Battle at Kruger: Reivindicando al búfalo

bufaloBúfalo es el tradicional distintivo de los militantes apristas, que estamos acostumbrados a escuchar tal vez sin reparar mucho en el real bovino y lo que representa. A propósito del video más visto del año en You Tube: Battle at Kruger1 (Batalla en Kruger), comparamos a los búfalos bovinos con los “búfalos” apristas.

 

En Battle at Kruger (Kruger es una reserva natural sudafricana) se observa que un grupo de leones acecha a una manada de búfalos y luego la atacan, tras lo cual los búfalos huyen, pero los leones alcanzan a un becerro, que cae a la laguna, donde entra en la disputa un cocodrilo. Cuando los leones arrastran al becerro a tierra, se encuentran que los búfalos han regresado organizados y liderados por los más fuertes a rescatar al becerro, lo cual consiguen tras embestir a los leones. Finalmente el becerro, aunque muy malherido, se reintegra a la manada.

No es la primera vez que se aprecia esta conducta solidaria de los búfalos cuando uno de ellos es atacado. Si analizamos lo que sucede históricamente en el Apra, son estos últimos los perdedores en la comparación.

Trujillo y el Real Felipe

Son archiconocidas las matanzas de apristas en Trujillo y en el Real Felipe, pues los apristas fueron considerados los subversivos de esa época y por ello fueron perseguidos. En el primer caso, hubo una sublevación aprista en Trujillo, en 1932, que llegó a tomar control de la ciudad y a asesinar a los sanchecerristas encarcelados, a quienes se les abrió macabramente sus cuerpos, pues fueron destripados salvajemente por las hordas apristas. No se hizo esperar la venganza del dictador Sanchez Cerro, que apagó la sublevación con miles de apristas muertos. Fueron tantos los muertos y tan caótica la acción que nunca se estableció con certeza el número de fallecidos, sólo se habló siempre de miles. Curiosamente, los dirigentes como Víctor Raúl Haya de la Torre o Armando Villanueva, se las ingeniaron para escapar con vida.

En 1948, mil quinientos apristas fueron masacrados en la fortaleza Real Felipe del Callao por Odría (entonces ministro del Interior), quien ordenó que no quede uno con vida, y así fue, todos fueron acribillados y hubo tanta sangre coagulada, que se recogió con lampa al realizar la limpieza y el retiro de los cadáveres. En este caso, Haya huyó a la embajada de Colombia, donde se refugió cinco años hasta que tuvo seguridad para salir.

Tras recobrar la libertad, Haya no enjuició a Odría por las ejecuciones sin juicio, sino que se abrazó con el dictador en el llamado Pacto de Convivencia, a finales de la década del 50, por el cual le otorgaron una cuota de poder, que Haya usó, entre otros, para disponer que en los estanquillos del gobierno (lugares de expendio de alimentos de primera necesidad), donde se formaban largas colas desde las madrugadas, se atendiera en forma preferencial a los militantes apristas que tenían carné.

Búfalo con “búfalo”

Vemos pues que los búfalos reales actúan organizados y solidarios con el más débil, arriesgando individualmente su vida frente a los leones, hasta que los hacen correr y se aseguran que el pequeño esté a salvo, todos liderados por el búfalo más fuerte.

En contraste, Haya y los más altos dirigentes apristas salvaron su vida mientras los más pequeños iban al matadero. No reaccionaron ante los leones de entonces: Sánchez Cerro u Odría, que masacraron a esos “búfalos” que usaron para las manifestaciones y para sus famosas fuerzas de choque, con las que acostumbraban arremeter contra gente desarmada. Una vez victimados, los dirigentes olvidaron a sus compañeros por la prebenda.

