Por Eduardo González Viaña

Cuando vino a inscribirse en mi clase, Rosi Tamauluna llevaba sobre la cabeza y los hombros un largo velo multicolor. Me explicó que solía usarlo por respeto frente a su padre, y que, ahora, por la misma razón, lo hacía frente a su profesor.

 

Rosi es una nativa mixteca. Los Tamauluna llegaron a Oregon desde su pueblo nativo en el sur de México hace algunos años. Don Salomón, el padre, prefiere su idioma original, habla poco castellano y menos inglés, trabaja en la construcción y, por las tardes, extrae de la guitarra misteriosas melodías.

 Los mixtecos son uno de los pueblos más antiguos de América, y sus ancestros inventaron la escritura de los famosos Códices precolombinos. Ah… lo olvidaba… Don Salomón es un inmigrante indocumentado.

Hace un tiempo, un periodista exagerado entró de repente con su fotógrafo en una de mis clases y les anunció a mis alumnos la noticia del momento. Mi libro “El corrido de Dante” , según les contó, acababa de ganar el premio internacional de novela de los Estados Unidos. Lo había leído en inglés como “Dante)s Ballad”, aunque ya estaba publicado en castellano y también en italiano como “La Ballata di Dante”.

El hombre de prensa añadió que Virgilio, el burro que acompaña al personaje de mi historia se iba a hacer internacional. Por eso me entrevistaba y también quería hablar con mis alumnos. Aunque pequeña de estatura, Rosi Tamauluna suele sentarse en la última fila del salón. Desde allí levantó la mano para declarar que ella me traduciría a la lengua mixteca.

-¿Y qué nombre va a llevar el libro?

-Se va a llamar BELO NU SHAUNA ING.

En vista de que la palabra Dante no se hallaba en esa frase, quise preguntarle qué significaba, pero prefirió no decírmelo.

En los meses que han pasado desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes. Ramón Tamauluna, su hermano, se alistó en la Guardia Nacional y debe llegar a Afganistán uno de estos días. Es la única forma que ha encontrado para no ser perseguido por ilegal y para que la Guardia le pague, en el futuro, sus estudios universitarios.

Rosi se casó en noviembre con Scott, quien es hijo de mexicano y de norteamericana. Lamentablemente, el padre del novio no puso asistir a la boda porque la semana anterior los agentes de Inmigración lo ubicaron en la empresa donde trabajaba, lo capturaron por ilegal y lo deportaron a México luego de 30 años de haber vivido en los Estados Unidos.

Por su parte, don Salomón Tamauluna perderá su trabajo en julio. Ese mes expira su licencia de conducir y, por lo tanto, no podrá dirigirse a su centro de labor, perderá el seguro del carro, quedará en una condición de trabajador semiesclavo y podrá ser capturado por la policía si lo encuentran conduciendo. Como se sabe, Ted Kulongoski, el pasado gobernador “demócrata” de Oregon, fue quien ordenó ese despojo inhumano de la tarjeta de conducir (que también es cédula de identidad)  contra los inmigrantes ilegales.
Y, para colmo, dos primos de Rosi, Alejandro y Guadalupe Tamauluna, fueron detenidos en la frontera cuando intentaban entrar en este país. Sus captores eran “Patriotas”, un grupo de voluntarios racistas cuyos métodos no son precisamente blandos.
De todas formas, no todo tiene que ser triste. La pequeña Rosi ya tiene papeles legales gracias a su esposo que es ciudadano. En los últimos días de clase ambos me visitaron en mi oficina para contarme algunos planes futuros. Los dos quieren ser abogados de inmigración para proteger a los suyos, y yo estoy ayudándolos. Se me ocurrió que tal vez Rosi aceptaría en esta ocasión decirme qué significaba en lengua mixteca la frase BELO NU SHAUNA ING.

Se echó a reír.

-No tiene nada que ver con el título sino con usted.-replicó. Y añadió que -BELO NU SHAUNA ING quiere decir… quiere decir: El viejo burro que cuenta historias.

Ese soy yo, un viejo burro que se cansó ya de narrar historias tristes, y que ahora sólo contará las más bravas historias o sea las de quienes se rebelan.

Como la  propia Rosi. Ella logró estudiar y llegar a la universidad a pesar de no tener papeles. El cambio comienza con ella y con los miles de jóvenes que están haciendo lo mismo. Como decía el activista César Chávez, no se puede deseducar a los que han aprendido a leer. NO se puede humillar a quien aprendió a sentir orgullo. El cambio social es irreversible.

Eso lo sabe incluso un viejo burro que suele contar historias.

Fuente: El Correo de Salem