Cacería de un periodista

por Herbert Mujica Rojas

En momentos en que la espontaneidad indignada del pueblo moqueguano en demanda de un mejor aprovechamiento del canon minero, da lecciones a un gobierno torpe, autista y generoso en absurdos diarios, puede parecer ignominioso que dé cuenta pública del cúmulo de abusos al que mi familia y el que esto escribe, han sido sometidos en las últimas dos semanas. Soy el primero en entender que mi insignificancia es el único blasón que tengo, pero hay dos empresas, Lima Airport Partners, y su gerente general perseguidor, Jaime Daly Arbulú y el Proyecto Camisea o algo referido, como se consignó en diarios limeños, días atrás, que se han empeñado en darme una notoriedad de la que no puedo ser culpable.


¿Creerán esos policías que van a visitar la casa de mi padre y la de mis hermanas, preguntando por mí con insolencia y enseñando sus armas a menores de edad, que obtendrán lo que no pueden porque simplemente no vivo con ellos hace 35 años?

Nota debida debería tomar el ministro del Interior, Luis Alva Castro y el general de la Policía Nacional del Perú, Octavio Salazar, de cómo, elementos bajo su comando, exacerban sus misiones y con inusitada valentía amenazan a personas de edad o menores. Estoy absolutamente seguro que esos individuos son parte de una minoría que no lee sus manuales o ha inventado los suyos propios. ¿Por causa de qué habría múltiples delincuentes políticos, empresariales, diplomáticos, burocráticos, libres, paseándose por las calles de todo el país y no se les echa el guante, en el caso de ellos, por razones más que mayúsculas?

En el acápite de la empresita LAP, nos hemos puesto a derecho y estamos esperando una respuesta del juzgado correspondiente.

Con respecto al otro tema, Proyecto de Camisea o algo así, ni siquiera sabemos sino por los diarios, de su existencia. A veces, con torpeza premeditada las autoridades dejan los documentos en cualquier dirección y asumen, ante sí y porque sí, que los querellados saben de las citaciones y casi nunca es así. De repente, se los detiene y si desconocen sus derechos o no tienen abogados, el mejor camino es "arreglar", avenida infame porque en Perú eso equivale a coimear en contante y sonante, situación a la que no estoy acostumbrado ni estaré nunca.

Los teléfonos suenan raro, hay intervalos extraños y los sonidos son inusuales, como si hubiera alguien escuchando para pescar rutas, oír conversaciones o "descubrir" trabazones de ¡Dios sabe! alguna naturaleza que a los investigadores se les antoja un hecho heroico.

En casa de otro pariente, una motocicleta en nombre de un supuesto estudio abogadil, dejó un sobre con 10 hojas de papel periódico absolutamente en blanco y a mi nombre. ¿Estratagema para dar con mi paradero? ¡Cómo si me estuviera escondiendo, hecho del que pueden dar fe negativa quienes me ven por las calles! Habida cuenta que soy un ilustre desconocido que gracias a estas empresas, soy requerido en radioemisoras y programas múltiples, dentro y fuera de Lima.

¿Qué se persigue con esta colección de idioteces insolentes en plena democracia y Estado de derecho? Para los energúmenos, encarcelarme sería una bendición, no porque represente o constituya celebérrima figura, sino porque entonces NO podría seguir denunciando sus latrocinios o trapacerías y por la razón simple que quienes incurrimos en esa dulce tarea, somos muy pocos, contados con los dedos de la mano. ¿Aparte de Hildebrandt, Wiener, Sheput, Martínez, ha leído usted siquiera si se interesó por las tribulaciones de este periodista el resto de hombres y mujeres de los medios? Eso prueba que tengo sólo la importancia modesta que yo mismo aquilato con serenidad profesional.

Denodado sí es el esfuerzo por lograr justicia en el Perú. Los abogados amigos son eso, amigos, no cobran, pero tienen poco tiempo y carecen de la dedicación completa para descoyuntar estos entuertos fabricados por mandones y poderosos que arriesgan el ridículo total por la inconsistencia obvia de sus chanzas. Claro, como el querellado es uno, la teoría abogadil que aprenden en libracos gruesos dice una cosa, pero la realidad de calles, juzgados y comisarías, es totalmente distinta. Y allí el patrón dólar o euro, tiene alguna significación de mayor empaque que en otras partes. Y eso demuestra que no es un asunto tan solo de generosidad y solidaridad sino de defensa acrisolada, militante, combativa, plena en vigorosa potencia dinámica. Pero allí estoy en la trinchera porque no callo y yo tengo que acusar, yo acuso.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

Lea www.voltairenet.org/es
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica