Por Wilfredo Pérez Ruiz (*)

En pocos días termina el mandato del alcalde de Lima. Según las novísimas encuestas de Ipsos Perú, cuenta con el 76 por ciento de rechazo y, únicamente, un 20 por ciento lo aprueba. De esta forma, asistimos a la culminación de la administración que apadrinó la célebre consigna popular “roba, pero hace obra”.

El líder de Solidaridad Nacional -conocido con el apelativo de “el mudo”- arribó a la política en las filas de Acción Popular como regidor provincial con Eduardo Orrego Villacorta (1980). Su perfil está ausente de formación ideológica, perspectiva de la realidad nacional y carisma. Exhibe un talante sectario, renuente a la autocrítica, al entendimiento, al diálogo y a la empatía. Así lo evidencian su nubloso proceder, inocultable autoritarismo y escasa tolerancia.

Tampoco la ilustración intelectual es una de sus fortalezas. Una anécdota de su ignorancia de nociones básicas de cultura literaria, se reflejó al ser requerido por la prensa cuando Mario Vargas Llosa obtuvo el Premio Nobel de Literatura (2010). La reportera inquirió: “Usted mencionaba que sus metas como alcalde eran tener una ciudad más humana, más amable y que tengan como eje al ciudadano. Si usted, aparte de las obras que ha mencionado, que otra podría mencionar como ejemplo de estas metas que usted se trazó”. “El mudo” respondió: “Cómo, perdón me distraje. No he entendido su pregunta”.

Inauguró una forma pragmática de dirigir la urbe en un contexto en el que la clase política había perdido la confianza, la credibilidad y el respeto del electorado. En sus dos primeros regímenes desplegó con éxito una táctica destinada a evitar asumir una postura política. No obstante, ganó un tercer período marcado por cuestionamientos vinculados a su carente vocación democrática, transparencia y apertura.

En tal sentido, comparto lo expuesto por el periodista Umberto Jara en su interesante libro “El outsider” (2018): “…La demostración de la absoluta decadencia del camino de los autsiders es la organización llamada Solidaridad Nacional, capitaneada por Luis Castañeda Lossio, acusado por actos de corrupción y en cuyo ´partido´ militan cinco alcaldes distritales que han sido denunciados, apresados y procesados por los graves delitos de crimen organizado, homicidios, extorsión, tráfico de terrenos y lavado de activos”.

La experiencia reciente revela las enormes precariedades de los advenedizos. Al igual que otros improvisados y oportunistas movimientos, ingresó a la política con un discurso crítico frente al sistema tradicional repudiado por la población. Cuando contrajeron responsabilidades vecinales su conducta desnudó la magnitud de sus infames pretensiones. Los cabecillas de las jurisdicciones a cargo de su agrupación muestran un balance enmarcado en sonados y probados hechos de inmoralidad.

“El mudo” contó con importantes aliados en los medios de comunicación, en el Congreso de la República y, además, mereció la simpatía del expresidente Alan García Pérez. El autor de la frase “en política no hay que ser ingenuos”, lo respaldó a pesar de estar comprometido en cuantiosas imputaciones e incluso le impuso la Orden “El Sol del Perú” -en el grado de Gran Cruz- y alabó su pretensión de llegar a la Casa de Pizarro: “…yo estoy aquí con mi candidato”, aseveró (2010).

Es interesante anotar la ausencia de escrúpulos de este personaje. Una prueba son los audios con sus conversaciones y coordinaciones soterradas durante el proceso de revocatoria a la alcaldesa Susana Villarán de la Puente (2013), que destapan a un hombre con habilidad para manipular, hablar mal de sus aliados y comportarse con las formas inherentes en los más rapaces políticos.

Sin embargo, nada evitó su último y deslucido mandato, en el que confirmó su falta de una visión integral de la capital. Lo suyo consistió en colocar un ladrillo sobre otro y nada más. Percibe el manejo edil como un listado de desmedidas, anárquicas, antiestéticas y pomposas edificaciones -la mayoría inmersas en controversias de diversa índole- teñidas de amarillo y con ostentosas placas con su nombre.

