Herbert Mujica Rojas

Cuando un exaltado prende fuego a un vehículo de transporte público, destruye cimientos de un puente, pulveriza lunas de entidades públicas, no gana un punto para la opinión favorable de la gente en general que vive la zozobra y debilidad de un gobierno que en apenas 7 días ya cuenta en su haber negativo, siete fallecidos.

 

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La violencia, así la etiqueten de revolucionaria, solo es combustible para las prisiones, enjuiciamientos muy arduos y que ningún abogado logrará poner en libertad al detenido si es flagrancia con huellas, fotos, testimonios y, sobre todo, daño constatable.

La pista estropeada o desmontada de sus cimientos, las puertas de seguridad o ventanas de alguna dependencia estatal ¡son del pueblo que las ha pagado con sus impuestos y que no deben sufrir la destrucción tal como se ha visto con vándalos desaforados so pretexto de estar en contra de una administración que no convence sino a medias!

¿Equivalen esas demoliciones o violencias a actos que construyan la plataforma revolucionaria y que enriquezca la doctrina para la renuncia de Dina Boluarte, la cerrazón del Congreso y la convocatoria a una asamblea constituyente? Fundadas sospechas que NO es así. ¡Todo lo contrario!

El gobierno tiene los mecanismos masivos en sus manos y a través de los cuales construye sus verdades: Castillo golpista, merece la prisión, está bien la Fiscal de la Nación, los bobos que lo “vacaron” hicieron lo correcto y fue bueno quitarle el antejuicio para que lo depositen en chirona más temprano que tarde y un largo etcétera.

Pero como el pueblo es más sabio que todos los sabios, buena parte de la población no se come ese menú. De otro modo Perú gozaría de una paz alegre que celebraría a sus nuevas autoridades. Y los reclamos, lejos de amainar, refuerzan su carga emotiva.

Pongamos un ejemplo simple. ¿No hemos escuchado de las autoridades que se ha visto a terroristas de SL, del Movadef, etc. en las marchas y que son ellos los que lideran la revuelta? ¿Tantos terroristas hay en el Perú? ¿No era que ya estaban derrotados, viejos, abatidos y al servicio funcional del narcotráfico en zonas difíciles del interior? Pero el cántico provoca miedo.

Poblaciones protestantes y entidades han salido a la calle a votar con los pies y a transmitir su disconformidad con lo ocurrido y que se mantienen al tope con su repudio al Congreso golpista que pretende pasar desapercibido y ya se afila las uñas para las “reformas electorales” porque en río revuelto, ganancia de pescadores.

Los violentistas, esos a quienes seduce la algarada, la turbamulta, la destrucción aunque algunos caigan presos en flagrancia y situaciones complicadas por infringir la ley, no son parte, a mi juicio modesto, de la propuesta ciudadana. Tienen aquellos otro plan distinto y diferenciado.

La componenda violentista sólo produce combustible para las ergástulas y pretexto para muchas autoridades que no aciertan a entender que la gente desea reclamar y que tiene derecho a hacerlo. Un abuso de la libertad la protagoniza el mensaje gubernamental recurrente que insinúa que quienes están en las calles son terroristas. ¡Eso es inaceptable!

Una dirección política unificada, ejercicio arduo pero imprescindible génesis acaso de la gran coalición popular que requiere conformarse para pelear en el ámbito electoral, puede estar ad portas si los líderes entienden que unidos todo lo pueden, porque desunidos nada son, salvo blancos fáciles de malos elementos represores que ven enemigos debajo de cada piedra.

La política es un ejercicio de entendimiento. En las últimas cuatro décadas hemos visto cómo hampones en la cosa pública dividían sus áreas de influencia y consensuaban cómo no chocar entre sí, al precio ¡sin duda alguna! que todos ganaban con latrocinio pero se llevaba la fiesta en paz.

Entonces hay que inventar formas de protesta que no obsequien situaciones flagrantes que son penadas con la cárcel. Todo el aparato legal del Estado cae con fuerza predecible en quienes no comprendan que mejor es usar la inteligencia que la fuerza bruta que es bruta.

Una dirección coordinada propenderá a un cartabón único con demandas atendibles que puedan ser negociadas con rapidez honesta y transparencia. Pedir o gritar por todo a la vez, es una tarea necia y los grupos de la DBA estarán siempre jubilosos con esos maximalismos: de eso han vivido casi 200 años.

Periodismo que no dice las cosas rompiendo el pacto infame y tácito de hablar a media voz, es lisura e insolencia. En Diario Uno no admitimos esas majaderías.

 

14.12.2022
Señal de Alerta