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 Una de las tantas mentiras de Alan García fue prometer, durante su campaña, que revisaría el TLC con los Estados Unidos letra por letra, por haberse firmado entre gallos y medianoche, por los cuestionamientos en materia de salud y propiedad intelectual y porque se teme que su formalización traiga tanta pobreza como llegó a México con un tratado similar.

No obstante, una vez elegido presidente decidió burlar su ofrecimiento al proclamar que lucharía por conseguir el TLC, para lo cual ha enviado emisarios y gastado en viajes sin éxito y él mismo llegó a Estados Unidos, para ofrecer sin ninguna vergüenza su casi servidumbre, pensando en que Bush aprobaría su propuesta de considerarlo como elemento de balance en Sudamérica frente al bloque liderado por Hugo Chávez.

 Ni uno ni otro, más allá de sonrisitas y poses, han regresado con las manos vacías.

 No sólo eso, Estados Unidos está armando a Chile, no obstante conocerse la usurpación chilena de nuestro territorio.

 Una vez más vemos que el Presidente está totalmente desenfocado de la realidad, imagina situaciones irreales ―alentado por un entorno que parece seguir la consigna disciplina compañeros― que toma por ciertas y actúa de acuerdo con sus ilusiones e improvisaciones. Su imprudencia no hace sino causar perjuicio al Perú.

 De nada ha servido pues tanta pleitesía rendida a Estados Unidos, García debe entender de una vez por todas que Estados Unidos toma parte por Chile, no por el Perú. El presidente peruano se está haciendo tantas ilusiones como las que tuvo Argentina al creer que Estados Unidos tomaría partido por un país de Sudamérica, como Argentina y no por Inglaterra durante el conflicto de Las Malvinas, en el cual Chile actuó también contra Argentina, un país al que hipócritamente llamaba hermano. Los hechos le hicieron probar a los argentinos una amarga realidad.