Ley del Señor de los Milagros: manoseo religioso aprista


Con su costumbre de recurrir a lo que sea para distraer la atención de los verdaderos problemas de corrupción del país, el gobierno aprista recurrió al manoseo de la importancia del Señor de los Milagros para tratar de ganar popularidad en su saliente mandato y promulgó una ley que lo declara Patrono de la Espiritualidad Religiosa Católica de la República del Perú.


El proyecto fue presentado por el Ejecutivo y aprobado en el Congreso de la República. Inicialmente el Ejecutivo había intentado hacerlo patrono del Perú, pero ante los celos de los evangélicos, que protestaron por ello, decidieron hacerlo Patrono solamente de la "Espiritualidad Religiosa Católica de la República del Perú", todo un cálculo político.

En primer lugar, siendo este uno de los gobiernos más corruptos que ha existido, es un insulto que el gobierno aprista realice proclamas espirituales de religiosidad tratando de engañar sobre su verdadera naturaleza moral, pues el más indignado por tanta corrupción debe ser Jesús: no hay intención de frenar la suma de traiciones y faenones con el patrimonio de todos los peruanos como el gas, los puertos, Collique, etc.

Se atribuye funciones que no le corresponden

Pero lo más cantinflesco es que permitan tratar de decidir qué patrono pueden o no pueden tener los católicos, eso no le corresponde decidir al gobierno. Los patronos han sido declarados por el Papa o por los obispos católicos, lo cual sigue sucediendo en tiempos modernos, por ejemplo, con la proclamación de Santa Brígida de Suecia como Patrona de Europa por parte de Juan Pablo II.

En otros casos, ciudades y gremios declararon su patronos, pero esto sucedió como consecuencia de decisiones colectivas, no de imposiciones, como cuando por consenso unánime el 21 de setiembre de 1715 el Cabildo de Lima declaró al Señor de los Milagros "Patrono y Defensor de la Ciudad".

Por un lado García mantiene un gobierno lleno de faenones y escándalos como el de la cachetada. Pero por otro lado se cree predicador recitando pasajes de los evangelios, hablando sobre el alma, aspergiendo agua en los sepelios (creyéndose cura) pero a nadie engaña y si los católicos desean optar por algún patronazgo, al último al que consultarían sería a García, que será mandatario político, pero no tiene ninguna autoridad moral en la comunidad católica.