Ahora que algunos “descubren” a Al-Qaida en el frente sirio, algo que ya era evidente hace meses, no está de más hacer un esclarecedor inventario de cómo la red de redes del terrorismo yihadista salafista se reinventa continuamente para mantenerse activa. Que lo está es cierto, y ello aunque no mate occidentales en suelo occidental: cientos de muertos a manos de Al-Qaida en distintos teatros bélicos parece que no cuentan para quienes sólo ven a Al-Qaida cuando atenta en Londres o en Nueva York.

All-Qaida mata sobre todo a través de sus filiales. Al-Qaida en la Península Arábiga (AQPA) es especialmente activa hoy en Yemen, pero no por ello ha dejado de planificar atentados contra los EE. UU. en su propio territorio.

 

Dos atentados, afortunadamente fallidos, habían sido proyectados por AQPA para golpear en suelo estadounidense y utilizando para ello, además, medios aéreos, como en el 11-S: el atentado fallido de Detroit, el 25 de diciembre de 2009, y un año después el atentado también frustrado a través de un avión de carga procedente de Yemen. Hay, pues, aquí una amenaza clara, sobre el terreno matando en diversas regiones de Yemen y desde dicho lugar proyectándose hacia el nunca olvidado enemigo estadounidense. La red supuestamente debilitada tras la eliminación de Bin Laden también dinamiza combates en África, aparte de los que alimenta en la Península Arábiga o en Oriente Próximo y Medio (Siria e Irak), y de los que en ningún momento han decaído en Afganistán y Pakistán. Los frentes africanos son letales, matando cristianos en Kenia o en Nigeria, y visibles imponiéndose en el norte de Malí desde donde irradia inestabilidad a los países limítrofes. Si AQPA y Al-Qaida en Irak, además de Al-Shabab en Somalia, mantienen su activismo, Al-Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) y su escisión del Movimiento para la Unicidad del Islam y el Yihad en África Occidental (MUYAO) tienen la ventaja añadida de controlar territorio e importantes fuentes de financiación (a través de tráficos ilícitos y secuestros) y abundante armamento (aumentado con los arsenales libios).

El norte de Malí es zona de atracción para combatientes forjados —de AQMI y del nigeriano Boko Haram— o para otros en vías de forjarse (jóvenes sin porvenir de los países sahelianos y del África Occidental), y se añade como polo de atracción de yihadistas al también boyante de Siria. Es cierto que el uso intensivo de aviones no tripulados (UAV) estadounidenses viene diezmando a Al-Qaida Central, en el norte de Pakistán, a AQPA, en Yemen, o incluso a Al-Shabab. De hecho sus golpes los debilitan como amenaza. Pero también es cierto que desde el aire no se ganan las guerras, y menos contra el terrorismo. Además, los drones tienen hoy escasa presencia y serían de escasa utilidad para discernir blancos en el caos sirio, en el baño de sangre antishiita iraquí o en las inmensidades en las que actúan los yihadistas en su feudo saheliano.
Fuente: GEES.

Aurora, Tel Aviv 23-08-2012

 

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