¿Están muertos los políticos peruanos?

Haciendo alusión a los escándalos protagonizados por el prófugo Rómulo León Alegría, el presidente Alan García rechazó a quienes fungen de intermediarios entre el gobierno y las empresas para lograr la aprobación de sus contratos si los proyectos son excelentes.


Refiriéndose a los empresarios, señaló: "muchas veces les engañan y le dicen si no vas acompañado de alguien no te reciben. O no te van a abrir las puertas porque no están amarrados con otros. Y estos son los lobbistas o los intermediarios que hacen gestiones para presentar a los empresarios. Cuando un proyecto es bueno no necesita presentadores".

Agregó que “ninguna empresa necesita intermediarios para tratar con el Gobierno, ninguna empresa necesita lobbistas, no se necesita de esa especie de gente parasitaria y extraña".

Sobre la inversión, aseguró que el Perú está en un momento indicado para atraer a la “inversión limpia”, carente de todo tipo de acto irregular que perjudique su ejecución.

"Prefiero que cuando una empresa trae una oferta de realizar hospitales, carreteras o de construir gaseoductos se presente directamente al ministerio correspondiente o al presidente de la República y lo haga transparentemente", indicó García.

Y contra los lobbistas, subrayó que es fundamental su mensaje a todas las empresas del Perú: “adiós lobbistas e intermediarios” y rechazó a las personas que “traen otros intereses y que corrompen muchas veces en el interior de nuestra patria".

Acerca de sus encuentros con empresarios, García reveló que ya se reunió con 1186 de ellos para atraer inversión, generar empleo, impulsar el desarrollo y disminuir la pobreza.

A confesión de parte, relevo de pruebas

El Presidente de la República está admitiendo que negocia directamente los intereses de los empresarios, con lo cual está actuando de hecho como lobbista, cargo para el cual no fue elegido él ni ningún funcionario público. Este estatus en que por confesión propia se coloca el mandatario debería llevar a la verdadera oposición a considerar la incapacidad moral de García para pedir su vacancia.

Un empresario se representa a sí mismo, si fuese normal que un Presidente reciba a todos los que defienden intereses individuales entonces debería tener en su agenda 28 millones y medio de citas para recibir a cada uno de los peruanos. Obviamente, es un imposible, por tanto, las funciones del Presidente se circunscriben a atender algunas, no todas, las demandas de gobiernos extranjeros, locales, regionales, y de organizaciones de todo tipo, pero en el más alto nivel (porque deben ser asuntos protocolares o que escapan a las funciones de sus ministros).

Así, de ser el caso (siendo que en primera instancia debería ser un asunto de su ministro de Educación), en los asuntos de escuelas, podría recibir a una Asociación de Padres de Familia del Perú, no a un padre de familia, pues sería impensable, y, de ser el caso, ésto sólo podría suceder como un hecho extraordinario, por ejemplo, un padre de familia que por un hecho grave no encuentra justicia en ninguna instancia del gobierno.

Las cartas y la oposición

Tenemos ya el precedente de las cartas que de manera individual García envió (y probablemente envía) a distintas empresas del exterior (ver: ¿Por qué el odio enfermizo de García a los peruanos?). El asunto en un país democrático y honesto debía haber sido un escándalo mayúsculo seguido por una investigación y medidas correctivas. Sin embargo, tenemos una oposición tan famélica y mediocre que ningún político ha emprendido la necesaria tarea de abordar el problema con una perspectiva de estadista para realizar las acusaciones del caso y las precisiones en lo que respecta a las funciones presidenciales.

En este asunto todos los políticos han brillado por su mediocridad, que más parece complicidad. ¿Es ello un síntoma de que esperan hacer lo mismo en caso de asumir la presidencia el 2011? Teniendo un mandatario cuyos antecedentes son sospechosos y que escapó de las investigaciones por enriquecimiento ilícito refugiándose en la prescripción, resulta muy extraña la actitud de los políticos.

Los intereses individuales por encima de los nacionales

Las confesiones del Presidente explicarían entonces esa pertinacia en defender intereses individuales en perjuicio del país. ¿Cuánto y cómo recibiría García en honorarios por actuar de hecho como lobbista? Conociendo los antecedentes de corrupción de su primer gobierno, ¿pueden creer los peruanos creer que realiza una labor de lobbista sin recibir pago alguno?

Se entendería entonces por qué se otorgan tantas concesiones de tierras en la selva, se entiende un TLC con Chile firmado a escondidas del Congreso y de los peruanos, se entiende que continúen los cielos abiertos para Chile se entiende que se privilegie la construcción de hospitales (promovidos por el mafioso Canaán) en lugar de equipar como se debe a los ya existentes, se entiende el intento de privatización de puertos, las concesiones de aeropuertos, del agua, de la energía eléctrica, de Petroperú, de Essalud. Se entiende también que empresarios etranjeros de hidrocarburos declaren, somo si fuesen amos del Perú, que se debe exportar nuestro gas, atentando contra nuestro futuro, y se entienden muchas aberraciones que dañan al Perú.

Si las leyes que rigen la inversión están dadas, ¿por qué se necesita que inversionistas establezcan “conversaciones previas” con el Presidente o con otros personajes al estilo Rómulo León? Los concursos son abiertos, ¿por qué la necesidad de conversaciones? En todo caso, si se requiere de aclaraciones, ¿acaso no están funcionarios de menor rango para atenderlas?

No se tiene antecedentes de un Presidente de la República que haya actuado como lobbista de la forma en que lo hace García. Se dijo que el gobierno de Fujimori fue el más corrupto, y de hecho le hizo competencia al primer gobierno de García en la suciedad, pero ni Fujimori tuvo el desparpajo de defender abiertamente una condición de lobbista.

El ejemplo del megapuerto

En este contexto se comprende muy bien la negativa a sacar adelante, por ejemplo, el proyecto privado más grande del Perú y América Latina, el megapuerto San Lorenzo (ver: Megapuerto: alta traición al futuro del Perú). Se trata de un grupo de empresas que, a iniciativa de la Marina de Guerra, construirían ese gran complejo. Estas empresas no han pagado ninguna coima a los gobiernos anteriores ni al actual, sin embargo, es el mejor proyecto, que además cuenta con la aprobación del Colegio de Ingenieros y del Colegio de Abogados. ¿Es ese el motivo de la negativa?

Es decir, cuando un proyecto no da coimas y trae desarrollo, competitividad y abundante empleo, cuando desde el punto de vista profesional y legal no presenta ningún cuestionamiento, ¿ese proyecto debe ser frenado porque no pagó ninguna coima? Y si no es por razones de coima, ¿cuál es la razón? ¿Sería que LAP y los empresarios chilenos que lucran con los almacenes en el Callao, además del gobierno de Chile (al que no convendría la competencia) están pagando una “coima antiproyecto” directamente en Palacio para detener el surgimiento de la actividad portuaria en el Perú?

Estos asuntos son gravísimos y es gravísima la inacción de los políticos, porque para investigar y frenar este exceso se necesita la acción de los políticos más que el cumplimiento de las normas que precisamente permiten estas degeneraciones.

Los políticos han recibido un mandato popular para legislar y fiscalizar, no para guardar silencio y así hacerse cómplices de corrupción y traición a la Patria, por tanto, su reacción debería ser urgente y debería nmovilizar toda su capacidad de convocatoria, de censura y sanción. Y si los políticos se sienten muertos y actúan como tales en materias tan graves como estas, ¿por qué de una vez por todas no renuncian a la política?