Pisco y demanda ante La Haya ¿Señales de cambio?


Esta semana llegan de Chile noticias de que soplan allí, aunque sea débilmente, vientos de sensatez, y van entendiendo que con mirar las cosas como son se puede evitar desgaste emocional y político, deterioro de imagen, etc.


El pisco. El viernes 30 de octubre de 2009, en el diario santiaguino El Mercurio, el señor Patricio Tapia, refiriéndose al pisco, escribe: “Admitámoslo de una vez. El pisco sour peruano es mejor que el chileno. Punto. Ellos lo inventaron, sólo ellos logran esa voluptuosa y a la vez refrescante mezcla de acidez y cremosidad. Un vaso lleno de espuma, blanca, ácida, turgente. Te tomas uno y quieres otro. El nuestro es jugo de limón con pisco. Y azúcar flor, claro. No mucho más. Pero para hacer un gran pisco sour se necesita pisco”.

No se trata de que simplemente reconozca lo que es el pisco peruano, sino que, además, pone las cosas en su sitio. Tomando distancia de quienes por “nacionalismo” creen que la bebida de su respectivo país es la mejor, anota “La verdad es que, aunque lleven el mismo nombre, son muy diferentes. Y desde muchos ángulos, aunque las bases son las mismas: vino destilado de uvas. Se fermentan uvas y luego ese vino se calienta en un alambique para evaporar el alcohol y luego condensarlo. Y ya tenemos el espíritu”.

De eso se trata: son dos bebidas diferentes. Tapia entra a un análisis técnico para explicar las diferencias. Menciona, por ejemplo, que en la elaboración del pisco chileno se emplea agua para regular el grado de alcohol de la bebida, mientras que en el pisco peruano eso es impensable; nuestro pisco es resultado de la destilación pura del vino. Pero debemos evitar precipitarnos y decir que por el empleo del agua los chilenos engañan; simplemente es la manera de trabajar que tienen; porque si criticamos a los chilenos por utilizar agua en la fabricación de su bebida, tendríamos que arremeter también contra el vodka y el whisky, aguardientes1 en los que el agua cumple función similar que en la preparación del pisco chileno. En conclusión, el error de los chilenos fue poner el nombre de pisco a una bebida diferente.

Demanda ante La Haya. Ayer sábado 7 de noviembre de 2009 el nuevo comandante de la marina de Guerra de Chile, almirante Edmundo González, fue entrevistado por el diario El Mercurio y respondió a toda clase de preguntas: sobre su vida, su vocación por el mar, sobre la relación entre los militares y la política y sobre el caso de la demanda peruana presentada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. En este asunto parte de la premisa oficial de su país, esto es, que no existe ninguna cosa pendiente por tratar respecto a delimitación tanto en tierra firme como en el mar.

Siendo persona que parece estar bien informada, dice lo siguiente: “Me extraña que Perú sostenga que su mar territorial es de 200 millas, a diferencia de lo que dice la Convención del Mar de Jamaica 1982: que el mar territorial es de 12 millas”, lo cual indica que ha olvidado que en 1948 Ecuador, el Perú y Chile declararon en forma conjunta tener soberanía marítima sobre una franja de 200 millas2 a lo largo de sus costas. En lo tocante a la demanda peruana presentada ante la CIJ hubo una pregunta y una respuesta:
“-¿Cree que se le viene fácil a Chile?
-No. Nuestra cancillería hará el mejor esfuerzo, pero el escenario no es favorable para nosotros porque no tenemos nada que ganar. Cualquier fallo que se haga en contra de lo que hay hoy, para nosotros es perder. El escenario para ganar este partido con Perú en La Haya es el empate 0 a 0.”

Esta respuesta no creemos que sea pesimista; lo que sucede es que el almirante está bien informado del asunto y sabe que en la corte de La Haya no sólo se verán los aspectos específicos, técnicos, que tanto Chile como el Perú destacan en apoyo de sus posiciones. El tribunal tomará en cuenta, además, la contextualización histórica del caso, las raíces históricas, el surgimiento a la vida independiente de cada país y el territorio que tenían y lo que fue sucediendo después, y verá el prontuario de irrespeto por parte de Chile del Derecho Internacional, como el despojo de territorios realizado contra Bolivia y el Perú; incumplimiento de tratados que firmó, como el de Ancón, que contemplaba la realización de un plebiscito en Tacna y Arica para que la población decidiera a qué país pertenecer, plebiscito que Chile se negó a realizar; la negativa chilena a reconocer que la línea demarcatoria marítima empieza en la orilla del mar, en el punto Concordia, establecido en el tratado de 1929 y confirmado3 por los Congresos de ambos países, etc.

O sea que esto es como el caso de una persona que va a buscar trabajo: se presenta bien vestida a la entrevista, se expresa de la mejor manera, responde lo que le preguntan, etc.; pero el futuro empleador no sólo mira y escucha, también averigua los antecedentes policiales y judiciales del candidato al puesto de trabajo. Ése es el punto; esto es lo que empiezan a entender los chilenos.
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1 Caemos en falta de información los peruanos cuando decimos que nuestro pisco es el mejor, el bueno, y que el pisco chileno es simplemente “aguardiente de uva”. La realidad es que ambos, el pisco peruano y el chileno, son aguardientes. El diccionario de la Academia define así la palabra aguardiente: “Bebida espiritosa que, por destilación, se saca del vino y de otras sustancias; es alcohol diluido en agua. Aguardiente de caña, de guindas, de Cazalla.” En ese sentido, el vino no es aguardiente, porque no se procesa con destilación; pero el pisco, el vodka y el whisky sí son aguardientes.

2 Atención a esto: los tres países proclamaron soberanía de doscientas millas, no menos ni más; si alguno de los tres resulta con menos de esas doscientas millas, algo anda mal.

3 Para que los tratados de límites entre países sean válidos deben cumplir por lo menos dos condiciones: a) tener la denominación específica de tratado; b) ser refrendados, aprobados, por los Congresos de los países firmantes.