¿Se dedican ahora a promover el travestismo o la homosexualidad?

 

la cenicienta

 

Decepcionante fue la escenificación de "La Cenicienta" por parte del Ballet Nacional, espectáculo que culminó la semana pasada en el Museo de la Nación.


Los espectáculos de ballet deben sujetarse a una coreografía fija. Esto quiere decir, por ejemplo, que la pieza “El lago de los cisnes” comprende determinados números y escenas de baile, en Lima, Moscú, Londres o en cualquier país.

Sin embargo, el elenco del Ballet Nacional no respetó estas normas al presentar "La Cenicienta".

Para comenzar, la madrastra, en lugar de ser representada por una bailarina, fue suplantada ¡por un hombre vestido de mujer! Este travestismo no tiene justificación porque en el ballet sobran las mujeres, los hombres son minoría.

Este sujeto travestido era Mario Mendoza, quien no sólo violando la coreografía, sino en claro acto de vulgaridad, coqueteaba con los bailarines, hasta arrimaba su mejilla a éstos, algo impensable en una escenificación formal de La Cenicienta.

Durante toda su actuación, Mendoza se dedicó a realizar los gestos más sórdidos.

Resulta aberrante entonces la dirección de Olga Shimasaki, quien al final de cuentas es la responsable de la producción. Al parecer, esta señora no tiene ningún respeto por el público, con el agravante de que en su mayoría son menores de edad.

Para más pervertir a los niños, el travestido llamaba a los menores para que se tomen fotos con él, como si fuese un ejemplo que debían seguir.

¿No basta que la televisión esté degenerada con travestidos y vulgares? ¿También el Ballet Nacional debe seguir esos pasos? ¿Qué clase de educación tiene la directora Olga Shimasaki, que a la falta de profesionalismo en el ballet suma la grosería? ¿Y qué derecho tienen de representar al Perú estos grotescos personajes, si mantenemos su escuela con los impuestos que pagamos?