* Según el Ministerio del Ambiente (2015), cada año, se usan 791 toneladas de bolsas plásticas en todo el Perú. Solo en supermercados se usan 1 millón y seiscientos mil bolsas cada día.

En el Perú faltan rellenos sanitarios. Mayormente se echa la basura en botaderos ilegales. Foto: SPDA

Por Bruno Monteferri / Director de Conservamos por Naturaleza

A diario, vemos que todo lo que cargamos tiende a estar dentro de un envase plástico. Estas bolsas se usan por solo unos minutos para transportar productos desde los supermercados, bodegas y panaderías a nuestras casas u oficinas, pero se quedan en el planeta por 150 años antes de “degradarse”.

Quienes hemos dedicado varios días de nuestra vida a recorrer el Perú y hacer limpiezas de playas y ríos, sabemos que es común que estas bolsas terminen en los ríos, playas y ambientes naturales. Ello se debe a la limitada infraestructura para la gestión de residuos sólidos que tenemos en el Perú y la insuficiente cultura de reciclaje. Conforme lo señaló la exministra del Ambiente, Elsa Galarza, actualmente solo existen en nuestro país 26 rellenos sanitarios, cuando en realidad se necesitarían alrededor de 270 para atender a conglomerados de distritos.

En el Congreso de la República, existen cinco proyectos de ley presentados que buscan reducir el uso del plástico que se utiliza solo una vez, y el Ministerio del Ambiente (Minam) anunció que sacará su propio proyecto de ley en los siguientes meses, por lo que se espera que, siguiendo la tendencia que se vive en la región, Perú también saque una norma que no sea solo declarativa.

De los actuales proyectos de ley presentados en el Congreso, la mayoría se enfoca en las bolsas que se usan en supermercados. Por ello, a continuación dejamos algunas ideas que esperamos sean de utilidad para los congresistas y sus asesores, medios de comunicación, líderes de opinión y ciudadanos que quieran hacerle el pare a las bolsas plásticas convencionales y las confusamente llamadas biodegradables, de un solo uso, de una vez por todas. En futuras entregas, hablaremos de cañitas y tecnopor.

1. La solución es lo reusable

Si bien es necesario fortalecer la gestión de residuos sólidos en el Perú y mejorar el reciclaje en general, la principal solución al problema a las bolsas de un solo uso que se dan en supermercados, no pasa principalmente por mejorar el sistema para reciclarlas. Los principales especialistas en el tema como Marcus Eriksen, cofundador de 5 Gyres, coinciden en que la meta principal es reducir su uso mediante el uso de bolsas reusables. Y no es novedad, porque es lo que hicimos por años en el mundo hasta que llegó la nociva cultura de lo desechable.

Las bolsas reusables duran años y pueden incluso ser hechas de tocuyo, botellas de plástico recicladas (como los productos L.O.O.P) o de trazos de tela reciclada (como las de Bag it Raglan), con lo que se ayuda a reciclar materiales. También se pueden usar carritos, mochilas y canastas hechas de materiales locales y renovables. Los bolsos reusables se pueden lavar y hasta meter a la lavadora, con lo que se pueden mantener perfectamente limpios. Resalto esto porque uno de los argumentos de quienes están buscando que no hayan cambios en las normas, es que los reusables generan más enfermedades.

Hay establecimientos como MAKRO que ya optaron por no dar bolsas de un solo uso y ello no ha sido impedimento para que sean preferidos por miles de consumidores. Es un tema de volver a acostumbrarnos, especialmente porque ahora sabemos que el uso de plásticos de un solo uso, genera impactos negativos en el ambiente y la salud de seres vivos. Son millones de aves y especies marinas que mueren cada año, y el plástico nos afecta a nosotros por los procesos de bioacumulación que ocurre cuando peces comen microplásticos y luego peces más grandes se los comen, hasta llegar a nuestros platos.

