Por Jorge Manco Zaconetti

¿Para qué sirven los economistas? 

La Universidad de San Marcos es como la Iglesia Católica y sus diversas órdenes religiosas (dominicos, franciscanos, jesuitas, agustinos etc.), una institución más vieja que la misma República, pues nuestra acta de fundación data de 1551 como Universidad Real y Pontificia firmada en cédula real por Carlos V de España; y la Facultad de Economía tuvo su partida de nacimiento un 7 de abril de 1875 en plena crisis fiscal producto de la riqueza falaz del guano y del salitre después.

Los fabulosos ingresos del guano multiplicaron por seis veces el presupuesto de la República en la década de 1842, los cuales fueron dilapidados en los pagos de la deuda externa e interna (la llamada consolidación), en ferrocarriles sobrevaluados, compras de armamentos, en cuantiosos gastos improductivos y una grave corrupción, y muy poco en inversiones productivas.

De acuerdo a las normas de la época de 1875 se le llamó “Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas”, y nace con los vientos de la modernización del proyecto civilista de don Manuel Pardo y Lavalle, como una escisión de la vieja facultad de Derecho, donde por vez primera se enseñaron los cursos de economía política y finanzas públicas.

Como facultad recién creada fue su principal objetivo la formación de alumnos para desempeñar funciones en la administración pública, la diplomacia, y las finanzas públicas ante la mayor presencia del Estado, producto de la riqueza falaz del guano.

La nueva facultad y su dependencia

Como facultad de Ciencias Políticas y Administrativas, se le encargó  su organización y fue su primer decano el ciudadano francés Dr. Pablo Pradier Foderé, discípulo de Jean Bautiste Say célebre autor de la famosa ley de mercados, divulgador de las teorías de Adam Smith, que pasó a la historia de pensamiento económico como autor de la llamada teoría del equilibrio basada en el libre cambio. Esta  se resume vulgarmente en que “toda oferta genera su propia demanda”, y por tanto sería teóricamente imposible la crisis general de sobreproducción en el capitalismo. ¡Es decir todo lo que se produce se vende!

Este hecho que se podría justificar en el capitalismo naciente sería desmentido por la realidad por medio de las recurrentes y periódicas crisis económicas que sacudieron y sacuden al mundo desde 1848 a la fecha. Todos deben recordar la crisis financiera mundial de setiembre del 2008 y todo hace pensar que vamos hacia otra gran crisis, que dicho sea de paso no se enseñan en los cursos formativos de los economistas. ¡Es decir, en la formación teórica los economistas viven como Alicia en el país de las maravillas”

De otro lado, la crisis general del capitalismo de 1929 no solamente significó una pérdida cuantiosa de capital, con un desempleo generalizado con el derrumbe de los mercados sino también el descrédito de las teorías basadas en el equilibrio general, que niegan el carácter cíclico de las crisis económicas. Desgraciadamente este dogma todavía se mantiene en nuestras universidades, en las enseñanzas de la micro y macroeconomía, con sofisticados modelos matemáticos que asumen el equilibrio y la libertad de mercados como dogmas.

La facultad en la guerra

Pocas facultades por no decir ninguna, tienen entre sus méritos históricos el haber contribuido en la defensa de la patria, como lo hizo nuestra Universidad y Facultad en especial, donde los profesores en un acto de desprendimiento cívico donaron el 25% de sus magros sueldos para la defensa nacional. Es más, nuestros estudiantes muchos de ellos ofrendaron sus vidas en la Defensa de Lima en la batalla de Miraflores en los Reductos Nº 2 y 3, como también participando en la Campaña de la Breña con el Brujo de Los Andes, coronel Andrés A. Cáceres.

Nuestra Universidad con el Rector de ese entonces, decanos de diversas facultades, profesores y estudiantes estuvieron en los parapetos y trincheras de San Juan y Miraflores el 13 y 15 de enero de 1881 en la llamada segunda división del Ejército de la Reserva de Lima, para defender el honor nacional ante la agresión de nuestro vecino del sur, sediento de las riquezas naturales que fueron la desgracia del Perú.

