Arturo LoliPor: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

 

Hace varias semanas partió a la eternidad nuestro querido compañero, amigo y hermano Arturo Loli Caballero, secretario general del Comité Ejecutivo Distrital de San Borja del Partido Aprista Peruano. A propósito de tan lamentable pérdida viene a mi mente, en primer término, el apotegma inmortal del líder histórico del aprismo Manuel Seoane Corrales: “La muerte para los caídos apristas es apenas una ausencia transitoria de la vida terrestre”.

Estuvimos unidos por un sólido sentimiento fraterno y afectivo forjado en los últimos cinco años. Nos relacionamos en 1984 cuando me inscribí en los registros partidarios. Arturo había crecido influenciado por la formación ideológica de su padre, el entrañable compañero Arturo Loli Córdova —gestor del Comité Distrital de San Borja, distinguido vecino de la comunidad y prominente integrante de la Secretaría Nacional de Disciplina— quien lo llevó a conocer a Víctor Raúl en su adolescencia.

 

En esta hora triste para aquellos que compartimos con Arturo, no solamente una estrecha relación de labores partidarias, sino también mutuos anhelos, aspiraciones e inquietudes del quehacer político, quiero destacar algunas de sus más enaltecedoras cualidades.

 

Arturo LEAL: su militancia fue un referente de probidad con los postulados de izquierda democrática de nuestro movimiento social. Trabajó con intensidad por el retorno de la institucionalidad al Partido del Pueblo. Defendió la democracia interna y asumió una consecuente posición con relación a los difíciles problemas de nuestra organización.

 

Jamás confundió el valor de la lealtad con la complicidad o la sumisión. Quiero reiterar lo afirmado en mi intervención durante sus exequias, cuando tomé la palabra en representación del Comité Ejecutivo Distrital de San Borja: “… Arturo fue fiel al aprismo, no como otros que sólo son leales a su enriquecimiento ilícito y a su desbalance patrimonial. Trabajó para reivindicar los genuinos postulados de ‘pan con libertad’ y defendió principios, convicciones y propuestas destinadas a reconciliar la política con la decencia”.

 

Arturo dejó constancia de su rectitud en estos términos: “…Por estas justas consideraciones, requerimos y demandamos la realización del anunciado Congreso Nacional Extraordinario del Partido del Pueblo con la finalidad de renovar el Comité Ejecutivo Nacional y, especialmente, hacer un exhaustivo análisis de nuestra gestión gubernamental y de la profunda crisis institucional en la que estamos inmersos y cuya evidencia más visible son los recientes procesos electorales. No debemos evitar enfrentar nuestra dura realidad interna en momentos en los que el país requiere de un sólido sistema de partidos políticos capaz de atender y canalizar las demandas sociales de la inmensa mayoría de peruanos” (Visión San Borja, mayo de 2012).

 

Son abundantes los editoriales de Visión San Borja en los que mostró, invariablemente, una postura íntegra e insobornable. Fue el primer secretario general de la Juventud Aprista Peruana (JAP) de San Borja. Como tal desplegó un eficiente rol movilizando a la militancia en la difícil coyuntura electoral de 1980. Eran tiempos caracterizados por la afluencia de nuevas generaciones que llegaban a las filas del partido.

 

Arturo FRATERNO: consideró a todos los apristas como parte de una familia. Al ser elegido secretario general de la base sanborjina (2009), llamó —sin mezquindades ni cálculos políticos— a los militantes de las más variadas tendencias. Nunca formó parte de las numerosas sectas, cofradías, argollas y facciones antidemocráticas que se constituyen en maquiavélicas maquinarias de conspiración que intrigan contra nuestros propios hermanos.

 

Por el contrario, una actitud abierta, transparente y plural caracterizó su liderazgo. Creyó en la reconciliación de esfuerzos y voluntades para enfrentar juntos los retos del activismo en la colectividad. Influenciados por recelos y desconfianzas, ciertos compañeros obviaron oír sus exhortaciones y convocatorias. No obstante ello, nunca pronunció una expresión de agravio, ofensa o diatriba contra un aprista.

 

Arturo HONESTO: exhibió una hoja de vida limpia en su tarea política, profesional, familiar y ciudadana. Se caracterizó por la honradez de sus actos. Rehuyó usar su alto cargo dirigencial con propósitos sórdidos o subalternos. Declinó buscar un cupo en una lista municipal, regional, parlamentaria o un empleo en el sector público a fin de solucionar sus requerimientos económicos y hacer “caja” mediante negocios mal habidos con el estado. Tampoco se relacionó con dirigente nacional alguno del Partido del Pueblo en busca de prebendas, como sucede hoy en día sin mayor pudor.

 

Puso en evidencia una honradez prístina. No se prestó a manipulaciones, ni bajezas y se apartó —con firmeza y sin temores— del colectivo Renovar, del que había sido fundador, al constatar que aquellos habían distorsionado sus objetivos al convertirse en el resorte operativo de sombríos intereses individuales. Exteriorizó una conducta honorable que lo hizo ganarse admiraciones.

En lo personal, nos acercó su noble y solidaria preocupación cuando perdí a mi padre; y nuestra amistad creció profundamente en los variados encuentros en casa y, además, por nuestro común quehacer en la docencia. Y, por cierto, una coincidencia más: cada 9 de junio intercambiábamos saludos de cumpleaños. También, tuvimos nuestras diferencias: mi apatía hacia el fútbol se contraponía con su incondicional afición por ese deporte y su pasión por el Alianza Lima. En estos años de mutuo acercamiento aprendí a quererlo, apreciarlo, respetarlo y valorarlo.

 

Guardo en la retina de mis remembranzas más queridas los innumerables instantes que compartí con Arturo. Tuvo el gesto de hacerme su confidente de la cruzada que libró, con discreción y valentía, en los meses finales de su existencia breve, pero fecunda. En nuestras conversaciones manifestó siempre su inquietante desvelo por su familia y su partido. Afable, discreto y engrandecido por su espontáneo sentido de lealtad, fraternidad y honestidad, así lo vamos a evocar.

 

Estas reflexiones escritas al vaivén de incontables vivencias compartidas con él, coinciden con el reciente testimonio de nuestro genuino amigo y hermano de tantos años, Marco Flores Villanueva: “Pasamos juntos muchas aventuras políticas y luchamos juntos por el mismo ideal. Batallador, trabajador, gran organizador, indesmayable propagandista de una causa que, alguna vez, representó la línea ética de Haya de la Torre. Arturo fue leal con sus principios y con sus amigos. Muy sentido por su partida, queda en mi corazón su recuerdo imperecedero”.

 

(*) Docente, conservacionista, editor del boletín digital Visión San Borja del Comité Distrital de San Borja e integrante del Buró de la Secretaría Nacional de Relaciones Internacionales del Partido Aprista Peruano.

 

http://wperezruiz.blogspot.com/

 

 

 

 

Artículos relacionados

Nace el Partido del Pueblo "para hacer politica con la verdad y decencia"

Nicanor Mujica: Una vida ejemplar

Nuevo Partido del Pueblo sobre indulto a Fujimori

Develarán busto en homenaje a Nicanor Mujica

¡Viva el 1.º de mayo!... pero no hay mucho que celebrar...