Así como hay que llevar la billetera para pagar, es cuestión de reaprender que también hay que llevar una bolsa, mochila, canasta o carrito, para cargar lo que compres. Por ello, la principal solución pasa por un tema de educación ambiental y de promover incentivos para las bolsas reusables, a efectos de disminuir sus costos.

Si estuviese a cargo del área de responsabilidad social y ambiental de un supermercado (u otra empresa), promovería implementar un proyecto en el que con restos de textiles se puedan fabricar bolsas reusables, como lo hicieron en Raglan, Nueva Zelanda. Esa fabricación de bolsas podría ser hecha por un grupo de bajos recursos del área de influencia de la empresa y esta podría comprarles las bolsas ya confeccionadas, para luego regalarlas a clientes que vivan cerca del supermercado para fidelizarlos o simplemente venderlas. Estas bolsas reusables deberían estar cerca de las cajas, y estar a costos asequibles para quien se las olvidó. Otra idea es que algunas de las filas de cajeros sean exclusivamente para quienes vengan con sus bolsas reusables, para promover su uso. Así, si traes bolsa reusable, te demoras menos tiempo. Estas ideas no requieren que el Congreso ni el Ejecutivo pasen una ley o decreto, simplemente que haya voluntad política y se implementen.

2. ¿Por qué el reciclaje no es la solución principal?

Algunos gremios industriales dicen que la solución es optar por el reciclaje. Lo que no plantean claramente es que las bolsas usadas en supermercados, muchas veces no tienen muchas posibilidades de reciclarse por su nivel de contaminación y suciedad, y tampoco se compara el uso de energía entre la fabricación de miles de bolsas de un solo uso y unas cuantas reusables. Respecto a lo primero, hay consumidores que piden bolsas en supermercados porque luego las usan en sus casas para recoger heces de los perros cuando los sacan a pasear o para colectar la basura de los baños (para estos desechos se podría usar papel periódico). Esas bolsas fueron reusadas, pero no podrán ser recicladas. El resultado es que seguirán ocupando espacio en nuestros rellenos sanitarios que actualmente son insuficientes para la demanda que hay en el país. Asimismo, ocuparán espacio en los camiones de recojo de basura y el uso de energía. Se estima que por cada 5 bolsas de plástico que se producen, se genera 1 kg de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.

Otro punto a tener en cuenta es que por su mala calidad y la poca infraestructura de reciclaje que hay en el Perú, la mayoría de bolsas que usamos no son susceptibles de ser recicladas.

Albina Ruiz, de Ciudad Saludable, señala que en promedio el 25% de la basura que se produce es considerada residuo reciclable. “De ese porcentaje aproximadamente la mitad es plástico, y de esa cantidad las bolsas no significan mucho en peso pero si en volumen. No pesan pero generan muchos problemas”, comentó a La República.

Además, muchas de las bolsas que se dan en supermercados son bolsas oxo-biodegradables. Por el término “biodegradable”, cualquiera pensaría que son bolsas que se convierten en materia orgánica de manera natural y que podrías luego usar en tu jardín. O que como lo planteaba un comercial de WONG hace años, que al cabo de unos minutos en el mar, la bolsa se deshacía por arte de magia y por ello, al usar estas bolsas le hacías un favor al planeta. Pero lo que ocurre es que a estos productos se les incluyen aditivos que -bajo condiciones de humedad, temperatura, rayos UV y otras variables- ayudan a oxidar la bolsa o atraen a las bacterias que son las que finalmente ayudan a fragmentar estos materiales. Finalmente, se generan miles de pedacitos de plástico.

