Cambio de recetas en farmacias chilenas: “es una tremenda inmoralidad”

Uriel Garcia

“La misma ley nueva propuesta por el ministerio de Salud, con la complacencia del Congreso, hace que se confíe en lo que dice el fabricante”

Respecto de los peligros para la salud con productos como los chilenos ADN, a los que se atribuye inclusive la muerte de un niño de 7 años, Con Nuestro Perú entrevistó al doctor Uriel García, ex ministro de Salud del presidente Fernando Belaúnde, hoy asesor de Indecopi y patólogo en la clínica Javier Prado, quien señaló su preocupación por aspectos que se manejan con inmoralidad. En su opinión, los asuntos en materia de alimentos, hoy a cargo de la Digesa, deben corresponder a un organismo independiente del poder ejecutivo, que además integre a la Digemid, como sucede en Estados Unidos con la Food and Drug Administration. Nótese que el proyecto de creación del ministerio de Medio Ambiente pretende asumir las funciones de la Digesa.

 

—¿Por qué cree que durante el primer gobierno de García se suprimió el examen de bioequivalencia, vigente hasta el gobierno de Belaúnde?

—Porque los laboratorios del ministerio de Salud (Minsa) los han deteriorado de una manera muy grande, no hay presupuesto para optimizarlos, el gobierno prefiere fiarse de lo que el propio fabricante certifica sobre la bondad o no de la bioequivalencia. La misma ley nueva propuesta por el ministerio de Salud, con la complacencia del Congreso, hacen que se confíe en lo que dice el fabricante.

—No hay mucha justificación sobre el presupuesto, porque estos exámenes deben ser pagados por las compañías farmacéuticas que quieren vender sus productos en el Perú.

—Así es. Además, eso es resultado de que, cuando poco tiempo después que salí, tanto en el Minsa como en todas las entidades estatales, los fabricantes de medicamentos tenían voz y voto en todos los organismos de decisión, hasta ahora. ¡Es como si el ministerio de Defensa trajese a los fabricantes de armas para tomar decisiones sobre la política por seguir!

—¿Cuál es su apreciación sobre el escándalo de los productos ADN de la chilena Bbraun?

—Eso es consecuencia de la ambición desmedida que tienen algunos fabricantes de medicamentos, y de que los sucesivos gobiernos dejen pasar por alto lo relativo a las verdaderas propiedades de éstos.

—En este caso, ¿qué acción es urgente?

 

“…en el Minsa como en todas las entidades estatales, los fabricantes de medicamentos tenían voz y voto en todos los organismos de decisión, hasta ahora. ¡Es como si el ministerio de Defensa trajese a los fabricantes de armas para tomar decisiones sobre la política por seguir!”

 

 

 

—Lo urgente lo propuse en el Acuerdo Nacional y fue aprobado por unanimidad, pero fue suprimido de la decisión final a nivel de Palacio de Gobierno en la época de Toledo por una mano misteriosa, cuando estaba todo aprobado. Se necesita crear una agencia gubernamental independiente de cualquier poder del estado, como la Defensoría del Pueblo, que no tenga dependencia del Ejecutivo, que sea un organismo de supervisión para medicamentos y alimentos, conformado por un directorio donde por ley estén establecidos los calificativos de las 3 ó 4 personas que deban conformarlo, que sea muy ágil y simple, con una ley orgánica perfectamente delimitada para que se encargue precisamente de tener toda la supervisión de la comercialización de los registros, porque no se imagina el caos y el perjuicio para los consumidores en los alimentos, especialmente en los alimentos no perecibles, como envasados, enlatados y alimentos de todo tipo. Realmente es un caos, veo que los periodistas no se ocupan de la calidad de los aceites comestibles, que hacen un daño horroroso a la salud, las sopas enlatadas y una enorme cantidad de productos de consumo diario. El ama de casa va a los supermercados, que en la práctica están sin ningún control. Medicamentos y alimentos tienen que ser supervisados por una agencia totalmente independiente y que esté libre de tentaciones.

