Alan García o el pánico y la mudez

Por Juan Sheput

Este gobierno está haciendo todos los esfuerzos por parecerse a la primera gestión aprista. En esa oportunidad cada vez que entraba en problemas, Alan García desaparecía. En algunas oportunidades su depresión era de tal magnitud que se desaparecía por meses enteros. El caos asolaba al país y el presidente no daba la cara, se escondía. No tenía el coraje político para afrontar la situación.


Todo parece indicar que en ese sentido Alan García tampoco ha cambiado.

En las últimas semanas ha habido muertos por acciones del terrorismo armado por el narcotráfico, niños que caen de un puente colgante en pleno paseo, inocentes que mueren calcinados por un accidente de tránsito más, la economía que se para en seco y desciende a niveles preocupantes.

Y el presidente, ese que inaugura hospitales inconclusos y pone primeras piedras que no tienen segundas, no aparece. El omnipresente García que condecoró a la Muñequita Sally y asiste a sepelios por figurar no da la cara. No dialoga con la nación cuando es necesario. El país pues ya sabe a qué atenerse. En nuestro país hay palabreo y no hay conducción.

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