Bastaría revisar el largo listado de nuestros maestros y estudiantes que lucharon, nombres expuestos en el libro de Jenaro Herrera de 1927 titulado “La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacífico” libro escrito a solicitud del rector de ese entonces, José Matías Manzanilla, donde se presenta la contribución de sus docentes y estudiantes. 

La importación de teorías

Como no podría ser de otra manera así como importamos bienes de consumo, maquinarias y equipo, también importamos teorías económicas que podría tener validez explicativa en países de Europa Occidental que llevaron a cabo sus revoluciones políticas e industriales.

Sirva el caso de la Inglaterra que estaba destinada a ser la potencia económica hegemónica a nivel mundial en el siglo XIX, hasta ser sustituida por los Estados Unidos de Norteamérica a mediados del siglo XX. Y todo hace prever que a mediados del siglo XXI la China Popular será la nueva potencia hegemónica a pesar de las bravatas de Trump.

Sin embargo, tales teorías aplicadas en países como el Perú con una herencia colonial, en una economía de exportación de materias primas, con un “estado empírico” como diría Jorge Basadre, y con grandes mayorías indígenas marginadas y discriminadas por el poder criollo, tales teorías económicas resultaban importadas e impostadas.

En los inicios del siglo XX, al variar las condiciones, sociales, económicas, políticas y el concepto de enseñanza, a la par que el reconocimiento de la importancia de las materias económicas, se le cambió el nombre de la Facultad por el de “Facultad de Ciencias Políticas y Económicas” en 1920.

Más tarde, durante el gobierno del Presidente Augusto B. Leguía, más conocido como el “Oncenio” que también fue un régimen marcado por la corrupción general, y por medio del nuevo Estatuto Universitario, Ley 6041 del 19 de mayo de 1928, se modificó nuevamente el nombre, llamándose “Facultad de Ciencias Económicas” que mantiene hasta ahora.

Modernización en el siglo XX

La modernización de la Facultad de Ciencias Económicas es el producto necesario de una serie de factores que se manifestaron en forma conjugada, durante la segunda década del siglo  XX. En primer término, es la expresión de la mayor presencia del Estado, producto a su vez de la expansión capitalista que al insertarse en sociedades de corte semifeudal, que adoptó desde fines del siglo pasado, el carácter de “enclaves económicos”, donde la racionalidad está marcada por la articulación del capital extranjero y la economía terrateniente.

Economía de exportación en la costa con el azúcar y algodón para los mercados internacionales  que tenían como principal ventaja comparativa la baratura de la mano de obra, y la expansión latifundista en la sierra con el gamonalismo creciente que enajenaba las tierras comunales, junto a una actividad minera en la sierra central.

Por ello, cuando se revisa la revista de la facultad de Ciencias Económicas y la producción de sus primeros profesores destaca la crítica a la producción primario exportadora, a los contratos de la Brea y Pariñas con el laudo con la IPC, y la aspiración de la recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales. Por ello, la defensa de la soberanía sobre los recursos naturales está identificada plenamente con nuestra universidad.

Además, de las nuevas funciones del Estado, los nuevos problemas sociales producto de la emergencia de los sectores populares expresadas posteriormente en el APRA y el Partido Comunista (PC), las consecuencias provenientes del fin de la Primera Guerra Mundial y la inestabilidad monetaria, entre otras cuestiones, requerían de la Universidad un cambio en la formación académica. Se necesitaban profesionales con conocimientos de economía, contabilidad, finanzas, administración.

La democratización universitaria

En segundo lugar, la creación de la facultad se explica también por la demanda y reivindicaciones estudiantiles –de sectores medios emergentes, provincianos y urbanos, producto de la Reforma Universitaria (1919) –, que aspiraban a una educación científica-moderna, acorde a las nuevas necesidades de la sociedad, y como respuesta también a la emergencia social que sólo la educación universitaria consagraba en una sociedad oligárquica y estamental, con serias limitaciones en la movilización.

