violencia mujerRocío Ferrel

A propósito del Día de la Mujer, legisladores, ONG, políticos y periodistas se suman al teatro con lemas de “empoderamiento” de la mujer, marchas, saludos y otros actos faranduleros, sin querer abordar el meollo del asunto en la violencia contra la mujer, es decir, la lenidad con que la ley trata a los agresores, quienes hasta ahora son los que están totalmente empoderados para patear, puñetear, cachetear, noquear y hasta herir con armas a las mujeres.

 

Todo el circo, que ya parece un psicosocial, cacarea más de lo mismo, nadie reclama al Congreso con mayoría fujimontesinista y aprista que de una vez por todas cambie la gradualidad para calificar a las lesiones por agresión, ya no sólo de mujeres, sino de cualquiera. Por ejemplo, estos días hace noticia el niño hospitalizado por una brutal paliza propinada por su padre, pero con el actual Código Penal se trata de “lesiones leves”. O el caso de la trabajadora vial de Arequipa, que le fracturaron un hueso del pie pasándole el auto, y se ha calificado como “lesión leve”:

La definición de una lesión grave da demasiadas ventajas a un agresor, porque se considera grave (ya sea hombre o mujer) si la lesión ocasiona 30 o más días de incapacidad, asistencia o descanso, de lo contrario es leve. Y no se trata de accidentes, pues no se valora la premeditación, el odio ni la diferencia en fuerza física: hombre a mujer, adulto a niño, adulto a discapacitado, etc. Puede darse el caso de una mujer fuerte que agreda a un marido débil.

Pero con el Código Penal vigente, una lesión es leve cuando causa de más de 10 a 30 días de incapacidad, asistencia o descanso, y la pena es no mayor que dos años. Eso viene del tiempo de Montesinos, cuando estas leyes avalaban la tortura, que era minimizada de esta forma.

Así tenemos que los sujetos pueden constantemente propinar sóferas golpizas a sus mujeres: pateaduras, puñetazos, latigazos, pero como la lesión tiene que causar incapacidad por más de 10 días, los jueces no pueden aplicar las sanciones merecidas, lo cual es intolerable.

Hace falta que haya al menos cuatro niveles de calificación de las lesiones:

  • Ningún tipo de violencia es aceptable y la ley lo acepta desde el momento en que califica la brutalidad como “leve”. La ley debe cambiar y considerar lesiones leves a los hematomas menores en cualquier parte del cuerpo causados por ejemplo por una bofetada, un jalón de pelos, una patada leve, un puñetazo, cuando no dejen huellas visibles y, claro está, no causen ningún día de incapacidad, asistencia o descanso.
  • Lesiones de mediana consideración deberían ser cuando la incapacidad, asistencia o descanso sea de 0 a 3 días, pero que la agresión deje huellas visibles, como moretones, hinchazones, cortes, etc,
  • Lesiones graves deberían ser las que dejen signos externos o internos detectables y el descanso o incapacidad sea de cuatro a 10 días.
  • Lesiones muy graves deberían ser las que requieran de 11 a más días de descanso o incluso menos, cuando la lesión sea mutilante. Por ejemplo, perder un dedo, un ojo, podría requerir menos días descanso, pero dejará una incapacidad parcial permanente.
  • De igual manera, las lesiones que dejen cicatrices deben tener mayor sanción.

Como vemos, todo es teatro, los representantes de las ONG son buenos para cobrar su sueldo y pontificar sobre los derechos de las mujeres y los homosexuales, haciéndose pasar por personas altruistas, nunca dicen que cobran para hablar o escribir en los medios, pero todos parecen segur sólo un libreto de alguna mano negra, ocupándose de superficialidades y no de temas de fondo, como es este y la trata de personas, donde la mayoría de agraviadas son mujeres y niñas. 

Sólo se ha inflado el presuputesto del ministerio de la Mujer para beneficio de burócratas en planilla dorada. ¿Cuántos centros de acogida y tratamiento han creado para albergar a las mujeres víctimas de trata? ¿A cuántos proxenetas han enviado a la cárcel? Son datos que no preocupan a aquellos que arman el espectáculo de la mujer.