logo sodalicioAnte atenta mirada de Sandro Moroni

Escribe: José Luis Rondón de la Jara


30.10.2015.- Disculpen si parezco reiterativo y pesado con este tema, pero todo hace presagiar que nada va a pasar con los sodálites, ni cárcel para los abusadores y encubridores, ni una justa reparación a las víctimas.


El otro motivo que me mueve a escribir esto es el miedo y la indignación que siento al ver que los Sodálites están entornilladísimos en el que fue mi colegio y ahora es el de mi hija. Colegio que se hace llamar Laico, pero más parece uno parroquial.


Les quiero contar mi experiencia y sobre todo la de mi hermano, Kike (de quien tengo su autorización), que como muchos adolescentes de los colegios Prescott, Max Uhle y San José de Arequipa, eran captados por los Sodálites. Esta secta (vamos a usar este justo y merecido calificativo) usaba a jóvenes mayores y muy carismáticos que estarían muy bien entrenados para su rol de reclutadores de próximas víctimas (cosa que ellos mismos no sabían por supuesto. Creían que estaban salvando almas descarriadas). Ellos debían simular, o “hacer la finta” de ser muy "buena onda" muy “joviales y modernos”, hablaban usando la misma jerga y las mismas lisuras que los chicos a los que tenían en su mira. Los invitaban al cine, a hacer campamentos, y poco a poco los iban introduciendo a su secta.


Luego, en las reuniones que tenían en Chapi (que era como llamaban al cubil que tenían en Vallecito y que era dirigido nada menos que por el actual Superior general, Sandro Moroni) entre otras cosas se dedicaban a torturar psicológica y físicamente a algunos chicos. ¿A quiénes? Claro, a los de tez más oscura, o a los que no tenían apellidos de alcurnia.


Algunos ejemplos de torturas:


Hacían una dinámica en la que a una de estas pobres víctimas las ponían al frente y hacían desfilar a todos sus amigos, del mismo grupo del colegio al que pertenecían, para que le dijeran en su cara lo peor que pensaban de él, y de pasadita que le asestaran un golpe (puñete, patada, sopapo... a libre elección)


Luego, salían al jardín, con esta víctima, la mayoría de veces llorando, y hacían que sus amigos lo cargaran y le hicieran el "Salto al gato" (cargarlo de manos y pies y balancearlo hasta lanzarlo a una piscina), pero como no tenían piscina lo hacían contra unos cipreses.


De esta forma no sólo torturaban a un pobre chico, sino que convertían al resto en victimarios, en cómplices suyos. Y les enseñaban que esa era la forma de ayudar al muchacho, que así lo libraban de sus complejos y así se acercaban a Dios.
Felizmente mi hermano gozaba de un padre que se esmeraba en pasar los fines de semana haciendo excursiones, campamentos, escalar montañas, etc. con sus hijos.

También gozaba de buena salud sexual. Entonces, cuando los Sotas (así les decíamos a los Sodálites) los comenzaron a animar para que fueran a la misa que ellos organizaban los domingos y pasaran los fines de semana con ellos y no con su familia, además de que los trataban de convencer de que no era bueno tener enamorada ni mucho menos masturbarse... mi hermano dijo: "arránquense!", y se salió, oportunamente, de ese grupo sectario, fascista y abusivo.


Luego de algunos años me trataron de jalar a sus redes a mí, pero felizmente también, no lo lograron a pesar de ingentes cantidades de pizza que me invitaba el padre Emilio Garreaud. En ese entonces yo ya tenía una vocación bien formada y también una sana sexualidad que ningún ensotanado lograría reprimir.


Luego mi hermano y sus amigos formaron un grupo (recontra palomilla valgan verdades) al que llamaron “Los ANSAS”, que significaba Anti – Satélites (Haciendo alusión a los Sotas). Lo curioso es que ya en ese tiempo ellos decían que estaban seguros que los Sotas abusaban sexualmente de los menores de edad. Pero claro, como eran un grupo de palomillas, que además tenían una actitud “Anti” nadie los tomó en serio. A pesar de que contaban cosas tan extrañas como que, cuando a alguien se le ocurría intentar subir al segundo piso de “Chapi” los superiores les caían a golpes, insultos y los botaban, iracundos. ¡Loas a los ANSAS! La historia les dio la razón.