—Ahora estas funciones las realizan la Digemid y Digesa, pero tienen poco poder coercitivo, por ejemplo, El Hueco y Capón Center no cumplen con las regulaciones obligatorias mínimas para expender medicamentos, que se venden en forma criminal, sin control de temperatura, área mínima de local, farmacéutico, etc. Cuando se pregunta a Digemid por qué no los cierran, dicen que tras la sanción los comerciantes cambian de razón social y reabren. Para la Digemid la salud pública, la vida de las personas no justifica un inspector permanente en esos antros, con mayor razón si las multas normalmente son de 9 mil soles o más, lo cual cubriría sueldos.

—Simplemente eso sucede porque hay una inmoralidad a todo nivel. Por eso se requiere una entidad que sea totalmente independiente de influencias, como existe en otras partes, que no sería una carga para el presupuesto, porque de la inscripciones saldrían sus recursos propios, que serían ingentes y tendrían la suficiente capacidad para moverse con rapidez y enviar a realizar un análisis si se necesita hacerlo, inclusive, mientras equipan su laboratorio pueden contratar los análisis que no pueden realizar, con la mejor tecnología del mundo, porque allí también hay otra trampa y tentación, simplemente se contrata con un laboratorio idóneo para que se responsabilice por los resultados. De manera que las tentaciones para los malos manejos se diluyen mucho más.

—Hay una invasión de farmacias chilenas, que venden productos importados con unos céntimos menos, pero no se sabe de qué calidad, hasta se han quebrado laboratorios nacionales con esta competencia desleal. Lo más grave sucede cuando la gente va a estos locales chilenos con una receta, pero allí le inducen a comprar normalmente productos chilenos. En Inkafarma hasta hay un médico que le cambia las receta, por ejemplo lo hacían con el Ensure, que lo cambiaban por el ADN, que puede ser hasta mortal.

—Es algo tremendamente inmoral y eso depende de una inspección. Se necesita optimizar la inspección, para eso se requiere no tener funcionarios del ministerio precisamente en Digemid. Averigüe cuál es el promedio de duración que tiene un director de la Digemid, es alrededor de 6 a 8 meses, cambian en todos los gobiernos, lo cual es sumamente sospechoso e indicador de que no camina de manera adecuada y cada nuevo director hace lo contrario de su antecesor, eso indudablemente atenta contra los intereses de los consumidores de medicamentos.

—¿Alguna vez se llegó al abandono que ahora hay en cuanto a infraestructura hospitalaria cuando usted fue ministro?


—Hay varias cosas respecto de los hospitales, están mal y su equipamiento en este momento es un desastre, las normas de atención son un desastre. En el país se trata de solucionar los problemas de salud al revés, se comienza a construir hospitales cuando lo primero que hay que hacer es consolidar la parte de la salud primaria a nivel de la población. Mucho me acuerdo que en los años 60 estuvo un profesor del Johns Hopkins, que hizo un estudio sobre la salud pública en el Perú, que es el mejor estudio que se haya hecho sobre nuestro país, se llama Health Manpower in Peru. Allí este hombre, a quien yo no conocía (después lo conocí cuando elaboraba su manuscrito y yo estaba de médico visitante en el Johns Hopkins, hicimos amistad y nos reuníamos cada semana para revisar los borradores), me dijo que acá comenzábamos las cosas al revés. En esa época el ministerio de Salud era el más rico de Sudamérica, porque gozaba del impuesto, ahora desaparecido, que se llamaba Fondo Nacional de Salud y Bienestar Social, que tenía el 3% de cada empleador. ¿Qué hizo el gobierno? Construir hospitales, y este profesor, Thomas Hall, se quedó admirado de que no había consulta externa, no había una persona para tratar resfriados o diarreas, lo cual es una barbaridad en gasto, porque iban a un hospital. Lo que había que organizar era pequeños centros de atención primaria, postas Aunque este aspecto ha mejorado, gran parte de lo que decía es cierto hasta ahora, no hay suficientes pequeños centros de atención primaria. ¿Qué hace ahora el gobierno? Lo primero que dice es “vamos a construir hospitales”. Pero un hospital se debe construir cuando los estamentos primarios previos están llenos.

