York en busca de riqueza. La hallarán en unas cuantas manzanas de Manhattan, las colinas de Jamaica y otros prósperos bolsones dispersos por la ciudad y el estado.  

Sería bueno establecer curvas comparativas entre productividad laboral, índice de felicidad, suicidios, depresión, uso de antidepresivos y ansiolíticos, violencia y homicidios en el seno de las familias y sectores urbanos altamente diferenciados en cuanto a ingreso. Se dice que los ricos viven más. No lo dudo aunque también lloren. No se trata de que los ricos vivan menos. Se trata de que todos tengamos la misma expectativa de vida dadas las mismas condiciones y caminemos sin temor a ser asaltados.

Es una vergüenza histórica que los carteles mexicanos compren en las tiendas de los Estados Unidos muchas de las armas con que se matan mexicanos. Son decenas de miles de muertos mexicanos durante sólo la última década. Tal afición a matar no puede extenderse un centímetro más. Por el contrario, debe empezar a reducirse drásticamente. Los métodos hasta ahora utilizados no han servido. Ya incendiaron el Medio Oriente. No se les ocurra hacerlo con América Latina. México y Honduras son nuestro futuro negado.

Más de 3,000 soldados estadounidenses efectuando dentro de poco tiempo maniobras conjuntas en la zona cocalera del Perú tampoco son un buen signo. El hecho implica que las fuerzas armadas peruanas son incapaces de cuidar el frente interno.  

De su incapacidad en el frente externo no cabe duda histórica. La corrupción y la traición han caracterizado la conducta de conspicuos dirigentes peruanos: un presidente se fue del país en plena guerra con Chile, otro perdió una guerra con Ecuador y poco tiempo después renunció por fax a la presidencia del Perú, luego de adquirir una flota de aviones de caza inservibles y de que su superespía, Vladimiro Montesinos, traidor a la patria, supuestamente en la planilla de pago de la CIA, vendiera armas a las FARC.

Y cuidado, que no estoy hablando de los oficiales, suboficiales, clases, civiles que se han comportado heroicamente en múltiples ocasiones desde la guerra de independencia nacional. Aquello es otro tema. Pero existen y los admiro. Un tío y un tío tatarabuelo anduvieron en armas y guerras. Fueron justas. Le ganamos dos a España y perdimos una en España, el enemigo apoyado por el genocida y esquizoide Adolph Hitler. Y no olvidemos que el naofascismo y el neonazismo tienen fuerte representación en Francia, Alemania, Ucrania y en general en Europa. Otra vergüenza histórica. Se parecen a un palacio de justicia de una capital latinomericana que visité en la década del ochenta. Un abogado litigante me señaló el vitral que representaba a la justicia.

“Se le ha caído de vergüenza”, me comentó, señalando con el dedo el hecho cierto que el vitral se había roto y había desaparecido el rostro de la justicia.