miguel castillaCésar Lévano

El fallo de la Corte Internacional de La Haya está próximo: fines de este mes o comienzos de julio. Lo más probable, por razones jurídicas e históricas, es que sea favorable al Perú. ¿Cómo reaccionaría Chile en ese caso? No lo sabemos.

De todas maneras, Chile, aparte de emprender una carrera superarmamentista, ha establecido una red de alianzas y de maniobras que echan sombras sobre su promesa de acatar el fallo.

Roberto Abusada, pionero del neoliberalismo en el Perú, recordó el martes último en El Comercio que fue él quien propuso la Alianza del Pacífico integrada por el Perú, Chile y Colombia, y que el entonces presidente Alan García adoptó la idea. México se adhirió al proyecto.

La propuesta responde al objetivo de los Estados Unidos de dividir para reinar*, saboteando la unidad amplia de Nuestra América. Chile sabe que en la casta gobernante de Colombia tiene un aliado histórico y un socio en cuanto al sometimiento a Washington. En el vasallaje, hermanos.

En ese panorama, la prudencia y la previsión aconsejan que el Perú fortalezca el arco de sus alianzas. En primer lugar, con Bolivia y Brasil. Por supuesto que ese eje no es visto con buenos ojos por el Tío Sam y su cohorte.

Esto último explica por qué gobernantes como Alan García y funcionarios leales al FMI como Luis Castilla, ministro de Economía, aplazan y sabotean la terminación de la carretera entre Tacna y las ciudades bolivianas Collpe y La Paz. En octubre del 2010, el Perú y Bolivia suscribieron la Declaración de Ilo, que disponía la conclusión en el 2011 del asfaltado de 510 kilómetros de esa vía, vital para el tránsito de vehículos y personas entre ambos países. No es casual que, por parte del Perú, el acuerdo sea todavía una promesa incumplida.

La revista boliviana Oruro capta así el trazo y las perspectivas de la nueva orientación portuaria decidida por el gobierno de Evo Morales:

“Actualmente, para las cargas de importación y exportación bolivianas, se utilizan únicamente los puertos chilenos de Arica e Iquique; habiéndose creado una total dependencia e incluso sometimiento al capricho de cada gobernante de ese país. En respuesta a esas afrentas, el vigente gobierno boliviano planteó el pronto uso de puertos peruanos, a fin de forzar la recuperación de la cualidad marítima, a través del estrangulamiento económico del norte chileno. Este nuevo contexto implica asumir la nueva política de Estado y buscar puertos alternativos a fin de evitar la nada deseable dependencia de los puertos chilenos”.

La publicación propone una carretera que vaya de Oruro a Ilo, “un trayecto directo y corto hacia los puertos peruanos”, y que se uniría con Santa Cruz, la mayor zona productiva de Bolivia.

Los caminos de la historia nos unen con Bolivia. Por ahí pueden pasar también las rutas de la paz.

La Primera, Lima 16-06-2013, p. 2

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* Leer Integración y desintegración de América Latina, Bolivia y el mayor peso del MERCOSUR y CAN y Mercosur: ¿Dividiendo la región? [Nota de Con nuestro Perú.]


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