Más allá de la crisis financiera

Ante la crisis actual, el CCS ha querido conocer la opinión de Carlos Berzosa, Rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y catedrático de economía aplicada.


—CCS: En la crisis se habla poco de los modelos de desarrollo, ¿es el fin del capitalismo?

— Supongo que es el fin del neoliberalismo radical, del fundamentalismo del mercado, de la mano invisible que lo ajusta todo en ausencia de regulación. Llama la atención la facilidad con la que tantos liberales han pedido la intervención de los gobiernos en la salvación de la banca. Todas sus teorías se han ido por la borda en dos días. Por supuesto que las autoridades tienen que intervenir para evitar un daño todavía mayor del ya producido, pero habrá que sacar lecciones. La globalización financiera se expandió sin ningún tipo de control dejando en pocas manos, eso sí, muy poderosas, la toma de decisiones sobre movimientos de grandes sumas de capital, que se han desplazado de un lugar a otro con criterios especulativos buscando solo la obtención rápida y abultada de beneficios.

—CCS: ¿Estamos ante una crisis financiera o hay algo más?

—Sin duda, es algo más. Desde luego es una crisis del modelo capitalista desarrollado en los últimos años, en los que ha primado la desregulación y la internacionalización del capital. Sus efectos se están notando ya en la economía real con el aumento del paro en diferentes sectores productivos. No sabemos cómo de profunda y duradera será esta crisis, pero desde luego tiene que haber un antes y un después. Las cosas no se pueden seguir haciendo como hasta ahora. Tenemos que salir de esta crisis, que algunos califican de crisis de civilización, con una nueva mentalidad en la que primen los criterios de sostenibilidad, respeto al medio ambiente y, sobre todo, eliminación del hambre y la pobreza en el mundo. No puede haber tanta desigualdad.

—CCS: ¿Cuáles son, según usted, las alternativas?

—A corto plazo, bajar los tipos de interés y aumentar el déficit público. Pero hay que ir más lejos. Implantar a escala mundial la tasa Tobin, modificar en profundidad los organismos internacionales (FMI, BM y OMC), creando una nueva arquitectura financiera internacional, y mecanismos que sienten las bases para una economía más solidaria, equitativa y sostenible.