Crece contaminación del río Rímac ante incapacidad de ministro del Ambiente

Ante la incapacidad del ministerio del Medio Ambiente, la contaminación del río Rímac continúa en aumento no sólo haciendo más cara la purificación del agua potable para Lima, sino amenazando su calidad, mientras el ministro Ricardo Giesecke más parece un adorno que un miembro del gabinete.

 

Según cifra de El Comercio, Sedapal gasta 17,6% más, desde mayo, para potabilizar agua para Lima, entre otros, empleando compuesto de cloro y carbón activado, entre otros insumos, que costaron S/.12,7 millones en el 2010.

Según Sedapal, la contaminación proviene del río Huaycoloro, que desemboca en el Rímac, 1,5 kilómetros antes de la Atarjea. Debido al incremento de la contaminación hasta fin de año se habrán gastado más de S/.15 millones en recuperar el agua.

El Informe Técnico N.° 11 del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), publicado este mes con datos de Sedapal, muestra una tendencia creciente desde el 2008 en la concentración promedio de material orgánico, detectada en las plantas de tratamiento. El pico fue en junio de este año, con 1.735 mg/l, y aunque luego hubo una caída, el valor de setiembre (1.355 mg/l) es de todos modos 50,6% más alto que la del mismo mes del año anterior.

La Autoridad Nacional del Agua (ANA) informó tener registradas a 10 empresas que arrojan sus residuos industriales al río Huaycoloro. No obstante, comunicó que solo la compañía cervecera Ambev Perú tiene una autorización vigente para realizar vertimientos en el afluente del río Rímac.

En  2011, el ANA multó a tres empresas: la curtiembre Titán, la empresa de reciclaje Dekaplastic y la lavandería Lava Jeans, por arrojar sus desagües industriales sin autorización. Todas ellas han apelado ante la Fiscalía Ambiental de Lima.

Si así estamos en Lima, con una mayúscula incapacidad para controlar al río Rímac y evitar su contaminación, ¿qué se puede esperar  de los actos de contaminación industrial o minera que ocurre en zonas alejadas? No es de extrañar que el Gobierno tenga que atender conflictos sociales debido a que la ciudadanía no tiene  confianza en la capacidad de control ambiental por parte de las autoridades como el ministro del Ambiente.

Ante esta situación el ministro del Ambiente siempre tendrá una respuesta lista para disimularsu caótica gestión de burócrata de escritorio que no ve más allá de su nariz.