¡Que se vayan todos!
por Marco Antonio Flores Villanueva,

desde  Boston, USA


El escándalo y la corrupción son los titulares que del Perú llegan a todos los rincones del planeta el día de hoy. Y como ayer protagoniza este drama una clase política sinvergüenza que desde el poder ha hecho de la Política —instrumento de desarrollo y bienestar en otras naciones del mundo— vil negociado culpable.


A pesar de la evidencia que los señala, a pesar de las pruebas que los inculpa, a pesar de los audios que desnudan su miseria con voces criminales que avergüenzan a la patria, estos líderes de barro que dicen representar al partido de Haya de la Torre no han tenido, el primero, Alan García, el coraje de renunciar a sus ministros, y el segundo, Jorge del Castillo, de alejarse definitivamente del premierato sin condiciones suspensivas y con todo su equipo ministerial.

Porque si al pueblo peruano se le ofrece públicamente desde la presidencia de la república una "investigación exhaustiva para que rueden las cabezas", no se puede concebir que hasta estas horas de la mañana del día viernes 10 de Octubre, es decir, varios días ya desde que brotó la pus, el señor Jorge del Castillo continue ocupando la Presidencia del Consejo de Ministros y con todo su gabinete casi intacto.

Porque si al pueblo peruano se le asegura que el lodo no ha llegado a las oficinas del PCM y se jura inocencia, no se puede concebir que no se dé, inmediatamente, un paso al costado para que las autoridades competentes inicien las detenciones y las investigaciones policiales pertinentes para dar con todos y cada uno de los corruptos fugados o por detectar, sin la presencia del señor Luis Alva Castro en el Ministerio del Interior y, por supuesto, sin la presencia de su jefe de gabinete involucrado en este escándalo.

Porque si al pueblo peruano se le promete sanción a los culpables, no se puede concebir que uno de los principales acusados en este affaire corra abruptamente hacia al Congreso de la República e irumpa en el hemiciclo con su gabinete asustado para buscar, con urgencia, la servil protección de una mayoría parlamentaria sumisa y aliada al Ejecutivo.

Lo que presenciamos a estas horas es un circo bien montado para librar de su responsabilidad  —al menos política y suficiente para que todos se larguen— al primer ministro y a su cómplice en palacio de gobierno. Lo que contemplamos a esta horas es la criolla construcción ladina de un manto protector que no rodará las cabezas de los verdaderos capos de esta mafia. Lo que vemos a estas horas es una parodia reciclada, repetida y actualizada, que nos recuerda aquella de la que fue protagonista hace algunos años Alberto Fujimori, cuando cercado por la prueba irrefutable de los videos que apuntaban todos a él, montó un “operativo" por las calles de Lima, y con él mismo a la cabeza, para localizar no a su cómplice, sino más evidencias que lo hundían.

Por todo ello, por el Perú que ya ha dado mucho para recibir muy poco y por la memoria sin mancha de Haya de la Torre, cuyo nombre jamás se vió involucrado con esta clase de indecencias que avergüenzan al país ante el mundo, nos unimos todos los apristas que luchamos desde hace más de veinte años para exigir, como lo hicimos antes, la renuncia de Alan García y Jorge del Castillo, no solamente a la Presidencia de la República y a la Presidencia del Consejo de Ministros, respectivamente, sino también al APRA, para dejar en libertad a un partido al que tienen secuestrado y al que han traicionado con sus conductas indignas que constituyen una imprecación, una blasfemia, una execración a su propósitos, que son y han sido siempre la redención de la patria empezando por los que menos tienen ¡Que se vayan todos!

Boston, 10 de Octubre del 2008

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