Ese es un punto, el otro es que en el Perú ya no existen médicos cirujanos, todos somos especialistas, gastroenterólogos, oftalmólogos, etc. El médico capaz de atender un infarto, apéndice, una vesícula, ya no existe, porque la misma estructura hace que los médicos egresados con título de médico cirujano nunca puedan hacer nada, van a tener que especializarse. Con la creación de las residencias, todos los médicos tienen que entrar en la especialización. Entonces vemos, por ejemplo, el hospital de Huacho necesita, radiólogo, laboratorista, dermatólogo, anestesiólogo. En Noruega, para 20 camas como las de Huacho hay 3 ó 4 médicos para todo, porque se han capacitado para eso, son médicos cirujanos, no como acá, que inclusive hay tecnólogos en orina, en sangre, no son tecnólogos para todo. No puede ser, allá sí, un mismo tecnólogo saca radiografías, análisis, etc.

—¿Estamos en feria de especializaciones?


—Exactamente, entonces el hospital de Huacho no funciona porque nadie quiere ir allá. Pero en realidad no necesita tantas especialidades, pero hay plazas vacías porque son excesivas y requieren más presupuesto. No puede ser que todos tengan que ser especialistas. En el Perú se forma especialistas, no médicos, debería replantearse la formación médica.

—Peor ahora que en lugar de médico hay un economista de ministro. Se considera al paciente como un producto industrial, como a destajo.

— Así es. Según las normas internacionales la consulta médica debe durar no menos de 25 minutos, si se considera como productividad es absurdo, porque en realidad se tiene parámetros mínimos de tiempo. Por ejemplo, un buen gastroenterólogo debe tener no menos de 25 minutos, pero dentro de la “productividad” se desnaturaliza esto. Uno de los parámetros de eficiencia de la consulta es el número de minutos mínimos, por ejemplo, la consulta psiquiátrica no puede ser menos de una hora.

—¿Qué otro aspecto se debería replantear?


—La cuestión de los medicamentos. Primero se debe obligar al uso de medicamentos genéricos. En Nueva York todos los recetarios de los médicos dicen los genéricos y en un rinconcito colocan el de marca, como opcional. Acá es al revés.

El otro es que no puede ser que un cáncer de cuello uterino tenga a parar al Instituto de Enfermedades Neoplásicas, como el cáncer de estómago. Deben ser tratados en los hospitales generales, porque no requieren de gran especialización. No puede ser que una diarrea infantil vaya al Instituto Nacional de Pediatría, siendo algo tan sencillo. No puede ser.

Otra cosa es el cumplimiento estricto de normas, que felizmente ya existen. No puede ser que en las unidades de cuidados intensivos, donde hay pacientes sumamente graves, con la inmunidad deprimida, entren y salgan personas ajenas al servicio, que no se tenga cuidado por parte del personal, desde los barredores hasta los médicos y enfermeras, hay mucho descuido.

—¿A eso se deberían las frecuentes epidemias de agentes patógenos como bacterias totalmente controlables, por ejemplo, la Klebsiela?


—A eso se debe, a los descuidos. Un sujeto está grave, por ejemplo, con infarto y neumonía, al borde de la muerte, con la inmunidad baja, y viene una enfermera con una afección a la garganta y se le permite entrar. No se cumplen las normas, es una cosa tremenda.

Otra cosa fundamental es que se debe establecer normas de los derechos de los pacientes y que se difundan con cartillas por ejemplo. La información a los pacientes y los familiares es casi inexistente, cuando es una obligación explicar con léxico común, sin palabras rebuscadas.
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