Es decir, el término “bio” se acuña porque el proceso de degradación es acelerado por un proceso biológico, pero no porque se vaya a convertir en material orgánico, que de ahí puedas usar para tus plantas. En el mundo, ha existido un fuerte lobby para lograr que diversos países saquen leyes para promover el uso de bolsas “biodegradables” y “oxo-biodegradables”. En Europa, la Asociación de Plásticos Oxo-biodegradables (OPA) ha cumplido parte de ese rol. Pero después de investigaciones científicas que han demostrado que estas bolsas se fragmentan en micro-plásticos y que no tienen los efectos que se promovían, diversos grupos y también la Comisión Europea han comenzado a buscar otras alternativas (UNEP, 2015). El tema de fondo, es que tal como está definido el término biodegradable, es bastante problemático, ya que termina siendo bastante engañoso para el consumidor promedio.

Este punto es sumamente importante para las discusiones que se están llevando a cabo en Perú en torno a los proyectos de ley, ya que algunos de los congresistas han caído en esta confusión y han planteado plazos para erradicar las bolsas plásticas de un solo uso y que solo se usen en el Perú las biodegradables. La intención de estas propuestas es buena, pero salvo que se cambie como está definido el término de biodegradabilidad en las normas técnicas peruanas, cuya aprobación en el pasado dependía de Indecopi y ahora del INACAL, los efectos de estas políticas no cumplirán el objetivo que persiguen los legisladores que genuinamente están preocupados por el tema.

En el caso de la propuesta de ley presentada por la congresista Patricia Donayre, este tema es tocado y se plantea que INACAL en coordinación con el Ministerio del Ambiente, revisen dichas normas en un plazo determinado, a efectos de que el término biodegradable se use cuando hayan pruebas que los objetos se conviertan en materia orgánica incluso en ecosistemas acuáticos. Aquí es importante que el Congreso establezca plazos y mire atento las cuestiones técnicas para que les salga el tiro por la culata. Usar las definiciones internacionales en este caso, no nos ayudan.

3. Un proceso progresivo e incentivos a la industria peruana

A través de la SPDA, se propone a mediano plazo que para las bolsas de portabilidad de mercancías, se incentive la promoción de las bolsas reusables y que de manera excepcional, se puedan también usar bolsas hechas de bioplásticos (o biopolímeros) como es el caso de las bolsas hechas de almidón de yuca o las que el ITP ha mostrado que se pueden hacer con los restos del perico. Opciones para innovar hay, pero va a demorar un tiempo a que se desarrolle dicha industria y por lo tanto se deberían dar incentivos al sector.

A corto plazo, consideramos que una medida disuasiva, que tenga como impacto reducir el uso de bolsas plásticas de un solo es que se implemente un cobro por las mismas de manera obligatoria. Ello ha funcionado ya en varios países para reducir el uso de las mismas. Y que durante ese plazo que también se promovería el desarrollo de una industria para que podamos fabricar biopolímeros o bioplásticos en el Perú, se prohíba el uso de bolsas que por sus cualidades no sean reciclables o que, por su forma de descomposición, no se conviertan en materia orgánica. Es decir, aquellas bolsas biodegradables (tal como están definidas hoy) que no se pueden reciclar y que se fragmentan en pequeños pedazos de plástico, deberán ser prohibidas.

Ello también implica que la gestión de residuos sólidos en el Perú priorice la gestión de los residuos orgánicos y que hayan adecuados lugares para aquellos bioplásticos que son ¨compostables¨. Este es otro término importante cuando empezamos a hablar de bioplásticos, ya que estos si se vuelven material orgánico, pero solo en plantas de compostaje industrial, bajo ciertas condiciones y después de cierta cantidad de tiempo.  Hay bioplásticos que, aunque son etiquetados como compostables, no se convertirán en materia orgánica en pocos meses si es que terminasen en el mar o un río. Según el análisis del PNUMA, el único bioplástico que se biodegrada por completo en los ecosistemas marinos es el rayón o celulosa.

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[1] UNEP (2015) Biodegradable Plastics and Marine Litter. Misconceptions, concerns and impacts on marine environments. United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi.

UNEP (2015) Biodegradable Plastics and Marine Litter. Misconceptions, concerns and impacts on marine environments. United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi.

 

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