Vaca

Nos quedamos sin leche sana


El grupo Gloria, propietario actual de Casagrande, recibió este fin de semana un lote de 2400 reses lecheras “genéticamente modificadas”, es decir, transgénicas, para el que esperan sea el centro ganadero más grande del Perú en el valle de Chicama.

Además, Gloria espera “desarrollar” la ganadería regional, vendiendo estas vacas Holstein y Jersey modificadas a 2100 dólares cada una, para pagar en 4 años, con 5 meses de gracia. Gloria no sólo quiere para sí el ganado transgénico, sino que lo está introduciendo en pequeñas ganaderías.

En los países desarrollados existen estudios que cuestionan a los productos transgénicos vegetales y animales, pues se ha comprobado efectos adversos, por lo cual se restringe su uso o consumo. No obstante, las consecuencias en el ser humano pueden tomar hasta décadas en ser demostradas, pues, por ejemplo, enfermedades como el cáncer, y otras de naturaleza inmunitaria, pueden tardar años en manifestarse, como sucedió con el caso de las vacunas de poliomielitis de los años 50, que causaron linfomas varias décadas después.

Es un acto de soberbia y de irracionalidad modificar en laboratorio el código genético de las vacas, pues durante siglos la reproducción de los mejores ejemplares, por selección natural, había dado como resultado bovinos óptimos, como los Brown Swiss, Holstein o Jersey, de alto rendimiento. Entonces, ¿qué enfermiza necesidad de producir vacas transgénicas?

El monopolio

En el Perú, Gloria se está convirtiendo casi en un monopolio, lo cual resulta desventajoso no sólo para los pequeños productores, que no tienen otra opción que Gloria para vender la leche, sino para los consumidores, pues Gloria es casi lo único que se encuentra en los establecimientos comerciales, así como Laive, producto de capitales de Chile, país enemigo del Perú. Como se sabe, las empresas chilenas no se caracterizan por su honestidad ni calidad.

El consumidor tiene razones más que suficientes para rechazar productos transgénicos si se trata de proteger su salud, pero también existen fundamentos de orden ético, pues los experimentos dudosos, como los transgénicos, con los que no se puede asegurar lo que sucederá, son actos condenados por la moral católica. Además de los católicos y otras denominaciones cristianas, el sector de consumidores vegetarianos y naturistas rechazan decididamente los productos transgénicos. Hablamos pues de una mayoría de peruanos.

El derecho de elegir

Es natural que el consumidor rechace productos cuyos efectos en la salud son dudosos, lo grave aquí es la falta de información para que el ciudadano decida aceptar o rechazar. ¿Desde cuándo están llegando las vacas transgénicas? ¿Qué porcentaje de la leche que vende Gloria es de procedencia transgénica?

Indecopi confirmó a Con Nuestro Perú que las normas actuales de rotulado no obligan a consignar información sobre ingredientes transgenicos en los alimentos, pero que estudiarán la necesidad de que se incluya esta información en las etiquetas de los productos.

Si se modifica la ley de rotulado, creemos necesario que el consumidor pueda leer en las latas, no con palabras engañosas, como decir “modificado” o “mejorado”, sino con claridad, se le explique que se trata de leche procedente de “vacas transgénicas”. De igual manera, los derivados lácteos transgénicos y los productos que emplean leche deberían indicarlo claramente, por ejemplo, los chocolates, galletas, manjar, mantequilla, etc., en sus etiquetas deberían señalar entre los ingredientes: “leche de vacas transgénicas”.

Papel del estado

En el Perú existe el ministerio de Salud, que urgentemente debe emitir su dictamen científico que con toda claridad explique a la población si los alimentos que contienen componentes transgénicos son dañinos o no para la salud del ser humano. Más específicamente, las autoridades del ministerio de Salud, si afirman que los alimentos con ingredientes transgénicos no son dañinos para el ser humano, deberán garantizar que son inocuos y que jamás presentarán daño alguno a las personas, y si algo sucede, el estado se obligará a pagar indemnizaciones, puesto que al decir que no son dañinos propiciaron la producción y el consumo.

¿Años después tendremos a cancerosos o leucémicos, afectados por transgénicos, reclamando sus indemnizaciones?

Perú y Paraguay no compensan por daños transgénicos

Hace unos días, en la IV Reunión del Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad, realizada en Bonn, el Perú y Paraguay votaron contra una legislación internacional sobre la responsabilidad civil y compensación por los daños causados por el empleo de organismos transgénicos —a los que también llaman “genéticamente modificados”—, hecho que anticipa un afán de favorecer a las empreas de biotecnología que quieran jugar a los dados con la vida humana, animal y vegetal.

Resulta extraño que esa también sea la posición del presidente Fernando Lugo, pues siendo obispo debería rechazar los transgénicos, a menos que la verdad sea que se propone declarar a Paraguay país libre de transgénicos.

Monsanto

Para la decisión del Perú, está pesando el poderoso lobby de Monsanto, que ha llegado al mismo palacio. ¿La hija del presidente García tiene alguna relación con Monsanto? La existencia o inexistencia de esta relación es un asunto que debe ser aclarado.
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