Desde el punto de vista de la integración, América Latina transita en dos direcciones opuestas. Por un lado, y a pesar de sus propias inconsistencias, una corriente de países tratan de romper con el paradigma neoliberal del libre comercio; mientras que de otra parte, otra corriente busca profundizar con esa ruta.

En Sudamérica vemos a Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Bolivia y Ecuador, cada uno con sus propias particularidades, ritmos y contradicciones, plantearse inserciones económicas desde una perspectiva distinta a la de la protección de inversiones extranjeras a raja tabla por encima de las políticas públicas. Mercosur juega un papel fundamental en ese camino.

En cambio, vemos a Colombia, Perú y Chile, junto a México y Centroamérica, que siguen en la tesitura de que la única salida válida para el crecimiento y la inserción económica es la promoción de Tratados de Libre Comercio (TLC) y de Tratados Bilaterales de Inversión (TBI).

Es que a pesar de la derrota que sufrió la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre de Mar del Plata en el 2005, la proliferación de acuerdos y alianzas de libre comercio en la región ha seguido ampliándose desde entonces.

Y uno de los espacios más acabados en ese rumbo es el de la Alianza o Acuerdo del Pacífico, constituida por México, Colombia, Perú y Chile, todos ellos con TLC con Estados Unidos, con Centroamérica, con Canadá y entre ellos. En la práctica es un Alca de la América del Pacífico con excepción de Ecuador. A este bloque de integración a la norteamericana se han sumado Panamá y Costa Rica en calidad de observadores. Y luego del golpe de Estado en Paraguay, el gobierno de Franco pidió ser también observador.

En términos geopolíticos, la Alianza del Pacífico se enfrenta a la unión aduanera del Mercosur. Sin embargo, con la entrada de Venezuela a este último, se configura la región más grande de comercio, energía, producción y población de América Latina.

No obstante, está en proceso la negociación del Acuerdo de Asociación Transpacífica (TPP por sus siglas en inglés) que incorpora a diez países de esa área geográfica, y a nivel de América Latina a Chile, Perú y México. Ello profundiza la separación de las dos corrientes de integración en la región.

En medio de este panorama, una buena noticia es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que con dos años de existencia puede convertirse en un espacio de convergencia de iniciativas de integración económica, social y política de la región, especialmente en tempos de crisis global.

La presente edición de Economía Crítica aborda este tema desde el ámbito fiscal, comercial y político, además de seguir con la reflexión sobre la especulación financiera, el extractivismo y otros temas de coyuntura económica.


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