Impertinencia y malcriadez del ministro Oscar Ugarte


Por Juan Sheput


No se si al Ministro Ugarte le gustaría que en los funerales de un ser querido alguien se apareciera y vociferante repartiera pastillas para la resaca o libritos de chistes rojos. De repente se enojaría ante el atrevimiento o tal vez no ya que su talante progresista se lo impediría.


El Ministro Ugarte, envalentonado por una prensa irreflexiva que lo felicita por propagar una píldora que impide el embarazo sin medir las consecuencias futuras, se ha permitido dar declaraciones impertinentes y maleducadas, en un contexto de mucha importancia para la Iglesia Católica: la Semana Santa.

En efecto, con muy poca clase y con una categoría digna de un pandillero, el Ministro de Salud Oscar Ugarte, a través de una nota de prensa, aconseja utilizar preservativos en Semana Santa. Esta actitud, de muy poco respeto y falso realismo, ha sido celebrada con gran inmadurez por un sector importante de columnistas, blogeros y tuiteros, lo cual refleja no sólo poco análisis sino gran irresponsabilidad.

Pareciera que en estos tiempos ser realista, progresista o vanguardista significa ser tolerante con los homosexuales que ventilan sus intimidades en la señal abierta de televisión, los bisexuales que con sus comentarios confunden a adolescentes sin educación o fornicadores seriales que empujados por sus complejos destruyen la unidad familiar. Esa es la modernidad o lo políticamente correcto en estos tiempos de degradación de lo poco que nos queda como sociedad. Una persona puede tener la preferencia o estilo de vida que su libre albedrío le concede, pero de allí a expresarla públicamente sin respeto por los que tienen ideas diferentes es un exceso.

No me considero un católico practicante pero sí le debo mucho, muchísimo, a la Iglesia Católica. Considero que viene contribuyendo desde hace mucho a la formación de la nación peruana y que el Perú debe estar agradecido con su participación protagónica en el quehacer nacional. Conozco a muchos sacerdotes y hermanas consagradas que son personas de primer nivel, dedicados a su grey y que en silencio se dedican a los más necesitados, a cambio de nada. Y que en esta Semana Santa, fecha emblemática para los miembros de la Santa Madre Iglesia, hacen un alto en el camino a partir del recuerdo del dolor del Señor. Y si hay algún individuo que con sus acciones ensucia el nombre de la Iglesia Católica, pues son las excepciones que confirman la regla divina que siguen millones de vidas consagradas al servicio y la santidad.

De allí que las declaraciones del Ministro Oscar Ugarte, sin respeto por el contexto en que se hacen, Semana Santa, hayan generado justa indignación. Demuestra ser un funcionario sin categoría, que se pone a las órdenes de lo políticamente correcto aún cuando la posición mayoritaria no sea lo que más convenga al país.

Si hay alguien maleducado e impertinente ese es el Ministro Oscar Ugarte. Un falso humanista, que pregona preocupación al mismo tiempo que es cómplice logístico de más de un faenón. Si en algo discrepo con el Cardenal Cipriani es en su pedido de renuncia de este Ugarte al gabinete. No estimado Cardenal. El Ministro Ugarte es un digno representante del gabinete de Javier Velásquez Quesquén, un simple secretario a la medida de los caprichos del doctor Alan García.