Raúl Wiener
El último miércoles se realizó un multitudinario evento de homenaje al maestro César Lévano, que era un evidente reconocimiento a una trayectoria de periodista, escritor, profesor universitario, promotor cultural y musical, luchador social, y al mismo tiempo un claro respaldo a su labor como director de nuestro diario La Primera, desde hace siete años.
No ha sido el único gesto de adhesión y fidelidad de nuestros lectores. Desde que una primera medida cautelar de Indecopi, a comienzos de junio, nos suspendió el derecho a usar el logotipo y el nombre con el que hemos sido reconocidos en el mercado, en una disputa comercial con una fantasmal empresa panameña, las ventas se han mantenido invariables e incluso han mejorado, porque los que nos leen saben distinguir al medio con el que se identifican.
Si se quiere, otra demostración de que no es posible falsificarnos, ha sido el rotundo fracaso del intento del empresario José Lolas Minai (el mismo que está detrás de las cautelares) de poner en circulación una revista que copiaba nuestro logotipo y que duró solo cinco números.
Será porque seguimos a pie firme y que la gente sigue pensando que somos los auténticos y los únicos, que a pesar de habernos privado de nuestros signos distintivos, los promotores de la medida cautelar, se han desesperado y agregado una nueva demanda afirmando que el número 1, que ha estado reemplazando nuestro logo, tampoco lo podemos usar, por una supuesta semejanza.
EL ASPECTO JURÍDICO
En ese punto estamos ahora, en el que existen varias resoluciones de primera instancia de Indecopi, otorgándonos la razón en el sentido que debe cancelarse el registro de la denominación La Primera que fuera registrada a nombre de la empresa afincada en Panamá, Servicios Generales de Asesoría y Administración S.A., sin capital alguno, y de la que figura como representante el señor Lolas.
Esas resoluciones cancelan la marca y el logotipo con la que apareció La Primera en el 2005, y que desde el 2006 dejaron de ser utilizadas por sus propietarios originales.
Estas resoluciones están en apelación, y si se ratifica lo resuelto en primera instancia la empresa panameña no tendría nada que reclamar y los actuales editores del diario tendrían expedito su derecho a reclamar la prioridad en la reasignación de las marcas canceladas.
Como el tiempo corre en contra, Lolas y la espectral empresa panameña están recurriendo a las cautelares que se sustentan simplemente en que el proceso de cancelación de marcas aún no se ha concluido y que aún son formalmente titulares.
La lluvia de cautelares, la están acompañando además con diversos movimientos para sacar un apócrifo diario La Primera, para lo cual ya contarían con contrato con la imprenta de un diario local y han estado ofreciendo empleo a diversas personas, incluidos miembros de nuestra redacción.
El modo de resolver de Indecopi es, por cierto, no solo contradictorio, porque actúa dando la razón temporal a quien está perdiendo en el proceso principal (de anulación de la marca original), sino que pretende “proteger” un derecho de propiedad que no fue invocado durante años, y que permitió el uso legítimo y consentido no solo por parte de Editorial Nilai SAC, actual editora de La Primera, sino de otras empresas precedentes.
En realidad el efecto real de las cautelares ha sido afectar la edición normal de un medio que sale regularmente y supuestamente favorecer a quien no está produciendo nada.
Sopesando los derechos invocados por cada lado, se ve que estamos ante una situación lindante con lo absurdo.
EL ASPECTO POLÍTICO
Pero está fuera de toda discusión que el litigio en marcha tiene un trasfondo profundamente político, porque se trata de una tentativa para dañar, confundir y de ser posible impedir la edición de un órgano de prensa que tiene un papel ganado dentro de la opinión pública nacional.
Somos, como todos lo saben, el diario de las causas nacionales y populares, el bastión reconocido de la lucha contra la corrupción, el actor periodístico principal de los tres últimos procesos electorales, el diario pequeño que enfrenta la gran concentración de prensa.
De cualquiera de estos campos se pueden encontrar dirigentes de la vieja política y grupos de interés poderosos que celebrarían que este diario no existiera. Pero existe y no es un nombre o un diseño gráfico, sino un espíritu independiente y luchador que ha conquistado las calles.
¿A quién y a qué intereses responde la ofensiva del Sr. Lolas en Indecopi?
No sabemos, aunque seguramente no es ninguna coincidencia que nos hayamos topado recientemente con declaraciones provocadoras de personajes ligados a la corrupción que son protegidos por otros medios, y cuyo verdadero rostro hemos puesto en evidencia.
Vista desde cierto ángulo, la intentona de desestabilizarnos sigue la lógica de la concentración mediática, porque busca dejar a los lectores sin otras opciones que las que maneja la gran familia.
¿OPERACIÓN MÁS GRANDE?
Falta saber si Lolas está consciente de lo que está haciendo o es un instrumento más de una operación más grande para terminar de controlar los canales de información y los espacios de opinión nacional en el Perú. En lo inmediato, nos hemos sometido nuevamente a los excesos cautelares de Indecopi, que cautelan lo que no existe, y afectan a un medio que mucha gente lee.
La forma que hemos adoptado provisionalmente está expresada en la denominación Diario Uno. Falta saber si Lolas también exija que la palabra Uno, también le pertenece, con lo que podría llegar hasta una controversia con los matemáticos.
Lo esencial sigue siendo, sin embargo, que somos el diario que la gente quiere, éste que usted, amigo lector, tiene en la mano.
El que dirige César Lévano.
El que hemos sacado adelante y que mantenemos contra viento y marea, el que está orgulloso de ser el número uno en muchos campos, con el favor de nuestros lectores.
La Primera, 05.07.2014