Fujimorista Guerra García se lanza de precandidato por Fuerza Social


Trabajó en el corazón del fujimorismo dirigiendo el diario oficialista El Peruano y avaló el golpe de Estado que cerró el Congreso de la República

La agrupación política Fuerza Social se autodenomina democrática, sin embargo aceptó la precandidatura presidencial del fujimorista Hernando Guerra García, quien adelantó que competirá con Marco Arana en las elecciones internas.


Guerra García trabajó en el corazón del fujimorismo dirigiendo el diario oficialista El Peruano , que se deshacía en halagos a la dictadura fujimontesinista, y avaló el golpe de Estado que cerró el Congreso de la República y destruyó la democracia.

El precandidato reconoció que estuvo “de acuerdo” con el autogolpe de Fujimori en 1992 y adujo que en ese momento muchos peruanos veían que “se estaban haciendo las cosas correctas”.

"No me arrepiento de haber estado en El Peruano porque no escribía a favor de matanzas, no ataqué a la gente, pero sí creo que me equivoqué en la perspectiva política de ese régimen”, dijo en Canal N, pero Guerra García fue incapaz de condenar los actos de corrupción y las violaciones de derechos humanos.

Pese a su pasado, se autodefine como de "izquierda moderna" que representa a los emprendedores y que propone la distribución de la riqueza a través del esfuerzo de la gente, y no una economía que se concentre en tres o cuatro empresas con todos los privilegios concedidos por el sector público, pero Guerra García nunca criticó el favoritismo de Fujimori a actividades monopólicas ni su Constitución que pretende perpetuar concesiones entregadas en actos de corrupción, los cuales Guerra García alega no conocer, pese a que eran de conocimiento público.

Resulta pues pintoresco y miope el colorido de Fuerza Social, que acusa de antidemocráticos a los demás partidos, pero encumbra a un empedernido fujimorista que, dado el alto cargo que ocupó en la dictadura, pudo incluso haber sido un agente de la CIA.

Por otro lado, arrastran al padre Marco Arana, tan mal preparado en su formación sacerdotal que cree que es correcto ser sacerdote y a la vez ambicionar estar en una plancha presidencial.