Alan García: Servilismo ante el enemigo

Meses atrás, cuando el presidente de Chile, Sebastián Piñera, visitó nuestro país, Ollanta Humala, el candidato de Gana Perú, hizo llegar al visitante una carta en la que además de saludarlo le expresaba la conveniencia de que Chile pidiese públicas disculpas al Perú por la venta de armas a Ecuador y por el espionaje (caso del suboficial Ariza).

 

 

La mencionada comunicación escrita puede o no haber gustado al señor Piñera, pero en lo que a nosotros respecta, es bueno recordar al enemigo chileno que, por lo menos, debe tener buenos modales.

En estas semanas de elecciones varios políticos chilenos, alarmados por las posibilidades de que Ollanta Humala sea elegido presidente del Perú, no han dudado en expresar sus opiniones, frente a lo cual el gobierno peruano en ningún momento les solicitó a esos chilenos que se abstengan de intervenir en el proceso electoral peruano. Pero lo peor no es el silencio de las autoridades peruanas, sino que el mismo presidente Alan García haya dicho lo siguiente, refiriéndose a la sugerencia de Ollanta Humala:

 “[…] porque trae el peligro de abrir frentes, donde los que van a pagar el pato son los 150 mil peruanos que están en Chile”.

Con estas serviles palabras, Alan García, presidente del Perú, se convierte en el altoparlante de la burda extorsión que pretenden realizar los chilenos tomando en rehenes a los miles de peruanos que están en Chile, de modo tal que el mensaje de los rateros chilenos es “Dennos todo lo que deseamos; o, si no, los peruanos que están en Chile pagarán las consecuencias”.

La utilización de los peruanos convertidos en instrumento de presión a favor de Chile es un brutal desmentido a la política de “cuerdas separadas” del gobierno aprista, según la cual mientras Chile usurpa nuestro mar territorial y continúa en control del triángulo de tierra de Tacna, mientras Chile ejerce espionaje (caso Ariza1) y mientras maltratan y humillan a nuestros connacionales, el gobierno peruano da todas las facilidades a Chile para que siga manteniendo su hegemonía económica en el Perú.

En las relaciones internacionales cada país observa la situación y recurre a argumentos, ofrecimientos, amenazas, según le convenga. En este caso Chile cree que Alan García representa de verdad al Perú y agita el fantasma de la expulsión de los peruanos, algo que sólo preocupa a un gobernante incapaz y corrupto, puesto que la sola existencia de una  gran masa de emigrados pone en evidencia que en vez de gobernantes eficientes tenemos ladrones y sirvientes de Chile.

Quiénes son los peruanos que están en Chile
El Perú es uno de los países de mayores riquezas naturales del Continente, y en él no debería existir la pobreza; pero tenemos pobreza porque los políticos corruptos y las empresas transnacionales se llevan la riqueza de todos los peruanos. Ese saqueo que desde la época del guano y del salitre enriquece a los corruptos de acá y a los aprovechadores de fuera explica que el 80% de la población  esté en la pobreza, sufriendo desempleo, empleo precarizado, asesinatos si reclaman por sus tierras, etc., etc.  

En este escenario debemos comprender a nuestros compatriotas que huyendo de la miseria emigran para poder ahorrar algo o para no morirse de hambre. Los peruanos que están en Chile tienen las siguientes características:

1) Son muy pobres.
2) No han podido encontrar empleo adecuado en el Perú.
3) Proceden de hogares en que no se les inculcó sentimientos de dignidad nacional ni valores de patriotismo.
4) Tienen autoestima personal muy baja,
5) Su nivel de conciencia social los incapacita para intervenir en la vida política, no son agentes de cambio.

En lo que respecta a 5) (“Su nivel de conciencia…”), podemos decir que no sólo los que se van a Chile sino la mayoría de los que emigran del Perú a cualquier otro país son cómplices indirectos de la corrupción, puesto que con su fuga o salida del país dejan el campo libre para que los políticos venales y traidores hagan lo que quieran en el Perú. Si los más de dos millones de peruanos que están en el extranjero se hubieran quedado, ya habrían provocado los cambios políticos y sociales que se niegan a realizar políticos entreguistas, corruptos y vendepatria, que se guían por la consigna “Cuantos menos peruanos haya, más tranquilamente robamos”.