Por último, un tercer elemento estaría ligado al surgimiento del pensamiento socialista. Tal vez sea J.C. Mariátegui quien haya percibido con más nitidez que otros intelectuales la necesidad de pensar la historia de manera diferente a la tradicional. Es decir, el imperativo de hacer historia entendida ésta como procesal, dialéctica, social. Así Mariátegui escribía hacia 1925: “No es posible comprender la realidad peruana sin buscar y sin mirar el hecho económico. La nueva generación no lo sabe, tal vez de un modo muy exacto. Pero lo siente de un modo muy enérgico. Se da cuenta de que el problema fundamental del Perú, que es del indio y de la tierra, es ante todo un problema de la economía peruana”.

Este es el contexto que explica la presencia de nuestra facultad en las primeras décadas del siglo pasado. Donde los problemas causados por la inestabilidad monetaria producto del fin del “patrón oro”, la necesidad de desarrollar un mercado interno ante la falta de capitales, las consecuencias sociales de la depresión de los años treinta, y las posibilidades de reformas económicas, y la industrialización fueron temas que expresaban la preocupación de sus profesores y estudiantes.

Destacados profesores

Una cuestión que merece destacarse en algunos profesores tales como J.M. Manzanilla, Emilio Romero y C.A. Ugarte, es la actualidad de sus conocimientos en relación con el desarrollo de la ciencia de la época. Ello se puede verificar revisando por ejemplo, los programas de estudios de los cursos que fueron publicados sucesivamente en los siete primeros números de la “Revista Económica y Financiera”, órgano de la Facultad que se editó a partir de abril de 1928  el último de ellos, correspondiente a los meses finales de 1929.

El profesor Bruno Moll tal vez sea la figura más destacada intelectualmente por su formación en la teoría pura en la Alemania de los años 20, que tuvo que venir al Perú frente a la presencia del estado totalitario y antisemita de Hitler. Con una copiosa producción científica que marcó a las generaciones estudiantiles de los años 40, 50 y hasta mediados de los años 60. El reconocimiento fáctico que en nuestro país no se pueden aplicar las teorías económicas como receta es de por sí un impulso a las investigación económica seria que él promovió.

Hacia inicios de los años sesenta ante el influjo de las teorías cepalianas, y la necesidad de reformas económicas (agrarias, industriales) auspiciadas por los organismos multilaterales como FMI-BM que implicaban reformas estructurales  con una mayor intervención del Estado, que se expresaron en los años del Gobierno Militar (1968/1980) que tuvo una fuerte oposición en la universidad.

Es más, la aplicación  del modelo de sustitución de importaciones en el proceso de industrialización que resultó exitosa en los países de industrialización tardía del Asia, aquí fracasó por una serie de razones económicas y políticas. En tal contexto, es que la antigua Facultad de Ciencias Económicas nuevamente se transforma desdoblándose en las facultades de administración, facultad de ciencias contables y ciencias económicas con cuerpos docentes y administrativos diferenciados

Hoy la Facultad de Ciencias Económicas celebra sus 144 años y por ella han transitado presidentes de la República, ministros de Estado, congresistas, alcaldes, empresarios de éxito,  funcionarios internacionales, profesores visitantes reconocidos, directores de empresas, líderes de opinión, profesionales exitosos, docentes universitarios que formaron generaciones en varias universidades públicas y privadas, como prueba de la trascendencia y utilidad social de la facultad.

Por último, en este 144 aniversario con el reto de posicionar a la facultad y universidad en  el liderazgo   académico   y profesional a pesar de las restricciones presupuestales, este 8 de abril el decanato ha tenido a bien en organizar una conferencia magistral invitando al excelentísimo embajador Juan Carlos Capuñay, personalidad sanmarquina y experto en la cooperación con los países asiáticos,  como expositor del tema “Escenario Económico del siglo XXI. Desafíos y Oportunidades para el Desarrollo Nacional” a las 9 am en las instalaciones de la facultad.¡ Feliz Aniversario facultad de economía!