¿Expulsan a peruanos de Bolivia?


La decisión del gobierno peruano de mantener en nuestro territorio a ciudadanos bolivianos acusados de graves delitos en su país ha causado la ira del gobierno de Bolivia, que considera que acá ase está dando refugio a causantes de muerte.


En primer lugar, hay que ver que el Perú no hace mal en recibir a los bolivianos que se consideran perseguidos; su situación será evaluada y finalmente habrá una decisión. En este caso el gobierno de Bolivia se apresura en pedir que el Perú devuelva inmediatamente a esas personas buscadas por la justicia de su país; más bien debe seguirse un proceso (generalmente no rápido), como el que hubo con Chile en el caso de Alberto Fujimori.

Además, Bolivia haría bien en considerar que el Perú no ha hecho mucho ruido cuando el gobierno de La Paz se niega a extraditar al peruano Walter Chávez, militante del MRTA, acusado de terrorismo. Ocurre que el Perú respeta el principio de que, finalmente, es el país que da asilo quien califica al perseguido; si decide darle asilo, eso se debe respetar.

Giro inesperado

Llegan noticias de que en la ciudad boliviana de El Alto agrupaciones cívicas y manifestantes han pedido la expulsión de ciudadanos peruanos que viven allí, como represalia por la negativa peruana de extraditar pronto a los bolivianos que reclama el gobierno de La Paz. Debemos mencionar que esta acción posiblemente no es manipulada por el gobierno de La Paz. La verdad es que hasta hace 25 años los peruanos eran bienvenidos a Bolivia. ¿Qué pasa ahora?

Cuando a comienzos de la década de 1980 muchos peruanos huyendo de la violencia y la pobreza llegaron a Bolivia, entre ellos se infiltró un porcentaje de delincuentes (consecuencia de una sociedad que vive en la miseria y el caos) para quienes resultó fácil cometer sus delitos en el país altiplánico porque allí la gente no solía como acá estar en guardia ante los robos. Estos malos peruanos se asociaron con delincuentes bolivianos, incluso con policías corruptos de ese país, y se produjo un aumento de delitos.

La reacción de los bolivianos fue sospechar de todo peruano que llega a Bolivia; los peruanos son sospechosos de ser delincuentes y los tratan mal en restaurantes y hoteles (en algunos casos, se niegan a darles alojamiento). En ese ambiente es fácil imaginar que espontáneamente la población asuma actitudes antiperuanas. Solamente los peruanos aimaras o los mestizos puneños que viajan con frecuencia a Bolivia y son conocidos pasan por menos apuros; el resto sufre.

Responsabilidad del gobierno peruano

La reacción de la cancillería peruana es correcta: no se debe molestar a los peruanos respetuosos de las leyes bolivianas, y el gobierno boliviano está obligado a darles protección. Pero una cosa son las declaraciones y formalidades de la diplomacia y otra son las realidades. Y la verdad es que —por la mencionada infiltración de delincuentes— los peruanos no son queridos en Bolivia, y esa situación es difícil de cambiar; peor todavía porque el gobierno peruano tiene un rumbo político diferente del boliviano y están enfrentados por varios temas (pertenencia a la CAN, salida al mar, etc.).

En el nivel político-diplomático está claro que los bolivianos ya han sido ganados a su lado por el gobierno chileno, lo cual es un gran merito de la diplomacia chilena, considerando que Chile robó toda la costa boliviana y continúa usurpándola; pese a eso han logrado que el gobierno de Bolivia esté del lado de Chile, que jamás les devolverá la costa que robó en la guerra de 1879-1883.

En varios países la situación de los migrantes peruanos es precaria. Son personas que simplemente salieron queriendo mejorar sus condiciones de vida, recibir mejores salarios que en el Perú, etc. Pero también se trata de gente pesimista en lo político, que piensa que la situación de pobreza y corrupción política del Perú jamás va a cambiar, que considera “sucia” a la actividad política. Por supuesto que los políticos son los primeros en confirmar esta impresión y se alegran por la salida de estos peruanos.

Los políticos


Los políticos peruanos se entusiasman con la salida de los peruanos, porque remiten dinero al Perú y al irse disminuye la presión social en busca de empleo, educación, vivienda, salud, etc. Los políticos han llegado a la conclusión de que una forma de asegurarse de que se vayan los peruanos es hacerlos apenas sobrevivir con salarios bajos y darles una pésima educación y un servicio de salud que en realidad es genocida.

Pero la crisis del capitalismo mundial y el veneno de la “globalización”, en el cual muchos papagayos y corruptos pusieron esperanzas, están poniendo las cosas feas. Muchos peruanos que salieron del país comprobarán que el gobierno peruano trabaja para el beneficio de los chilenos, no de los peruanos, con miras a convertir al Perú en colonia de Chile, país delincuente internacional.

En la cercanas horas de su regreso, esos compatriotas —que sólo pensaron en mejorar su situación personal (algo comprensible y correcto) e hicieron muy poco por cambiar la situación del Perú y dejaron el campo libre a los políticos corruptos— que sienten que en el extranjero les va mal o los tratan mal verán si regresan al Perú a mendigar trabajo (ya se sabe con qué salarios), a aceptar lo que les den, o a expulsar del poder pacíficamente, con movilizaciones populares, a los corruptos que nos han puesto en esta situación y que no merecen otro destino que la cárcel o la pena de muerte, si llega a implantarse.