En cuanto a la tercera razón (entorno familiar), lo más grave es que ese vacío en su formación de valores les impide discriminar y juzgar adecuada y decorosamente qué hacer con sus vidas sin causar vergüenza a sus familias y a su país. Consecuentemente, estas personas que desde su hogar no saben nada de la historia del Perú ni de cuáles países son amigos o enemigos del Perú, ven a Chile como a cualquier otro país. Cuando llegan allá y son sometidos a las humillaciones que nos ha mostrado más de una vez la televisión aguantan todo, porque carecen de amor propio, no les importa que en sus personas se está haciendo escarnio del Perú y de los peruanos.

Ante esta situación un  jefe de estado peruano no puede actuar cobardemente y decir “No agiten el ambiente porque los peruanos de allá van a pasarla mal”; en vez de eso debería preguntarse qué ha hecho él como gobernante para dar a los peruanos el nivel de vida que nos corresponde según las riquezas de nuestro país. Pero como para estos políticos todo es robo y coima, los peruanos sanos debemos enfrentar la realidad  y rechazar el chantaje chileno de maltratar a nuestros compatriotas para que les dejemos hacer acá lo que les dé la gana.

La respuesta digna es que —digan lo que digan los chilenos sobre los peruanos que están en Chile— afirmamos la defensa de nuestros intereses nacionales en lo siguiente:

1) Desenmascarar la cortina de humo que se tiende con la demanda ante la Corte de La Haya, demanda que sirve para ocultar la entrega territorial del triángulo de tierra de Tacna que los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García realizaron para favorecer a Chile.  Exigimos a quien salga elegido presidente en junio que restablezca la soberanía territorial peruana sancionada en el tratado de límites de 1929 (punto Concordia a la orilla del mar).

2) Desalojar a chilenos que han adquirido en el Perú tierras agrícolas2 como paso previo a formular reclamos territoriales y llamar en su auxilio a la fuerza armada chilena, tal como hicieron a los bolivianos para robarles su provincia litoral de Antofagasta.

3) Por ser imposible una relación equilibrada y por convenir a los intereses nacionales, suspender las operaciones de aerolíneas chilenas en el Perú hasta que se logren las siguientes condiciones de igualdad: a) que el Perú tenga una aerolínea de bandera; b) que Chile demuestre que los aviones peruanos que vuelen al sur encontrarán destinos provechosos equivalentes a lo que los chilenos encuentran (EE. UU. y Europa) volando al norte y utilizando el espacio aéreo peruano3.

4) Mantener en suspenso la aplicación del “Acuerdo de Complementación Económica” Perú-Chile hasta que se subsanen los defectos que señaló el Tribunal Constitucional, lo que se cumplirá: a) mencionando explícitamente la soberanía de nuestro mar territorial en los mismos términos manifestados ante la Corte Internacional de Justicia; b) estableciendo la potestad del estado peruano de expropiar empresas chilenas por razones de seguridad nacional.
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1 Leer Espionaje chileno. Del siervo sufriente al siervo complaciente.

2 El triángulo de tierra tacneña que Alejandro Toledo y Alan García han cedido a Chile para que proyecte líneas al mar que nos roban aguas territoriales es de aproximadamente 3,6 hectáreas. Si a esto sumamos las propiedades agrícolas que los chilenos testaferros de su gobierno poseen en el Perú, entonces Chile se ha apoderado ya de cientos de hectáreas de territorio peruano, mientras tenemos cientos de miles de campesinos sin tierra.

3 Aunque Chile tuviera la buena voluntad de corresponder, será imposible que en vez de la Antártida nos ofrezcan algo de valor. Todo el negocio está volando al norte, no al sur; y teniendo el Perú la ventaja de su posición geográfica, no debe ponerla al servicio de Chile, país enemigo que tanto nos ofende y continúa usurpando tierra y mar tras los latrocinios de Arica y Tarapacá.