¿Babel o Agramante? ¡Perú es más caótico!
La mítica Torre de Babel con sus mil y un idiomas, ininteligibles entre sí, divorciados cada cual a su suerte, es una analogía válida con Perú.
La mítica Torre de Babel con sus mil y un idiomas, ininteligibles entre sí, divorciados cada cual a su suerte, es una analogía válida con Perú.
La tarea de hacer conjeturas generales sobre el futuro económico y político del país para el presente año es desafiante, tanto para los analistas políticos como para los económicos y financieros. Sin embargo, al analizar la coyuntura actual en el Perú, nos vemos obligados a considerar una serie de elementos adicionales para especular mejor sobre el papel de los distintos actores individuales y colectivos en el escenario. Eso, si de verdad queremos comprender mejor la situación en este año tan particular en el que conmemoramos el bicentenario de la consolidación de nuestra independencia americana, conseguida peleando en las pampas de Junín y Ayacucho.
Una definición simple advierte:
“Son actos sistemáticos que se realizan de acuerdo a un plan o política preconcebida, lo que permite la realización repetida de dichos actos inhumanos. Son cometidos por las autoridades de un Estado o por particulares que actúan con respaldo de dichas autoridades, con su tolerancia o complicidad.”
El jueves 11 de abril, el pleno del Congreso decidió aprobar un nuevo retiro de fondos de las AFP, con 97 votos a favor, 5 en contra y 5 abstenciones. Debido a esto, los peruanos afiliados —y que cuenten con fondos— podrán retirar hasta 4 UIT (US$ 5.500).
¡Ese animal no existe! dijo un español que veía por vez primera a una jirafa. La negación a ultranza es el mejor sendero a la estupidez colectiva.
Rocío Ferrel
La presencia del cura blasfemo, Manuel Fernández, creado cardenal por el papa Francisco, quien recientemente lo instaló al frente de la que fue la Congregación para la Doctrina de la Fe (que fue dirigida por personas tan brillantes como Benedicto XVI), ahora Dicasterio para la Doctrina de la Fe, no sólo resultó repulsiva, sino que nos ayuda a atar cabos sobre los sujetos que rodean de cerca a este pontífice.
El pez por la boca muere y la presidenta Boluarte se ha metido en un laberinto del que difícilmente podrá salir tras admitir, públicamente ante la prensa nacional, que fue Wilfredo Oscorima, su wayki, quien le puso un Rolex en la muñeca. Su problema se agrava tras la presentación en Fiscalía de Humberto Abanto, abogado del gobernador Oscorima, que aclaró este miércoles que no se trató de uno, sino de tres relojes y que, además, la mandataria recibió —según el cuento, también como préstamo— una pulsera de oro con 94 diamantes, bastante más costosa que la pulserita de bisutería final que lució en la mencionada conferencia. La situación de ambos se complica, pues podría corroborarse la presunción de delitos como enriquecimiento ilícito y corrupción.
Las últimas semanas, la presidenta Boluarte parecía muy próxima a su vacancia. No era por los muertos, heridos y perseguidos por las protestas, abusiva y violentamente reprimidas el 2022-2023. Era, finalmente, por el escándalo de los relojes Rolex a los que se sumaron otras joyas, el desbalance que existiría en sus cuentas bancarias y su reticencia a aclarar la situación ante la Fiscalía de la Nación. La historia que empezó a partir de una investigación periodística la primera quincena de marzo, llevó inicialmente a la mandataria a argumentar que se trataba de un bien del pasado, fruto de su esforzado trabajo. Luego de encerrase en el silencio unos días, el 22 de marzo anunció que asistiría al Ministerio Público con “su verdad”. Pronto, Fuerza Popular, mediante comunicado, expresó su preocupación por los “escándalos” que alcanzan al gobierno, solicitando que la mandataria precise el origen de los relojes en cuestión. Ante su inasistencia a las citaciones que le hiciera la Fiscalía, ésta, juez mediante, finalmente allanó el domicilio presidencial el 29 de marzo, abriendo la puerta con un ariete.
Si algo tiene la ciudadanía que aprender es a pensar sus criterios respecto de cuanto ocurre. Mirar con observación crítica y no dar por hecho que si está publicado, en la radio o televisión, entonces “es cierto”. Allí comienza la domesticación de un pueblo.
La “renuncia” (en realidad, cancelación), del cura sodálite José Eguren, implicado en abusos de su secta y sancionado desde el Vaticano, vuelve a traer al tapete la urgencia sanitaria de promover la disolución del Sodalicio.