No me den Chino que Mande
 
No me den chino que mande,
no me den blanco sin plata,
no me den negro elegante,
ni mujer hermosa, beata.

 

 
Esa fingida humildad
con que el japonés obedece
al punto desaparece
si le dan autoridad:
Exige puntualidad,
apura al chico y al grande;
no hay mirada que lo ablande
ni sudor que lo doblegue...
Aunque la hambruna me llegue
no me den chino que mande.
 
El rico venido a menos
-llamado aquí "blanco pobre"-
es un tipo sin un cobre
que finge bolsillos llenos.
Odia los bienes ajenos
porque el ayuno lo mata.
Al fin estira la pata
recordando sus blasones...
Si me han de mandar patrones,
no me den blanco sin plata.
 
El negro, futre palé,
a su raza desestima,
se hecha lo que gana encima
y se luce en el "Café".
Francamente, yo no sé,
a que viene tal desplante:
Si no usa desodorante
ni le dura limpio cuello,
así, con falso resuello,
no me den negro elegante.
 
No me den hombre que llore,
ni me den mujer que jure,
no me den chino que cure,
ni médico que enamore.
Soltera que descolore,
ni casada siempre en bata;
cura que dé serenata,
ni estudiante con "bluyín".
Ni fea con camarín,
ni mujer hermosa, beata.
 
Pero por lo que Dios más quiera,
no me den chino que MANDE!

Nicomedes Santa Cruz