Lamentablemente muchos de nuestros amigos sí cayeron en las redes de los Sodálites, y los perdimos durante muchos años. Algunos, la mayoría, se salieron y son parte de los denunciantes del libro de Salinas - Ugaz. Otros siguen allí, pero tenemos la esperanza, ahora reforzada con la ola de denuncias, de que los recuperaremos pronto.


Muchos ahora somos padres de familia y nos atemoriza e indigna que los Sodálites tengan una importante injerencia en los colegios de nuestros hijos, que además son colegios que se hacen llamar Laicos. Esperamos que las autoridades de estos tomen las medidas respectivas y expulsen a esta dañina y predadora secta de las instituciones que les toca ahora conducir.


José Luis Rondón de la Jara

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ARZOBISPO ARTERAMENTE MENTIROSO

No hay denuncias de “lavado de cerebro” ni maltratos sexuales de sodálites

Publicado: El Pueblo, Arequipa, 30 de Octubre de 2015

http://elpueblo.com.pe/noticia/locales/no-hay-denuncias-de-lavado-de-cerebro-ni-maltratos-sexuales-de-sodalites

El libro “Mitad monjes, mitad soldados” del periodista Pedro Salinas, ha desenmascarado testimonios de abusos sexuales y maltratos sicológicos a menores de edad ocasionados por integrantes del Sodalicio de Vida Cristiana, entre ellos uno de sus fundadores, Luis Fernando Figari.

 

El arzobispo de Arequipa, monseñor Javier del Río Alba, descartó ayer que existan casos similares, de abusos sexuales o “lavados de cabeza” en el interior del Sodalicio que opera en Arequipa.

 

La información la recibió hasta en dos oportunidades las últimas semanas del representante del movimiento católico en Arequipa, Miguel Salazar, con quien mantiene comunicación permanente.

 

El Sodalicio en la región tiene como institución visible a la Universidad Católica San Pablo, el Centro Pastoral, dirige dos capillas en Paucarpata y un colegio.

Respecto al testimonio del oftalmólogo arequipeño, Héctor Guillén, quien denunció que su hijo Franz fue captado y sometido a un "lavado de cerebro", para integrar el Sodalicio, Del Río Alba precisó que la formación de los jóvenes de Arequipa se realiza en San Bartolo en Lima. Mencionó que el hijo de Guillén es mayor de edad y es consciente del llamado. No aceptó que existan casos "de lavado de cerebro porque dos o cinco personas lo digan, eso implica una investigación más profunda", enfatizó.

 

Sin embargo, remarcó que la finalidad del visitador apostólico designado por la Santa Sede debe investigar todo lo del Sodalicio incluida la formación y en su momento informar lo que está ocurriendo.

 

MOSTRUOSO

El prelado calificó de monstruosos y condenó los hechos de violación sexual sean las víctimas menores o mayores de edad, más si el abuso proviene por parte de alguien que ha tenido influencia psicológica y espiritual, como es el caso de Figari.

 

Manifestó estar a favor que las investigaciones hasta las últimas consecuencias y de comprobarse que es cierto todo lo que se dice apliquen la pena máxima.

"Los hechos denunciados son monstruosos y deben investigarse las formas y circunstancias como ocurrieron para que no se vuelvan a repetir", manifestó.

Remarcó que en la Iglesia hay tolerancia cero a casos de abuso sexual e invocó a las personas no dejar pasar tanto tiempo y denunciar los casos y que las víctimas sepan que los obispos están dispuestos a recibir las propuestas.

 

PROCEDIMIENTO

El prelado precisó que hay un protocolo que se aplica para los casos que podrían ser denunciados. Si se trata de un sacerdote diocesano, el obispo convoca a la víctima para que exponga el caso y firman un acta. Convocan a testigos y denunciantes en una investigación previa donde determinan si es verosímil. Si es positiva, el obispo asume medidas como prohibir el trato con menores o suspensión temporal. El caso se comunica a la Santa Sede donde decide si el proceso lo siguen en Roma o lo ve el obispo, decide si es judicial canónico o proceso administrativo que concluye en una sentencia.

 

Cuando se trata de una congregación religiosa es similar trámite, pero lo hace el superior no el obispo. En el caso de los laicos consagrados todo va a Roma y no hay protocolo, solo reglas comunes, la máxima sanción es la expulsión. A las víctimas los escuchan con notario, les proporcionan abogado, ayuda psicológica y dirección espiritual.