Coincido con lo confirmado por Angus Laurie en su artículo “Lo bueno, lo malo y lo feo: Lima 4 años después” (El Comercio, diciembre 23 de 2018): “…La construcción del paso a desnivel en 28 de Julio y los actuales trabajos para ampliar las avenidas Javier Prado y Benavides representan un modelo fallido de urbanismo en que un municipio trata de responder a un incremento de la demanda para utilizar vehículos privados, con una mayor oferta de vías. Muchos estudios ya han demostrado que este modelo no reduce la congestión, sino que aumenta la cantidad de tráfico, contaminación y el consumo de petróleo”.

Se obstinó en paralizar los proyectos de su antecesora. Decidió detener la reforma del sistema de transporte y boicotear la implementación de los corredores viales. Interrumpió la culminación del inaugurado Parque José María Arguedas “El Migrante” (erigido sobre el antiguo mercado de La Parada), despidió a numerosos inspectores y borró los murales artísticos elaborados en el Centro Histórico de Lima. Según el nuevo alcalde, el concejo ha perdido más de 467 millones de soles en laudos arbitrales en favor de los operadores de El Metropolitano, debido al incumpliendo de los acuerdos asumidos.

Del mismo modo, el Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda no se ha salvado de su incompetencia. Desde junio de 2007 -en que esta entidad pasó del ámbito del Ministerio de la Mujer a la Municipalidad de Lima- el recuento ha sido devastador. A través de reiterados artículos he sido explícito. Para muestra comparto un caso emblemático de la inoperancia de esta cofradía.

Marco Villalobos Alvarado, el gerente de Promoción y Desarrollo del Parque de Las Leyendas, en su segunda gestión e involucrado en un pleito judicial por peculado, fue nombrado director ejecutivo en la tercera administración. Este servidor y el exdirector ejecutivo, Adolfo Guevara Ocampo, aparecen implicados en la ejecución irregular de 51 contratos celebrados con particulares interesados en convertirse en comerciantes de negocios de esparcimiento. Como es obvio, surge la pregunta: ¿Cómo es escogido director ejecutivo alguien con esos antecedentes? Actualmente, está sentenciado con prisión efectiva por beneficiar a concesionarios que hicieron depósitos a sus cuentas bancarias.

Eso no es todo: la carestía de medicinas en el tópico para atender las necesidades de los concurrentes, la millonaria adquisición de camionetas cuatro por cuatro, el desembolso excesivo en el pintado de la fachada, la asignación anómala del “bono de reconocimiento”, el desabastecimiento de los alimentos de su colección zoológica y la nula claridad en sus estados financieros, son solo algunas anomalías.

De otra parte, existe un hecho expresivo de sus extintos modales. Me refiero a su renuente actitud y escasa cooperación en el proceso de transferencia y a las impertinentes declaraciones de su obediente acólito, el concejal Wilder Ruiz Silva. “No ha sido del todo fluida, pero gracias a los medios de comunicación y el hecho de que nosotros mismos hemos dicho que faltan cosas y estamos exigiendo que nos den la información del caso están haciendo que todo comience a fluir”, respondió con ponderación y firmeza Jorge Muñoz Wells.

Todo ello se contradice con la visita guiada por “el mudo” a Alfredo Barnechea García para supervisar los trabajos inconclusos de la Costa Verde: una irrebatible muestra de exhibicionismo. El ex candidato presidencial de Acción Popular debió declinar una invitación que tenía como intención traslucir su desaire al electo alcalde. En consecuencia, coincido con lo comentado por Muñoz: “A mí me daría vergüenza estar visitando obras inconclusas, como me daría vergüenza estar hablando de puentes que todavía no han sido terminados”. No obstante, quiero resaltar el talante cortés del jefe de Estado, Martín Vizcarra Cornejo, al congratular y recibir al próximo inquilino del Palacio Municipal.

Anhelamos que el sucesor de Nicolás de Rivera y Laredo “El Viejo”, quien se ha caracterizado por sólidas convicciones democráticas y una trayectoria proba en Miraflores, sea capaz de unir inquietudes cívicas, afirmar ideales ciudadanos, exhibir pericia para entenderse con los actores sociales, abrir el municipio a la vigilancia del pueblo y resolver los apremiantes problemas de nuestra metrópoli. Además, tiene el impostergable reto de reconciliar el servicio público con la eficiencia y la decencia en un escenario lacerado por la exorbitante inopia moral de los responsables de los destinos de la “Ciudad de los Reyes”. ¡Éxitos!

 

(*) Docente, conservacionista, consultor, miembro del Instituto Vida y expresidente del Patronato del Parque de Las Leyendas - Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/ .