Una vez sometida la mafia fujimorista a la acción de la justicia por sus presuntos delitos de corrupción y lavado de activos, entre otros, el chat “La Botica” de esta supuesta organización criminal mostró que tenía un plan para desprestigiar al fiscal José Domingo Pérez y atacarlo presentándolo como alguien que actúa por “odio” en lugar de justicia.

Todo parece indicar que el cardenal Juan Luis Cipriani, quien tiene presencia en los medios y hasta programa radial y televisivo sabatino, era uno de los miembros de ese chat o bien era mantenido al tanto de las confabulaciones para manipular la opinión pública.

El mandamás de la estrategia mediática de Keiko Fujimori, Pier Figari, ordenó, como muestra “La Botica”, hacer parecer que sólo es “odio” del fiscal Pérez. Antes de conocerse el chat “La Botica”, ya se tenía claro que el “odio” era una consigna fujimorista para desprestigiar la acción de la justicia, como cuando se refirieron reiteradamente a la anulación del indulto Alberto Fujimori y otros casos, buscando hacer creer que es sólo “odio” cualquier acción de la justicia encaminada a investigar y procesar a los corruptos de su mafia.

Coincidentemente, en los últimos sábados, Cipriani no deja de referirse al “odio” para coyuntura actual y hasta cuando ha estado ausente de su programa, su sustituto también se ha referido al “odio”.

Es lamentable que un personaje de la Iglesia, detestado por haberse arrastrado ante el fujimontesinismo de la década de 1990 al defenderlo en sus aberraciones más brutales, después de haber pedido perdón continúe en las mismas obscenas andanzas para defender el delito.

A sus peroratas de "odio" y velada defensa de la corrupción fujimorista, este sábado 24 de noviembre ha llegado al colmo de defender en RPP el asilo de Alan García en Uruguay, quien como todo el Perú sabe, sólo pretende escapar de la justicia por los graves delitos por los cuales es investigado.

“El asilo es una herramienta de la democracia, no es una escapatoria ni es un agravio. Es una manera de defenderse cuando uno piensa que su derecho y su dignidad están en peligro”, dijo Cipriani defendiendo la cobardía de García.

Sin mencionar directamente a Keiko Fujimori y a su presunta organización criminal, manifestó: “La gente tiene derecho a que primero se defienda, y hay una sentencia”. “No se trata de decir “Cipriani protege la corrupción”. No señores. Cipriani protege el derecho de las personas y la democracia y el estado de derecho”, agregó, dando con ello a entender con infamia que no hay democracia ni estado de derecho.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”

La ciudadanía peruana está en sintonía con esta bienaventuranza,  existe un clamor general por justicia.  Los audios de los escándalos del sistema de justicia han llenado de indignación a la gente, y, aunque ya se sabía que hay magistrados corruptos, son las primeras pruebas que aparecen sobre la podredumbre representada una de las mafias judiciales, la organización criminal “Los Cuellos Blancos del Puerto”.

En esta coyuntura, la ciudadanía está atenta y exige se limpie la Fiscalía, el Poder Judicial y el Consejo Nacional de la Magistratura, este último ya desaparecido y en pronta reforma por iniciativa del presidente Martín Vizcarra.

En este contexto se esperaría que un religioso realice una labor de concientización para conseguir una justicia limpia, que enseñe que esta bienaventuranza, entre otras cosas, significa que una persona de bien debe tener distintos grados de comportamiento ante la injusticia:

  • Combatirla quienes tienen en sus manos hacerla y más aún quienes reciben sueldo para ello
  • Crear conciencia contra la injusticia, quienes tienen alguna labor en los medios o docente
  • Defender la justicia, como hace la ciudadanía que protesta contra repugnantes personajes como César Hinostroza, Pedro Chávarry y otros magistrados
  • Y aquellos que no tienen posibilidades de participar en los supuestos anteriores, al menos indignarse con la injusticia, desear la justicia y no caer en la indolencia

Pero en Cipriani vemos una labor diabólica al buscar envilecer la justicia y pretender hacerla parecer como “odio” si ésta actúa contra los poderosos políticos corruptos que tanto daño hacen a todos, pero en especial a los más débiles. La docencia de este cardenal es presentar a una justicia pervertida como ideal, lo cual es muy grave, más aún por su cargo, pues todo religioso sabe que uno de los atributos de Dios es la justicia y debería ser muy cuidadoso al abordar cualquier tema de justicia.