Herbert Mujica Rojas

En Perú, no tengo certeza que tenga iguales características en otros países, los diplomas, doctorados, grados universitarios, se extienden con una facilidad pasmosa. De pronto y gracias al lucrativo negocio, poseemos más generales que milicianos en armas, algo así como el dicho gringo: too many chiefs, few indians.

 

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No hay quien pueda decir o afirmar con seriedad que la educación no es un negociazo de esos que vuelven a carretilleros o personajes sin ninguna luz intelectual, en rectores, decanos, coordinadores, poseedores de maestrías baratas, en la esquina y debajo de cada piedra en el país.

No es un tema ideológico partidario. Además, en Perú NO existen los partidos, hay clubes electorales cuyo fin supremo es colocar autoridades en el Congreso y alcaldías. No enseñan civismo porque carecen de esa virtud, básicamente están vinculados a la política no para edificar una nación, sino para tentar las canonjías y vituallas que da, con puntualidad, el Estado.

En Perú somos magos para la armazón de edificios oratorios vacíos pero impactantes. Nos llenamos de incoherencias que parecen “decentes” y “reflexivas”. Entonces una minoría ridícula en el Congreso, pareciera gobernarlo por su capacidad de hacer bulla.

Así de simple.

Que Perú tenga algo así como 140 “universidades” nos debería dar vergüenza porque hemos permitido que el título o grado universitario se obsequie como si fuera anticucho o choncholí de esquina, sabrosos y picantes, pero de muy efímera repercusión en el porvenir de la Patria.

Y no pasa sólo en estas “universidades”. ¿Se acuerdan de un obeso idiota, muy alto, que se hacía llamar “doctor”, hasta que fue desenmascarado por uno de sus ex profesores?

La falta de actitud, determinación y criterio son parte del ADN social fallido del Perú.

Soluciones radicales son necesarias y entre éstas, la pulverización de garitos que dicen dar educación haciendo ricos y millonarios a sus inmorales promotores que actúan a sabiendas y con dolo cínico.

 

Señal de alerta