Resulta extraño entonces que la gente repita “el gran Haya de la Torre”. ¿Hasta cuándo arrastraremos la costumbre de idealizar a la gente sin analizar antes si una persona merece adjetivos superlativos? Es cierto que Haya tuvo ciertas ideas interesantes y de unidad latinoamericana, pero un verdadero líder no es sólo el que habla o escribe, sino el que con su conducta da el ejemplo. Fácil es hablar, no siempre es fácil ser consecuente con lo que se predica, y si no hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, estamos ante falsos profetas.

Con el Pacto de Convivencia, no sólo se pisoteó con la carestía a los más débiles, es decir, a los peruanos que no tenían carné, sino que se dio a los apristas una gran lección de felonía: olvidarse de la sangre derramada (que burlonamente llamaron ellos mismos “los mártires apristas”) y de la justicia para sentarse en la mesa de poder. ¿No merecían los mártires apristas que se enjuicie a los que ordenaron la matanza? Claro que entre esos “mártires” había lumpen que el Apra reclutaba, que conformaban las fuerzas de choque brutalizadas que arremetían contra indefensos ciudadanos con cachiporras, manoplas, pirulos, petardos y toda clase de objetos contundentes, pero eso no justifica el exceso de violencia que se empleó para reprimirlos.

Debido a sus actos de violencia (en los que no faltaron los crímenes, como los cometidos contra los esposos Miró Quesada y Francisco Graña) la gente les llamaba los “búfalos”. Pero, a diferencia de los “búfalos” apristas, comprobamos que los búfalos reales no atacan a los débiles, como eran los indefensos y desarmados ciudadanos.

¿Ha evolucionado el Apra? Sí, pero se ha especializado en la felonía. En este mes fuimos testigos de la confesión de corazón que soltó Jorge Del Castillo al declarar que las localidades que votaron por el Apra serán favorecidas por las obras del gobierno. No es más que una nueva versión del Pacto de Convivencia, la población está en la cola esperando por las obras, pero serán preferidos los apristas, como son preferidos los damnificados del terremoto que son apristas, pues los no apristas se quejan de haber sido discriminados, en especial, en los primeros días más trágicos. Esta es la llamada democracia aprista.

¿Se preocupa el Apra por los más débiles, como los búfalos verdaderos? No, este gobierno no sólo que favorece a los ricos y a las grandes empresas, sino que a la felonía de traicionar a los pobres, a quienes prometió mil y una gangas, ha añadido la felonía de convertirse en sirviente de Chile, país delincuente y enemigo del Perú.

¿Se atreven los principales líderes modernos apristas a luchar contra los nuevos “leones”? No. La nueva versión de los leones la tuvimos cuando la dictadura fujimontesinista azotó el Perú. ¿Dónde estaba la cabeza aprista, Alan García? Gozando plácidamente de la tranquilidad de París, en su departamento de un millón y medio de dólares.

También tenemos otros nuevos leones, como los malos inversionistas que no respetan los derechos laborales ni el medio ambiente, pero no sólo que no son embestidos por los “búfalos”, o sea el gobierno aprista en el poder, sino que hasta se abrazan con ellos y los reciben en Palacio, como al dueño de Cencosud, violador de derechos laborales y presunto protector de un violador de 28 niños.

A diferencia de los búfalos que rescatan al becerro, García deja a los trabajadores a merced de los leones y cocodrilos para que hagan con ellos como quieran, pues no dispone cambios efectivos en el derecho laboral ni en las facultades del ministerio de Trabajo2, sino que coloca de ministro a un fujimorista que desprecia a los trabajadores.

Igualmente, a los leones mineros que destruyen el medio ambiente, como Doe Run, les otorga gran protección subrepticia, pese a que están envenenando con plomo inclusive a muchos niños, que no tienen al líder (el Presidente) que los defienda, sino que están en las fauces de las fieras.

Comparaciones hechas, nos quedamos de lejos con los búfalos de Battle at Kruger, que demostraron ser animales nobles, capaces de dar lecciones a los “búfalos” apristas, y reivindicamos a los robustos animalitos.

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1 Ver video en You Tube: Batttle at Kruger
2 Leer: El perro del hortelano y el trabajo

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