La "reforma política" de Alan García y las próximas elecciones


Por Juan Sheput

El reciente discurso presidencial de 28 de julio demuestra que no existe Alan García "marca 1" ó Alan García "marca 2" como dice mi estimado Fritz Du Bois. Es el mismo García de hace 20 años, no ha cambiado, a tal punto que hemos vuelto a la época de lo impredecible en cada discurso presidencial anual.


La "reforma política" anunciada no tiene nada de reforma. En primer lugar porque se trata de hechos aislados y en segundo lugar porque no obedece a un deseo del mandatario de mejorar el sistema político peruano sino simplemente de crear las condiciones de desestabilización del presidente que venga a continuación. Si cree que exageramos le pedimos nos acompañe en el desarrollo de nuestro razonamiento.

Las modificaciones al proceso político electoral aisladas no sirven de mucho. Indicar que la solución para el Congreso es su renovación por mitades, cada 30 meses, es condenar al Perú a un clima de inestabilidad. No tenemos un sistema de partidos. No tenemos un electorado maduro. Los poderes fácticos destruyen honras con facilidad y construyen prestigios con pies de mermelada. El figurettismo político es una institución nacional. Una campaña permanente destruiría lo poco que queda de orden en el Perú.

El APRA sabe que su próxima representación parlamentaria será muy pequeña. Necesita construir una bancada que les permita afrontar los múltiples juicios que por corrupción e infracciones constitucionales se van a presentar. De allí la necesidad de jugar al cambio del Congreso. La misma no es una solución para el Perú. Considero que mejor sería reducir el mandato parlamentario, permitir la revocatoria de congresistas así como su renuncia. La renovación por mitades sacaría del Congreso a los más capaces y se quedarían los asiduos concurrentes a los programas de Jaime Bayly, Carlos Álvarez o Lima Limón.

Una segunda vuelta electoral en las regiones y municipios no da legitimidad. Esta se gana en elecciones limpias y transparentes. Construir poder es otra cosa y los alcaldes o presidentes regionales pueden construir poder en base a una agenda bien estructurada de desarrollo regional. Aquí, una vez más, la lógica presidencial es que el APRA no va a ganar ni un sólo gobierno regional. Ir a una segunda vuelta, si es que ningún partido pasa la valla del 33%, le daría al APRA ventajas ya que son un un partido con militantes disciplinados y bien aceitados. La derrota total la transformarían así en victorias parciales significativas.

Si a ello le agregamos el voto voluntario pues se redondea el objetivo. Y si a ello le agregamos tener núcleos ejecutores a lo largo y ancho del país, jóvenes debidamente remunerados, pues se redondea ya no el objetivo sino el faenón político electoral.

Finalmente una precisión. Ayer José Luis Sardón, miembro de la academia y militante ideológico del liberalismo, indicó en el programa La Hora N que conduce Jaime de Althaus, que cómo pueden llamarse demócratas los que nos oponemos a las "reformas" de García. Pensar distinto no nos quita la categoría de demócratas. Más bien ser ingenuos nos aleja del razonamiento y objetividad que se le debe exigir a un profesor universitario.

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