Victoria conservadora en las elecciones iraníes
Por Adrián Mac Liman (*)
Las elecciones generales celebradas el pasado fin de semana en Irán nos han deparado una nueva sorpresa. Mientras la mayoría de los politólogos apostaba por una pugna entre conservadores y reformistas, esta vez la lucha por el poder enfrentó a los antiguos combatientes de la guerra Irán-Iraq (1980-1989) con los máximos exponentes de la vieja guardia religiosa. Tampoco hay que extrañarse sobremanera: el Consejo de los Guardianes, órgano supremo del poder de los ayatolás, optó por rechazar la mitad de las candidaturas, supuestamente dudosas, presentadas para los comicios. En la mayoría de los casos, se trataba de personalidades reformadoras o independientes, cuyo programa se apartaba de la rígida y obsoleta línea impuesta por los jerarcas religiosos. En este contexto, conviene señalar la involuntaria “renuncia” de Alí Eshraghi, sobrino del ayatolá Jomeyni, rechazado por los Guardianes, y de su primo, Hassan Jomeyni, otro heredero directo del mítico Guía, quien no dudó en denunciar públicamente la “militarización” de la vida política persa.