Tapia, agente prochileno caviar, divide al nacionalismo

Parlamentarios Cayo Galindo e Isaac Mekler lo acusan de mangonear  en el partido, pese a no haber sido elegido


"Tapia es quien manda en el partido. Ollanta es un buen hombre, pero no lo maneja él... se trata de una movida deshilvanada, pobre e inmadura", señaló el parlamentario Isaac Mekler, en declaraciones a Canal 2.


Además de Mekler, también salió al frente el nacionalista Cayo Galindo quien confirmó lo que dice Mekler, y fue todavía más enfático: "Lo que quiere Tapia es genuflexión y sumisión de la bancada y eso no se lo vamos a permitir. Al señor nadie lo eligió, a nosotros sí. Él  pretende tomar control del Comité Ejecutivo Nacional incorporando a sus amiguitos", denunció.

Explicó que Tapia desacredita a los parlamentarios porque son los que dan mayor oposición en el partido. "Tapia es quien aconseja estas alianzas radicales que son los grandes perdedores de la historia del Perú", deploró.

Galindo reveló que existe "un grupo de facto" que quiere condicionar la actuación de los parlamentarios. "Pretende amenazar a los parlamentarios de la bancada. Yo soy fundador del partido, fui personero del nacionalismo, secretario nacional de Organización, y no podría dar un paso al costado del partido. Quienes tienen que hacerlo son otros, la misma población los rechaza", sentenció.

Las movidas prochilenas de Tapia

Una vez que se le dio sitio en el Partido Nacionalista, el trabajo de Carlos Tapia, agente prochileno, es neutralizar la visión nacionalista y el esclarecimiento respecto de la situación del Perú ante Chile.

Así, se le ha visto personalmente defender al sirviente prochileno Allan Wagner, traidor denunciado por el congresista tacneño Juvenal Ordóñez (ver: Tapia: agente prochileno en el partido nacionalista).

Los hilos de Tapia se mueven para impedir que el nacionalismo proponga medidas eficaes y marchas contra los corruptos intereses chilenos: gas, cielos abiertos, Lan, puertos, empresas estratégicas, falsificación de la Historia de la Guerra de Rapiña de 1879, etc.

De este modo está cumpliendo bien su papel, consiguiendo que el Partido Nacionalista actúe con tibieza y mediocridad esperando “sentado” que los chilenos consigan más ventajas en contubernio con el gobierno aprista: no hay marchas, no hay esclarecimiento en los locales partidarios, y, salvo excepciones, las iniciativas legislativas de los nacionalistas parecen contemplar plácidamente el avance de las malas prácticas chilenas, traicionando así la voluntad de muchos electores peruanos que veían en el nacionalismo a un frente contra el avance chileno.