Herbert Mujica Rojas

Dos individuos, de cuya lengua larga no hay la más mínima duda, calificaban las carátulas de Diario Uno en algunas listas de Whatsapp como “fake news” y mentiras. Inquiridos por la fundamentación de sus aserciones, aquellos abundaron en garrulería desordenada sin responder. Los alanistas, esos elementos que persisten en la destrucción del Apra, son impreparados, mendaces y frívolos.

 

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Leer constituye una de las herramientas más valiosas que la historia social registra en el desempeño enriquecedor del ser humano. Puede no gustarnos o agradarnos. Eso varía según el criterio de búsqueda. Salimos de la ignorancia y la estupidez con datos exactos e interpretaciones superiores que otros estudiosos formulan y escriben. Pero en cualquier caso, leer no produce cáncer.

¿Leer la carátula de un informativo nos convierte en agentes pro domo sua de aquella? ¿O nos da la chance de conocer ángulos distintos que motivan el debate y promueven la agitación de conciencia e ideas?

La aburrida monocromática del periodismo peruano obedece a que, al estilo de Fuente Ovejuna, todos a una defienden la comunidad de intereses y las portadas difieren en lo mínimo. Leer un diario de la prensa concentrada releva de revisar el resto que contiene similares contenidos.

¿Qué periódico del virtual monopolio que maneja la prensa ha hecho una intensa y disciplinada interpretación de los sucesos que han costado 29 muertos? Todos frasean contra los caídos bajo la presunción no probada que eran terroristas, vándalos y delincuentes. Lo siniestro es que no tenían poder de fuego, nadie de los supuestamente atacados por estos, cayó como víctima y son ellos, los de un lado, civil e inerme, los recipendiarios de las balas y perdigonazos de necesidad mortal.

¿Qué medio cuestiona que los caballazos que pretende imponer el Congreso para la reelección inmediata y la bicameralidad sean un grosero mentís a lo acontecido cuando cerca de 14 millones de peruanos votaron contra la reelección y bicameralidad?

Nadie puede pretender que los enunciados de su publicación, sean verdad imponible y aceptable porque sí. En cambio, proponerlos al libre debate, al cruce de ideas y al razonamiento político de exégesis y desbrozamiento, sí es una contribución al ejercicio crítico tan venido a menos en Perú.

¿Cómo se maneja el genuino ignorante cuando ve algo que no comprende? Niega y niega, afirma que aquello que no entiende, no existe. Un español, chiste viejo, vio a un elefante y jamás había tenido noticia del paquidermo y razonó: “ese animal NO existe”.

¿Qué dice el alanista, deformación delincuencial de la política peruana, sin haber leído y mucho menos sometido a exégesis: eso es fake news y son mentiras comunistas.

El anticomunismo primitivo de los alanistas corresponde a su falta de cultura política y total ignorancia de su propia doctrina. Refunde en un mismo saco a comunistas, socialistas, terroristas, vándalos. Olvidando o haciendo tabla rasa que el violentista puede ser de extrema zurda como avezada diestra. ¿Qué es la patota llamada “Resistencia”? No son fascistas reaccionarios violentos en nombre de supuestas verdades antihistóricas?

Reiterar, por tanto, la pregunta del titular es un ejercicio divertido y directo:

¡Leer no da cáncer, idiota!

¿Cómo se expiden los alanistas? Con pura palabrería barata. Citan a Haya de la Torre pero no han leído ni sus trabajos de propuesta partiendo del marxismo y fundamentando el aprismo como respuesta a la realidad latinoamericana y mucho menos comprendido que la tesis del Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales, representa una forma de alianza popular antimperialista y obligatoria en nuestros pueblos.

Los simplones alanistas cuya única y triste “bandera” es repetir el nombre del señor García Pérez que se suicida para no afrontar sus cuentas ante la justicia, no pueden explicar la atroz contradicción en el supuesto mejor gobierno 2006-2011 contra la tragedia de sus logros electorales que le hicieron desaparecer del padrón electoral. Los números son fríos y no mienten.

Tampoco, y en eso estriba su escandalosa miseria política, tienen razonamiento frente al calificativo ciudadano que endereza sus señalamientos de rateros y estafadores a los que participaron de esas administraciones mal llamadas apristas porque sólo fueron parte del gobierno personal y derechista como reaccionario y entreguista del señor Alan García Pérez.

Denotar a una publicación por el simple hecho de estar contra ella, olvida el requisito fundamental de tener los argumentos que rebatan las tesis contrarias.

Digamos, una vez más:

¡Leer no da cáncer, idiota!

 

28.12.2022
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