El perro del hortelano, la Ley 29164 y el llanto de García
Alan Garcia

Esta fiebre presidencial de las series “El perro del hortelano” produjo su episodio más patético este domingo 1.° de marzo, con el título “El perro del hortelano contra los pobres”, que más parece el llanto de una plañidera que un documento de un presidente, pues lloriquea por las críticas de las que es objeto su gobierno.

Los extremismos en el Cusco


Comienza escandalizándose por la violencia en el Cusco en respuesta a la Ley 29164. Hasta ese punto tiene razón, el caos debe ser desterrado del Perú. Pero la norma en cuestión no por gusto causó rechazo, debería revisarse. Por ejemplo, establece sólo generalidades en cuanto a la delimitación de las áreas protegidas. El dejar que cada región decida libremente qué lugar concesionar es una temeridad, habida cuenta de que en muchos lugares se impone la ley de la coima o de la presión del gobierno central.

El gobierno se ampara en que, para la aplicación de la Ley 29164, se deberá contar con la autorización del Instituto Nacional de Cultura (INC), pero cuando la ley no fija precisiones se abre la puerta a la coima, al negociado o al favor, pues el INC, como cualquier otra institución, no está protegido contra la corrupción.

Por otro lado, los cusqueños rechazan toda inversión en hoteles de 4 y 5 estrellas, así como en restaurantes de 4 y 5 tenedores, como señala la norma. Los inversionistas cusqueños no tienen el capital para realizar construcciones y dar servicio de lujo, por lo que deberían abrir las puertas a la inversión nacional y extranjera, pero deberían tener el derecho a rechazar las inversiones chilenas, que causan malestar en el Cusco, como la de Perú Rail.

El sector de turistas millonarios debe ser atendido con todo el lujo que sus billeteras merecen, pues es una importante fuente de recursos para el país, además de ser una inversión en imagen, que debería ser tomada más seriamente. El temor de los dueños de negocios de turismo más modesto es infundado, pues siempre habrá turistas con recursos medidos que buscarán el ahorro y los hoteles más baratos, ya existentes.

La depredación de los sitios arqueológicos y las 5 estrellas


Los sitios arqueológicos están siendo depredados constantemente por turistas desconsiderados y por el elevado número de visitantes. Desde este punto de vista, la norma es correcta si apunta a la calidad del turista y no a la cantidad. Quienes depredan y ensucian los lugares son los mochileros, por tanto, no deberíamos rasgarnos las vestiduras si se quiere dar más facilidades a los más pudientes.

Es paradójico que el desarrollo turístico del Cusco no haya redundado en la mejora del nivel de vida de los cusqueños, a quienes les sabe mal que, en no pocos casos, la actividad turística foránea sea excluyente con la fuerza laboral local, pues casi sólo los toma en cuenta como cargadores de maletas, choferes y personal de limpieza, situación que debería ser comprendida por un presidente y no dedicarse a agredir y crear más conflicto, sino a buscar soluciones equitativas y elevar el nivel educativo en la región (ver “Feriados largos”: el Apra y el Sutep unidos contra la educación).

Las artesanías

En turismo, un rubro importante es el de artesanías. Hemos visto que LAP, en el aeropuerto más importante del Perú, realiza competencia desleal y arrebata el trabajo a los artesanos nacionales vendiendo artesanías chinas con motivos típicos peruanos. La obligación del estado, que no se ve en este caso, es proteger a esta actividad que da trabajo a muchos compatriotas, debe prohibir que otros países comercien artesanías con motivos peruanos en el Perú. ¿Qué ganarían los cusqueños si los dueños de concesiones ignoran a sus artesanos, que son gente pobre que tiene esa actividad como única fuente de sustento? Se debe promulgar una norma que proteja a esta actividad, de modo que la venta de estos productos sea exclusivamente de procedencia peruana.

La preocupación presidencial por la imagen del Perú


Comprendemos que García se preocupe por el daño a la imagen que producen los paros, los bloqueos de carretera y la violencia. Pero si se trata de imagen, vemos que el gobierno no se preocupa:

  • Seguridad. La delincuencia en ciudades y carreteras ha crecido, gracias a que insiste en mantener al incompetente ministro Alva Castro al mando de la cartera del Interior. Son muchos los turistas que han sido víctimas de la delincuencia, lo cual perpetúa una pésima imagen.
  • Salud. Es el colmo que en las guías turísticas el Perú figure como un país apestado, donde se advierte que hasta el 50% de turistas se enferma en los restaurantes. ¿Para qué están los controles sanitarios? ¿Qué hacen esos burócratas? ¿Por qué no se realizan campañas educativas y punitivas en materia de preparación de alimentos y mantenimiento de locales? Como muestra de improvisación, hemos visto que la ministra Araoz se ha estado preocupando por los restaurantes que atenderán la cumbre del Apec, cuando este control debería ser permanente.

No basta llorar, el Presidente debe cumplir con las funciones para las cuales fue elegido y aceptar las críticas de manera democrática.