Por Carlos Javier León Ugarte
Periodista

Bien nos decía la gran Terry Swearingen: “Vivimos en la tierra como si tuviéramos otra a la que ir”. Al parecer no tomamos conciencia aun de lo que estamos originando con nuestro planeta. Aumento del nivel del mar, largos días de lluvia, olas de calor insoportable, tormentas, especies en extinción, nuevas enfermedades, desaparición de glaciares, destrucción de ecosistemas y grandes epidemias; son solo algunas de las consecuencias iniciales hacia la destrucción de nuestro hábitat. El presidente norteamericano con sus acciones, se ha esmerado en contribuir hacia un rumbo gris de nuestro medio ambiente.

Una ingrata noticia se dio a inicios de junio de este año. El presidente norteamericano Donald Trump cumplió una desalmada promesa de su campaña electoral, retirar a su país del “Acuerdo de Paris” aduciendo tomar una decisión en pro de los intereses económicos de la nación. En 2012, el entonces magnate Donald Trump calificó el cambio climático como un "engaño chino" que perjudica a las industrias estadounidenses.

Lo positivo de esa incorrecta decisión, fue que no bien se anunció la infausta noticia, todos los demás países del mundo reiteraron su compromiso y comunicaron que no se iban a retirar del acuerdo aunque Estados Unidos lo hiciese.

Ha de saber que el “Acuerdo de París” es un acuerdo dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global. Su aplicabilidad sería para el año 2020.

El día lunes el país de Nicaragua se adhirió al acuerdo, dejando solo a Estados Unidos y Siria como los únicos dos países fuera del pacto climático mundial. Esta decisión del país centroamericano fue con un enfoque ideológico, ya que lo que menos hubiere querido Daniel Ortega es estar en un grupo al lado de Norteamérica. No importa lo que empujó a la iniciativa, lo importante es que ahora ya todos los países latinoamericanos son parte de éste.

De hecho, los países latinoamericanos son los que más han expresado su preocupación por la decisión de Estados Unidos, esto debido a la reducción de transferencia de tecnología y financiación internacional que supondría la retirada de ese país para su proceso de transición energética.​

Por ello no aislado el compromiso asumido por estos países, ya que la inclemencia de la naturaleza trajo y traerá aun consecuencias irreversibles para nuestras ciudades. Los huracanes María, José e Irma y hasta el aciago Niño Costero que sufrimos este año no fueron controlados precisamente porque su impacto se excedió a lo calculado y planificado.

Particularmente el Perú es el tercer país más vulnerable al cambio climático, por ello nuestro país presentó en el G21 su compromiso de reducción de GEI hasta el 30% al 2030, con la salvedad de que 10% de ese compromiso se logrará si se obtiene financiamiento internacional.

Es importante mencionar que la proyección normal en Perú en un escenario en que no se tome ninguna acción de mitigación hacia el 2030, el país emitirá 7,5 de  toneladas de dióxido de carbono, que incluye otros gases con el mismo efecto para los peruanos. Es decir, 38% más que en el 2010, tomado como base para los cálculos.

Habría que preguntarle al Gobierno actual que tanto se está haciendo para cumplirlo. Por lo pronto la ministra de Ambiente, Elsa Galarza; indicó que durante las ocho horas que se realizó el Censo Nacional, nuestro país redujo sus niveles de contaminación a nivel nacional a 32 toneladas en emisiones de material particulado y hasta 14,700 toneladas de CO2 en la emisión de gases de efecto invernadero, algo así como 40 hectáreas de bosque tropical amazónico conservados, equivalente al tamaño de 56 estadios nacionales de fútbol. ¡Emocionante!

Debería aprovecharse estas prácticas a nivel nacional dos o tres veces al año por Decreto Supremo. Aunque los empresarios y particulares refunfuñen.

Sin embargo el Perú es un emisor menor en comparación con las economías más grandes, encabezadas por el propio Estados Unidos y China. Según la BBC Mundo, en la actualidad, China es el país que más contamina, con 10,64 kilotones de CO2 emitidos a la atmósfera, seguido de Estados Unidos con 5,17, según la Base de Datos de Emisiones para la Investigación Atmosférica Global (EDGAR, por sus siglas en inglés).

De cerca le sigue la Unión Europea, que incluye a países industrializados como Reino Unido, Alemania y Francia, con 25%. China está en el tercer lugar (11%), seguido por Rusia (8%), Japón (4%) India (3%) y Canadá (2%).

Volviendo a Estados Unidos es preocupante que solo en este año bajo la administración de Trump no solo se haya salido del “Acuerdo de Paris”, sino que además canceló la normativa que habría contribuido a evitar que las tortugas marinas y las ballenas en peligro se quedasen enganchadas en redes de pesca. Firmó además una orden ejecutiva para revisar las prohibiciones sobre las perforaciones costeras de petróleo y gas natural en algunas partes del Ártico, el Pacífico y el Atlántico.

También revocó la “Norma para la Protección de Arroyos”, que imponía restricciones más estrictas sobre los vertidos de desechos mineros en los arroyos; y principalmente acciones de reducción del presupuesto para la conservación del medio ambiente.

Según National Geographic, el presupuesto del presidente Trump para 2018, exigirá recortes masivos en investigación científica y en programas medioambientales que protegen el aire y el agua en un 31%, un recorte mucho mayor que en ninguna otra agencia gubernamental. Estos recortes podrían traducirse en una reducción de gasto de 2.700 millones de dólares y la pérdida de 3.200 empleos, según un análisis del Instituto de Recursos Mundial.

Inclusive la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) desapareció de la web toda información dedicada al cambio climático deshaciéndose incluso de la versión en español de su página sobre el cambio climático. Como si así se invisibilizara un gigantesco problema para la humanidad.

Mientras esto sucede, cínicamente Trump afirma que su país pedirá renegociar el tratado "en términos justos para Estados Unidos" como condición para retornar al mismo: "Trabajaré para garantizar que Estados Unidos se mantenga como el líder mundial en temas ambientales, pero bajo un marco que sea justo", indica sin sangre en la cara. Como decía la gran científica ambiental norteamericana: “Puede que seas capaz de engañar a los votantes, pero no a la atmósfera”. Precisamente la atmósfera ya comenzó a hacer su parte y pareciese que Trump ya empezó a sufrir los embates de una conciencia neutralizada, adormecida producto también del Efecto Invernadero.

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